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Aplazada la firma del nuevo acuerdo de paz en Colombia

Los generales que acompañaron las negociaciones en La Habana piden una reunión con el presidente Santos porque consideran que una parte del tratado se negoció a sus espaldas.

El expresidente de Colombia Álvaro Uribe saluda a militares en la Base Aérea de Rionegro. / ARCHIVO

ANTONIO ALBIÑANA

BOGOTÁ.- Coincidían, por primera vez en Bogotá, todos los integrantes del Secretariado de las FARC para firmar con el Gobierno del presidente Santos el nuevo y definitivo Acuerdo de Paz, en una ceremonia que debía celebrarse en la tarde de este martes en la Quinta de Bolívar, donde residió el libertador. Allí los máximos jefes de la fuerza militar exigieron la presencia en sus instalaciones de los negociadores oficiales De la Calle y Jaramillo, para mostrarles su oposición a diversos puntos del Acuerdo.

Los generales que acompañaron la negociación de paz han pedido una reunión urgente con el presidente Santos porque consideran que una parte se negoció a sus espaldas

Mientras circulaba una dura carta de generales retirados, los Comandantes expresaron su descontento, especialmente con un punto, recogido en el párrafo 2º del artículo 44 del texto que prevé la responsabilidad del superior jerárquico en los altos de sus subalternos, por el que podrían ser llamados en el futuro, cuando se aplique la Justicia Especial para para Paz, prevista en los Acuerdos, numerosos jerarcas militares que ejercían su autoridad cuando se provocaron masacres y crímenes, como los denominados “falsos positivos”.

Los generales que acompañaron la negociación de paz en La Habana, Mora Rangel y Flórez, han pedido también una reunión urgente con el presidente Santos, por considerar que esta parte del acuerdo se negoció a sus espaldas, mientras el Gobierno ha suspendido la firma del acuerdo de Paz anunciando que antes de producirse esta, se corregirá el texto, aunque se había anunciado y difundido como “inamovible”.

Los delegados del Gobierno celebran hoy reuniones con los jefes de las FARC, para lograr que acepten estas modificaciones que permitan apaciguar a los militares y poder cerrar definitivamente una guerra que dura más de medio siglo y que hoy está pendiente de un frágil alto el fuego bilateral, con 7.000 guerrilleros armados y a la espera en sus frentes de combate.

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