Dominio público

Sigamos rompiendo mantras

Unai Sordo

Secretario general de CCOO

El presidente de CEPYME, Gerardo Cueva; el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi; el secretario general de CCOO, Unai Sordo, y el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, muestran los documentos durante la firma del V Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC), este miércoles en Madrid. EFE/ Sergio Pérez
El presidente de CEPYME, Gerardo Cueva; el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi; el secretario general de CCOO, Unai Sordo, y el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, muestran los documentos durante la firma del V Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC), este miércoles en Madrid. EFE/ Sergio Pérez

Había quien daba por enterrada la posibilidad de un acuerdo sobre convenios colectivos en España. Lecturas apresuradas sobre las motivaciones de sindicatos y patronales ante la posible contaminación del clima político a los espacios de concertación social, y el hecho evidente de que desde que terminara 2020 no contábamos con un acuerdo de estas características, habían generado un pesimismo comprensible.

Sin embargo ya tenemos un V Acuerdo por el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC). Conviene empezar por aclarar qué es un AENC. No es un acuerdo de traslación inmediata al convenio colectivo, no es lo que se llama un acuerdo normativo. Es decir, lo que aquí pactamos no es exigible jurídicamente como un incremento salarial de un convenio que, de incumplirse, puede ser reclamado judicialmente mediante una reclamación de cantidades. Pero tampoco es una mera sucesión de recomendaciones. Es un acuerdo obligacional, exigible entre las partes (CCOO, UGT, CEOE y CEPYME), que a su vez somos quienes protagonizamos la negociación de la inmensa mayoría de los convenios colectivos en nuestro país, ya que así nos habilitan las mayorías democráticas elegidas en las elecciones sindicales. Dicho de otro modo, si todas las partes somos corresponsables y leales a lo pactado, en un plazo razonable de tiempo se resolverán cientos de convenios colectivos con importantes mejoras salariales para millones de personas trabajadoras.

El acuerdo salarial alcanzado es bueno y es relevante. Bueno porque recoge subidas salariales para este año 2023 y los dos siguientes que podrían conllevar una mejora de salarios de un 10,3% en el plazo de 19 meses para millones de personas. Si la inflación subiera por encima de las subidas previstas (aunque ningún pronóstico apunta por ahí) los salarios podrían subir un punto adicional cada año hasta alcanzar el 13,57%.

Para el año 2022 no hemos sido capaces de llegar a un acuerdo. Pero esto no supone ninguna renuncia sindical. En ausencia de consenso, habrá que dirimir la negociación de los salarios en cada uno de los convenios colectivos que aún no hayan resuelto ese aspecto.

También es relevante que se haya recuperado la cláusula de revisión salarial ligada a la evolución de los precios. Esta aparente línea roja para las patronales se tornó en línea naranja y, finalmente, desapareció cualquier línea prohibida cuando desde CCOO planteamos una alternativa a la cláusula de revisión ligada al IPC: que tal cláusula estuviera relacionada con los resultados económicos de las empresas de cada convenio, siempre y cuando esos resultados se pudieran obtener de un indicador público con los datos de la Agencia Tributaria y la Seguridad Social. Apelar a la transparencia en la información económica de las empresas fue "mano santa" para que la recuperación de la cláusula ligada a la inflación apareciera en escena y facilitara el acuerdo. Merece una reflexión la aversión a la transparencia que tiene el empresariado español.

Si la negociación colectiva recupera con fuerza los salarios, en los próximos trimestres consolidaremos una forma de afrontar las crisis inéditas que hemos vivido, rompiendo varios de los mantras que el neoliberalismo había mantenido en relación con las relaciones laborales.

Los dos más relevantes tienen que ver con la estabilidad de la contratación y con la evolución de los salarios más bajos. En ambas materias este AENC puede ahondar en una lógica hoy cada vez más consolidada.

Siempre se han ligado las políticas anticrisis con la necesidad, por un lado, de favorecer el despido para que las empresas ajustaran su volumen de trabajo a los ciclos económicos. Por otro lado, se ha precarizado la contratación eliminando supuestas trabas a la empresa para que optara cuanto antes por contratar cuando se recuperaba la actividad. El resultado eran enormes tasas de desempleo sucedidas por empleos cada vez más precarios. La patología de la temporalidad se extendía a buena parte del tejido productivo como la forma ordinaria de gestión de los "recursos humanos". El resultado es que éramos campeones de Europa en temporalidad.

La reforma laboral pactada entre Gobierno, sindicatos y patronales cambió esta tendencia. Y este AENC puede consolidarla, pues muchas de las materias legisladas se remiten a su concreción en la negociación colectiva. Es muy relevante que ahora mismo tengamos el récord histórico de cotizantes a la Seguridad Social, que se aproximarán paulatinamente a las 21 millones de personas. Pero es que este proceso de intensa creación de empleo se ha dado con el aumento entre el último trimestre de 2021 y el último de 2022, de 1,6 millones de personas más con contrato indefinido y 1,2 millones de personas menos con contrato temporal. Los datos del Banco de España arrojan un dato muy relevante. La propensión a consumir de las personas con un contrato temporal es del 72,1% de la renta que perciben. Cuando la persona trabajadora tiene un contrato indefinido ese porcentaje alcanza el 81%. Es decir, no solo ha sido compatible crear más empleo con más estabilidad en la contratación, sino que además ese empleo ha funcionado como un tractor económico en lugar de como un elemento retardatario del crecimiento económico.

Para quienes alegan la sustitución de contratos temporales por los fijos-discontinuos y tachan esta transformación de maquillaje, conviene dar también dos datos. El primero, que esa conversión sólo afecta al 25% de la mejora en la contratación indefinida. Segundo, que esta fórmula que genera más derechos y certezas a quienes trabajan en actividades estacionales, además otorga mucha más estabilidad. Según afirma el propio Banco de España, la media de antigüedad en la empresa de quienes tienen un fijo-discontinuo es de casi 60 meses. De quien tiene un temporal, solo de 22.

En materia salarial la subida del SMI ha sido compatible con la citada creación de empleo que se indicaba. Sin embargo la invasión de Ucrania y todo lo que llevó aparejado en materia de incremento de costes disparó una inflación que ha carcomido los salarios reales de millones de personas. Hogares que han visto disminuido su poder de compra, y que en muchos casos pasan auténticas penurias para llegar a fin de mes. Los precios de los alquileres o de las hipotecas perfilan un cuadro dantesco en demasiadas ocasiones, que hay que corregir de inmediato. En CCOO estamos convencidos de que es el momento de subir los salarios, de que esas subidas de salarios no solo son compatibles con la creación de empleo, sino que son una variable necesaria para seguir impulsando un crecimiento económico que aleje el riesgo de desaceleración, y reduzca más la inasumible tasa de paro que aún tenemos.

El AENC es más que salarios. Por no alargar innecesariamente esta columna pues el texto está a disposición de quien lo quiera leer, este acuerdo debe suponer un fortalecimiento cualitativo de los convenios colectivos ante las intensas transformaciones que ya están aquí, en el plano económico y laboral.

La negociación colectiva la componen miles de unidades de negociación, en los sectores y en las empresas. Y estas unidades de negociación configuran una tupida red de relaciones colectivas que pueden superar el gap entre lo que sale en el BOE y la complejidad de la vida y la diversidad de los centros de trabajo que componen una economía del siglo XXI.

La clase trabajadora debe encarar colectivamente los desafíos, riesgos y oportunidades del proceso de digitalización. Ni los algoritmos ni la inteligencia artificial son variables neutras. Responden a criterios e intereses. Tenemos que intervenir en decidir cómo se definen los criterios sobre tiempo de trabajo, su distribución y ordenación, desconexión digital cuando el trabajo puede invadir los espacios privados y personales, cuando los criterios de selección de personal o promoción pueden establecerse basándose en la acumulación de datos utilizados con sesgos desigualitarios o discriminatorios.

De la misma manera, hay que disputar las mejoras de la productividad que posibilita el salto tecnológico, tratando de apropiarse de aquello supuestamente tan viejo como es la plusvalía, pero también entendiendo que la reducción del tiempo de trabajo y la liberación del tiempo para la vida, es también disputa de clase.

En definitiva, este AENC tiene que servir para impulsar la negociación colectiva, que es la expresión más genuina del poder organizado del mundo del trabajo.

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