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Acuerdo de Adana Un acuerdo con Turquía de 1998 podría salvar del caos al norte de Siria 

A todos los despropósitos cometidos desde hace ocho años en Siria se suma la invasión turca del nordeste del país. La presencia de tropas de Ankara en la zona comportará una mayor inestabilidad regional, de ahí que la aplicación del acuerdo de Adana, firmado en 1998, sea crucial para resolver los problemas. Su aplicación depende de Erdogan.

Los combatientes rebeldes sirios respaldados por Turquía alzan la bandera de la oposición siria en la ciudad fronteriza de Tel Abyad. REUTERS / Khalil Ashawi

eugenio garcía gascón 

Hace solo unos meses, en enero de 2019, Turquía y Rusia coincidieron en que el acuerdo de Adana todavía era relevante y que reanudar su aplicación podría responder a las inquietudes de Ankara relativas a la frontera con Siria. El de Adana fue un notable compromiso que en 1998 firmaron los presidentes de los dos países, Suleyman Demirel y Hafez al Asad, se prolongó durante más de una década y fue eficaz hasta que estalló la guerra en 2011. 

En esencia, determinaba que el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que entonces, como ahora, operaba básicamente en el Kurdistán turco, dejaría de contar con el apoyo del gobierno de Damasco y de los kurdos del norte de Siria, una población que en gran parte es oriunda de Turquía, de donde huyeron el pasado siglo. 

Estos días ha vuelto a hablarse de ese pacto. Teherán, que ha ofrecido su mediación en el último sarpullido del conflicto, ha indicado que sus principios básicos siguen siendo válidos, quizás susceptibles de alguna adaptación a la situación actual, pero capaz de poner fin al contencioso. Naturalmente, su aplicación implicaría el despliegue del ejército sirio a lo largo de la frontera, como antes del inicio de la guerra. 

La intervención rusa cambió las tornas y ahora el ejército está capacitado para desplegarse en el Kurdistán

De hecho, el presidente Recep Tayyip Erdogan estuvo lamentándose durante meses de que el gobierno de Damasco no cumpliera los compromisos de Adana. Sin embargo, Damasco poco pudo hacer por cumplirlos ya que durante la atroz guerra de los últimos años apenas fue capaz de mantenerse en pie en unas pocas zonas del país. La intervención rusa cambió las tornas y ahora el ejército está capacitado para desplegarse en el Kurdistán, y más concretamente a lo largo de la frontera. 

Por lo tanto, la excusa que Erdogan dio en el pasado, es decir que el gobierno de Damasco no estaba aplicando el acuerdo de Adana, y que eso exigía una intervención militar de Turquía en el norte de Siria, ya no es válida. Las tornas han vuelto a cambiar y ahora eso es posible y solo depende de la buena voluntad del presidente Erdogan. 

En este sentido, en enero pasado, durante una concentración en la provincia de Erzurum, Erdogan dijo: "Este acuerdo (de Adana) abre el camino para entrar en esos territorios si tienen lugar acontecimientos adversos", refiriéndose al control de los kurdos, apoyados por Estados Unidos, Israel y otros países, y a sus conexiones claras con el PKK. Erdogan agregó que esperaba que el acuerdo se aplicara en todas sus partes. 

Por esos días, Erdogan se reunió con Vladimir Putin y los dos abordaron la cuestión. Poco después, altos cargos rusos indicaron que si el acuerdo se aplicaba completamente, podría resolver una de las mayores disputas del conflicto, el estatus del YPG, las unidades kurdas que controlan el nordeste del país. 

El gobierno de Damasco ha vuelto a autorizar las operaciones del PKK en su territorio

¿Qué se dijo en el compromiso de Adana de 1998? Pues el entonces presidente Hafez al Asad reconoció al PKK como una organización terrorista y prohibió todas sus actividades y las de las organizaciones afiliadas al PKK dentro de Siria. Hay que tener en cuenta que, con anterioridad, el líder del PKK, Abdullah Ocalam, residió en Siria y desde allí dirigió las actividades del PKK en el interior de Turquía. 

Un artículo del texto es muy claro al respecto: "Siria, en base al principio de reciprocidad, no permitirá ninguna actividad que emane desde su territorio para cuestionar la seguridad y estabilidad de Turquía. Siria no permitirá el suministro de armas, material logístico, apoyo financiero y actividades de propaganda del PKK en su territorio". 

Como consecuencia, Damasco cerró las bases del PKK y expulsó a Ocalam, quien al año siguiente, en 1999, fue capturado por los servicios de inteligencia turcos, llevado a Turquía, juzgado y condenado, y hoy día sigue en prisión. Su figura mítica entre los kurdos de Turquía, y también de Siria, sigue propiciando adhesiones. En las ciudades del Kurdistán sirio se ven imágenes de Ocalam en los lugares públicos e institucionales. 

La colaboración prevista en Adana incluía reuniones periódicas de los servicios de inteligencia turcos y sirios, y se fue a pique en 2011, con el inicio de las revueltas en Siria. Desde entonces, el gobierno de Damasco ha vuelto a autorizar las operaciones del PKK en su territorio e incluso ha facilitado la presencia del PKK en el Kurdistán sirio, algo que para Erdogan es inaceptable. 

Damasco estaba dispuesto a reanudar la aplicación del acuerdo si Turquía dejaba de colaborar con el Ejército Sirio Libre

El presidente turco, que hasta poco antes había sido amigo personal de su colega Bashar al Asad, le acusó de haber causado el éxodo de millones de sirios y lo responsabilizó de la muerte de casi un millón de personas. Erdogan rompió todas las relaciones y los contactos con él, de manera que el acuerdo de Adana dejó de aplicarse. 

No hay ningún indicio de que Erdogan planee una reconciliación con Asad, así que la única salida que le ha quedado es enviar sus tropas al Kurdistán con el fin de crear una "zona segura" de 30 kilómetros de anchura a lo largo de la frontera, en la que piensa asentar a por lo menos dos millones de refugiados modificando sustancialmente la demografía. Los refugiados también servirían de colchón entre los kurdos de Turquía y los de Siria. 

Este mismo año, la agencia de noticias oficial de Siria, SANA, indicó que el gobierno de Damasco estaba dispuesto a reanudar la aplicación del acuerdo si Turquía dejaba de colaborar con el Ejército Sirio Libre y con las milicias yihadistas que Ankara está utilizando como fuerza de choque contra los kurdos. Además, Ankara se niega a negociar con Damasco una solución para la provincia de Idlib, una zona plagada de yihadistas que en muchos casos cuentan con el apoyo material, económico y logístico de Erdogan.

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