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Elísabeth Benavent. Foto: Suma de letras.
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Elísabeth Benavent. Imagen: Betacoqueta.com
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Elísabet Benavent: «Creo en los cuentos y en que se pueden reescribir constantemente»

Este va a ser, sin duda, el verano de Elísabet Benavent. La autora valenciana, que ya ha vendido más de cuatro millones de libros, acaba de publicar ‘Cómo (no) escribí nuestra historia’, su novela número 23 y, en paralelo, Netflix tiene previsto el estreno de dos adaptaciones audiovisuales en los próximos meses. El próximo 2 de junio llega a la plataforma la tercera temporada de ‘Valeria’ y el 28 de julio, entra en el catálogo la miniserie ‘Un cuento perfecto’. Hablamos con esta escritora superventas sobre estos proyectos y reflexionamos sobre la evolución de la novela romántica. ¿De verdad son malos tiempos para el amor?

Aurora Muñoz

Hubo un tiempo en el que Elísabet Benavent (Valencia, 1984) no era la chica de pelo azul y labios rojos en tono Ruby Woo que aparece hoy en las contraportadas. De hecho, hace poco más de una década ni ella misma se veía convertida en la autora de bestsellers que se cuela, lanzamiento tras lanzamiento, entre las más recomendadas por jóvenes lectoras en Goodreads. Benavent creció en Gandía, rodeada de libros. Su hermana le abrió las puertas de un universo fantástico con La historia interminable y entonces su inmenso mundo interior se desbordó. Se recuerda escribiendo desde siempre. Tanto es así, que cuando por fin se decidió a seguir el consejo de su entorno cercano y se autopublicó en Amazon, ya tenía guardadas en un cajón siete novelas. En cuanto comenzó a viralizarse la primera de ellas, el mundo editorial puso sus ojos sobre ella.

 

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En los zapatos de Valeria fue el comienzo de un boom literario que la ha colocado al frente del género chick lit [chica conoce chico] en España junto a autoras como Alice Kellen y Megan Maxwell. Con más de 4.000.000 de ejemplares vendidos, Elísabet Benavent se ha consagrado como una indispensable de la literatura romántica contemporánea de la mano de Suma de letras, uno de los sellos de Penguin Random House. En sus páginas recupera las comedias de los noventa y cambia las normas del juego. Sus protagonistas femeninas son mujeres que siguen creyendo en el amor, pero no están dispuestas a someterse al criterio masculino para encontrar su propia valía. Ella misma podría haber sido una de sus heroínas modernas. De hecho, la eterna pregunta que se repite en cada promoción de una nueva novela es qué parte de su biografía se desliza en las historias. «Cualquier persona podría pensar que soy yo. El lector tendrá que decidir lo que se cree y lo que no», dejó en suspenso la propia autora durante la II Jornada de Series de Ficción Espóiler en la Universidad Nebrija.

 

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La realidad es que pocas de nosotras podemos calzarnos un par de Manolo Blahnik como los que luce Carrie en Sexo en Nueva York, pero la que más y la que menos ha vivido alguna noche mítica entre Chueca y Malasaña, como las inseparables de Valeria. No es de extrañar que esta saga de cuatro volúmenes fuese la primera adaptación a la pequeña pantalla de su obra, que ya engloba 23 narraciones de ficción. En mayo de 2020, Netflix estrenó en más de 190 países la primera temporada de la serie protagonizada por Diana Gómez (Valeria), Paula Malia (Carmen), Silma López (Lola) y Teresa Riott (Nerea). Tras encabezar el top de visualizaciones, llegó una segunda temporada en 2021 y esta misma semana entra en el catálogo de la plataforma de streaming su tercera entrega. Miles de espectadoras se han sentido identificadas con la crisis laboral y personal de estas cuatro chicas que buscan su hueco en un Madrid que te da tanto como te quita. Eso mismo le sucedió a Benavent en su llegada a la capital. Vivía en un piso de Estrecho, cerca de Cuatro Caminos, recluida en un piso de 30 metros cuadrados con uno de esos alquileres astronómicos de los que difícilmente se puede escapar, mientras trabajaba en el Departamento de Comunicación de una multinacional. Aquello no era para ella, pero venía dispuesta a sobrevivir a la etapa con música alta y el café muy cargado. Quería conquistar su pedacito de ciudad, como cualquiera de las chicas que salieron de su pluma y… ¡vaya si lo consiguió!.

 

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En esta ocasión, resulta evidente que la propia escritora busca dejar patente los paralelismos, empezando por el nombre de la novelista que protagoniza su nueva publicación, Cómo (no) escribí nuestra historia, que ocupa los escaparates de todas las librerías desde el 11 de abril. Elsa Benavides es una autora de éxito con una cri­sis creativa y una obsesión: matar al personaje que la catapultó al éxito. Sin embargo, la solución a sus problemas no pasa por electrocutar a Valentina con un móvil en la bañera. El asunto es un poco más complicado. Detrás de esta decisión que se va fraguando en la cabeza del su personaje central, se esconde una intensa lucha consigo misma. «Mis amigos dicen que me rompiste porque odiabas que yo fuera más fuerte que tú. Que te pudo el miedo. Que eres un cobarde. Que la única manera que encon­traste para sentirte por encima de mí, con más poder, fue hacerme daño», recoge entre sus líneas. Este nuevo libro, que se ha publicado en 10 países, pone a desfilar por sus páginas a amigos que confunden los límites y se hacen daño, amantes que pulverizan mutuamente, vidas imagina­rias proyectadas en personajes, escritores recelosos y endogámi­cos, convenciones sociales y cánones que nos marcan a fuego, aunque se caen de puro antiguo… Pero, ante todo, desmonta las relaciones tóxicas con una historia original y agridul­ce. Aquí, Benavent nos desvela las claves del libro que te acompañará en tus vacaciones de verano y sus nuevos proyectos con Netflix, que prepara para el 28 de julio el lanzamiento de Un cuento perfecto, una miniserie protagonizada por Anna Castillo Álvaro Mel.

Empecemos por poner las cartas sobre la mesa: ¿alguna que otra vez deseaste matar al personaje de Valeria?

Ahora ya no, porque Valeria se ha portado bien conmigo, pero también es verdad que fueron cuatro libros… Si hubieran sido siete, como los que escribe la protagonista de esta novela, a lo mejor hubiera llegado un momento de desear asfixiarla con mis propias manos, pero nuestra relación es muy sana. Hasta este momento, sólo me ha traído alegrías.

Llevas a tus espaldas cifras millonarias de ventas y, sin embargo, el éxito comercial no va aparejado con un reconocimiento en los medios tradicionales como el que se le concede a autores que han cosechado números similares en otros géneros, como por ejemplo Fernando Aramburu, con Patria. ¿Por qué crees que la literatura romántica continúa segregada?

La verdad es que la novela romántica es la hermana pobre de la literatura, a pesar de que estamos viviendo una época dorada. Ahora mismo hay muchísimas buenas autoras en España que están vendiendo una cantidad de libros brutal, como Alice Kellen y Megan Maxwell.  Esto es acercar en la literatura al público y hacer nuevos lectores entre una audiencia muy joven. No entiendo porque estamos tan apartadas, es un género muy denostado. Creo que tiene mucho que ver con dos conceptos. Por una parte, hay un juicio paternalista y un poco machista hacia estas historias escritas por y para mujeres. Se considera un fenómeno menor y una parte de la crítica mantiene una postura condescendiente, como hubiese que dejar a las niñas que se sigan divirtiendo. A eso hay que sumar que el entretenimiento está muy infravalorado, más aún si nos referimos a la literatura. Parece que hay que leer a los grandes autores rusos todo el día.

 

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En septiembre de 2021, Netflix estrenó una película basada en la bilogía de Canciones y Recuerdos, con Álex González y María Valverde a la cabeza del reparto. Fue tu segundo proyecto con la plataforma de streaming, después de Valeria. La segunda temporada de esta serie introduce un pequeño guiño a Un cuento perfecto, que ocupa el escaparate de una librería que visita constantemente la protagonista. ¿Estaba ya confirmado el triplete?

No lo sabíamos todavía, pero Un cuento perfecto acababa de salir en aquel momento. La segunda entrega de Valeria se grabó en 2020, justo antes de la pandemia, y pensamos que moriría ahí. Hay veces que los libros tienen una vida muy corta y, por cosas de la vida, con esta obra ha pasado algo que no nos explicábamos muy bien. Ha sido el más vendido hasta ahora y también el que ha llegado a más países. Para mí, es un proyecto muy especial. Hemos vendido en Chile, acabamos de venir de Argentina y también es un fenómeno editorial allí.  La expectativa de la serie ha ayudado muchísimo y ahora se cierra el círculo de una manera maravillosa.

Nunca hay garantías de cómo va a recibir el fandom esa recreación audiovisual de las novelas con las que han compartido tantas horas de lectura pero, ¿consideras que el guion y el casting reflejan fielmente tus obras?

En cuanto salió el nombre de Anna castillo, nadie tuvo ninguna duda. Para nosotros es un lujazo que ella haya querido formar parte de este proyecto, porque no puedo pensar en una mejor Margot para el casting de Un cuento perfecto. En esta ocasión, tuve la oportunidad de participar en el proceso desde el principio y ver cómo funciona todo este mundo maravilloso. Me dieron la posibilidad de ser una de las voces que eligen a los actores y la verdad es que hubo unanimidad con todos los personajes. Una vez que los ves en su piel, no hay marcha atrás. De hecho, ya no puedo imaginarme a Valeria y a sus amigas con otras caras, a pesar de que no formé parte de aquella selección. Para mí, Carmen es Paula. Ya no puedo separarlas. Me parece que las cuatro hacen grandes personajes.

 

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Hay infinidad de titulares que trazan una línea directa entre Valeria y Sexo en Nueva York donde Lola sería la versión cañí de Samantha Jones. ¿Las comparaciones son odiosas?

Fue una inspiración, evidentemente. Yo soy de las que se ve las seis temporadas seguidas una vez cada año y medio. Es una serie que forma parte del imaginario de mi generación, pero sí que es verdad que Valeria está contada a la española. Ojalá tanto glamour como en Sexo en Nueva York, pero casi prefiero Malasaña [barrio de Madrid].

Beta Coqueta, tu álter ego en Instagram, tiene 428 mil seguidores y se define como amante de las cosas que brillan, leer, el vino y los gatos. En tu web aseguras que a ratos sois la misma persona y a ratos os tiráis de los pelos. ¿Por qué continuaste una feliz convivencia con ella en esta red social y optaste por finiquitar la cuenta en Twitter?

En Twitter parece que está todo el mundo con un cuchillo entre los dientes y yo no sirvo para eso. Hay un ambiente conflictivo. Si dices: «Me encantan los melocotones», te escribe la asociación de cerezas porque se siente ofendida. A veces me pregunto cómo hemos llegado ahí, con lo fácil que podría ser todo y que estos canales fueran un punto de encuentro, pero hemos decidido que sea un lugar para la disputa y eso me pone muy nerviosa. Yo prefiero quedarme con una comunidad muchísimo más tranquila, como es la de Instagram y que además me permite más caracteres. Allí me siento más cómoda.

 

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Ya que hablamos de esa doble faceta de las redes sociales, ¿se puede ser autora de bestsellers en el siglo XXI y dar esquinazo a ese escrutinio perpetuo?

Merece la pena verlo de otra manera. Las redes sociales te permiten tener un tiempo real del libro y un contacto con la comunidad que se genera a su alrededor del que se aprende muchísimo. A nadie le dan gustito las críticas, pero muchas veces tienes errores repetidos o manías que la gente te señala y te da la oportunidad de corregirlos. Además, se crea un mundo 360 alrededor de las obras que te sirven para compartir procesos. Puedes colgar en Instagram trozos que han sucumbido en la corrección, compartir imágenes que te han inspirado en Pinterest o subir la banda sonora de algunos episodios a Spotify. Las historias se completan.

Un cuento perfecto es una especia de Cenicienta a la inversa y adaptada a nuestros días. Hasta ahí podemos leer, pero ¿hay cabida para las historias de princesas en el mundo real?

Podríamos decir que hay un sitio para historias de princesas que no quieren ser salvadas. Lo que está ya defenestrado es ese papel de la dama que espera que venga un caballero andante a salvarla. Si algo hemos demostrado, es que nos sabemos sacar las castañas del fuego. En realidad, Un cuento perfecto va de eso. Se trata de poner en duda todos los cuentos que nos han leído y desmontar esa búsqueda de la perfección que llevamos encima. Eso es lo que nos hace consumir y amargarnos. Yo creo en los cuentos y en que se pueden reescribir constantemente.

En ese caso, saltémonos un poco aquello de «no hay dos sin tres» y miremos al futuro. Si pudiera haber una cuarta adaptación a la pantalla de otra de tus novelas, ¿cuál te gustaría que fuese?

Mi isla. Me encantaría. Yo lo lanzo, por si alguien recoge el guante. Soñar es gratis.