Este artículo se publicó hace 17 años.
Abás pide a los palestinos de Gaza que derroquen a Hamás
Todo apunta a que se trata de una estrategia para congraciarse con Israel y Estados Unidos.
Eugenio García Gascón
Es sólo un deseo pero los deseos forman parte intrínseca del conflicto de Oriente Próximo y también de las sinuosidades y complicaciones cada vez mayores que comporta el enfrentamiento fraticida entre Fatah y Hamas.
El presidente Mahmud Abás arremetió ayer contra los fundamentalistas aunque está claro que sus palabras obedecen más a una pretensión que a una realidad, pues Hamas controla totalmente la franja de Gaza y no existe ningún indicio de que las tornas vayan a cambiar a corto o medio plazo.
Abás quiere que la población se rebele contra el ejecutivo "ilegítimo" de los fundamentalistas, quizás como continuación de los incidentes del 12 de noviembre, cuando decenas de miles de hombres de Fatah se manifestaron en Gaza.
"Hemos de echar abajo a esa banda que ha tomado Gaza mediante la fuerza de las armas y está aprovechándose del sufrimiento y el dolor de nuestro pueblo", insistió Abás.
En su opinión, Gaza está tomada por unas "bandas fuera de la ley" que convierten en insoportable la vida de la población.
Es decir, que Hamas es la causante de los trabajos que soportan a diario los gazenses, y no el boicot que le ha impuesto la comunidad internacional incitada por Israel y Estados Unidos.
Se refirió a Hamas como una banda, olvidando que nunca hubo en Gaza tantas bandas y delincuentes comunes armados como cuando gobernaba Fatah, y que la gente en general recibió como agua bendita el supuesto "golpe de estado" de un gobierno elegido democráticamente que, además, llevó la normalidad a las calles.
Abás, como Israel, espera que el descontento aumente conforme aumentan las dificultades que acosan a la población. Sin embargo, no está claro que la mayoría de los gazenses estén en contra de Hamas.
Todo apunta a que las declaraciones de Abás forman parte de un juego que está relacionado con la conferencia que el presidente Bush ha convocado para finales de noviembre o principios de diciembre.
Son palabras que se lleva el viento pero que Abás se ve forzado a pronunciar para aparecer como un buen muchacho y quedar bien con israelíes y estadounidenses, porque él mismo sabe que el gobierno de Hamas no cederá el poder en las actuales circunstancias.
Los israelíes ya han señalado que en la conferencia de Annapolis no discutirán de ninguna cuestión esencial, como Jerusalén, las fronteras, los refugiados o el agua, y que estos temas quedarán, una vez más, para más adelante.
Israel acude a Annapolis a aparentar, a simular que se hace algo, como ayer decía el editorial del Haaretz, a "sabotear" el progreso político de las negociaciones.
Probablemente porque el primer ministro Ehud Olmert no cuenta con el respaldo de casi nadie.En Israel estos días no se habla más que de "Estado judío", la última condición que ha impuesto Olmert a los palestinos para empezar a hablar.
Los palestinos no sólo tienen que reconocer a Israel sino que tienen que reconocerlo como "Estado judío".No es una minucia porque lo que está en juego es el futuro de los refugiados palestinos. El argumento es sencillo: los refugiados no tienen cabida en un "Estado judío", y si lo desean pueden irse al futuro estado palestino.
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