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Alzamiento húngaro en 'Orbanistán'

Los opositores a los recortes democráticos del primer ministro ultraconservador, Viktor Orban, denuncian una 'dictadura encubierta'

PIOTR KOWALSKI

La oposición al Gobierno derechista de Viktor Orban en Hungría no está dispuesta a que le tapen la boca y ha decidido movi-lizarse contra la 'dictadura encubierta' que ejerce el primer ministro magiar en el país.

Orban, que accedió al poder hace casi dos años y tiene un importante apoyo popular, controla dos tercios del Parlamento y mantiene una enco-nada confrontación con la oposición de centroizquierda e izquierda. El jefe del Gobierno ejecuta una política tan ultraconservadora que la oposición ya denomina al país 'Orbanistán': ejerce el control de las principales instituciones y medios de comunicación públicos y privados a través de una ley mordaza que limita la liber-tad de expresión y de prensa; está contemporizando con la potente y agresiva extrema derecha; y ha nombrado a personajes claramente antisemitas en puestos clave de la vida cultural, como es el caso del director del Nuevo Teatro de Budapest, György Dömer.

La nueva Carta Magna acentúa la xenofobia y pone trabas a cultos que no sean el cristiano

La entrada en vigor, el pasado 2 de enero, de una nueva Constitución que, según la oposición de izquierda y representantes de la sociedad civil, abre la puerta a un régimen autoritario, aleja aún más a Hungría de la Europa democrática. La Carta Magna pone el acento en la xenofobia nacionalista húngara, hace una referencia explícita a la religión cristiana, se enco-mienda a que 'Dios bendiga a los húngaros' y pone trabas a otros cultos. También impulsa el revanchismo contra los antiguos dirigentes comu-nistas e imposibilita el aborto y el matrimonio homosexual. En el ámbito político, reduce el número de diputados y fija una sola vuelta electoral, favoreciendo al Fidesz, el partido guber-namental de Orban, en detrimento de las pequeñas formaciones.

La polémica Constitución otorga el derecho al voto a cualquier ciuda-dano de origen húngaro que viva en el extranjero, lo que ha levantado ampollas en países soberanos donde viven importantes minorías húngaras, como Eslovaquia. Además, los puestos de responsabilidad del aparato de Estado en ámbitos como la economía, la Policía, la Justicia, las Fuerzas Armadas y los medios de comunicación públicos, quedan en manos de personas de la máxima confianza de Orban, con mandatos blindados de entre 9 y 12 años.

En el terreno económico, la Carta Magna fija una tasa única de impuestos sobre el IRPF del 16%, lo que, según la oposición, atará las manos de los futuros gobiernos en materia presupuestaria. Pero lo que ha inflamado los ánimos entre Budapest y la Unión Europea (UE) es la reforma del Banco Central Húngaro (MNB), que pone en entredicho la independencia de dicha institución nacional respecto del Ejecutivo, como plantea la UE. La reforma otorga la designación de una mayoría de los miembros del Consejo Monetario del Banco Central seis de los nueve al Parlamento, que está controlado por el partido de Orban, lo que en la práctica imposibilita una modificación de la ley.

Los puestos clave del Estado se reservan para gente de confianza, en mandatos de 9 a 12 años

Protesta de 100.000 manifestantes

El descontento social va en aumento en Hungría y el día de la entrada en vigor de la nueva Ley Fundamental magiar, 100.000 personas protestaron en las calles de Budapest contra lo que el politólogo Andras Mink calificó de 'golpe constitucional' de Orban, al que algunos opositores llaman 'Viktador'. Formaciones como el MSZP (socialdemócrata), los ecologistas de izquierda de LMP y el partido DK del ex primer ministro socialista Ferenc Gyurcsany son la punta de lanza del movimiento contestatario. Pero para el Fidesz las protestas sólo son una 'parodia política'.

Orban no se inmuta y, mientras una parte de la población lo acusa de dictador, él mira para otro lado o se dedica a inaugurar exposiciones en Budapest que glorifican la nueva Constitución, como Héroes, reyes y santos, una muestra que recorre el último milenio de la historia de Hungría y ensalza la figura del primer ministro derechista.

Una ley mordaza' limita la libertad de expresión y de prensa, y controla todos los medios

'Sería de risa si no fuera una cosa tan tremenda. Orban se ha vuelto loco', señala el filósofo de izquierda radical Gaspar Miklos Tamas. 'La resistencia progresa sin parar', afirma el filósofo opositor. En el campo de los contestatarios se encuentran también antiguos colaboradores de Orban que desprecian sus métodos de gobierno autoritarios. 'Estamos construyendo una verdadera coalición opositora' a Orban, asegura Dandor Székely, copresidente del movimiento Solidaridad, que organizó la masiva manifestación de Budapest. Székely explica que 'Orban ha arruinado la economía del país y los valores democráticos; por eso la cólera es tan grande'.

'Lo que el grupo parlamentario Fidesz está haciendo bajo la dirección de Viktor Orban es una amenaza vital. Esto no es promover los derechos de la nación húngara. Se puede describir como una traición capital', asegura Attila Mesterházy, el líder del socialdemócrata MSZP.

Como indica el diario polaco Gazeta Wyborcza: 'La oposición húngara y los expertos occidentales coinciden en que Viktor Orban y su partido Fidesz han logrado impo-ner leyes que socavan el sistema democrático. Gracias a eso las autoridades han aumentado su control sobre el Banco Central, los medios, el Tribunal Constitucional y muchas otras instituciones públicas'. Según las encuestas, el Fidesz de Orban ha perdido un 18% de sus votantes, pero la oposición democrática está aún dividida y el 54% de los electores no se decanta por ningún partido. Todo indica que en Hungría hay Orbanistán para rato.

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