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Václav Klaus prefiere el calentamiento global al frío

El próximo presidente de la UE juzga positiva una subida de las temperaturas

MANUEL ANSEDE

El primer ministro checo, Mirek Topolánek, resume las prioridades de su país al frente del Consejo de la UE con el eslogan 3E: economía, energía y Europa y el mundo. La segunda E, según Topolánek, 'consiste en la búsqueda del equilibrio entre la protección del medio ambiente y el mantenimiento de la competitividad y la seguridad energética'. La frase, en la que casi cabe cualquier tipo de política, se comprende mejor si se considera una cuarta E no mencionada por el primer ministro: la del escepticismo del presidente checo, Václav Klaus.

El sucesor del dramaturgo Václav Havel al frente de la República no cree que las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero sean las causantes del cambio climático y, en cualquier caso, la idea de un calentamiento global no le parece preocupante. En su libro Planeta azul (no verde) presentado en Madrid por el presidente de honor del Partido Popular, José María Aznar, el 22 de octubre, Klaus asegura que, 'según las últimas estimaciones, en Gran Bretaña puede haber en 2050 unas 2.000 muertes más al año a causa del calor. Al mismo tiempo, se calcula que habrá 20.000 fallecimientos menos por el frío'. Para Klaus, la conclusión es clara: 'Parece que un ligero aumento de las temperaturas únicamente podría ser beneficioso'.

A su juicio, las predicciones del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU, como la que augura que en algunos países de África las cosechas de los cultivos de regadío podrían reducirse a la mitad en 2020, son 'propaganda'.

A la vista del ideario de su presidente, es difícil predecir cuál será el papel de la República Checa en la negociación del próximo protocolo de reducción de emisiones, sustituto del de Kioto, que se concretará en Copenhague en diciembre de 2009. La propuesta de Klaus está sobre la mesa: dejar expedito el camino al liberalismo económico y no pensar en las generaciones futuras. '¿De verdad piensa alguien que nuestros antepasados, por ejemplo en Asia Menor, debían haber evitado que las cabras arruinaran toda la vegetación de ese territorio? ¿Debían nuestros antecesores haber pensado en nosotros ya en aquel entonces?', se pregunta en su libro el próximo presidente de la Unión Europea.

 

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