Este artículo se publicó hace 13 años.
El árbitro de las primarias del PS francés no toma partido
Montebourg pide a los candidatos a la segunda vuelta que "renuncien a recetas del pasado"
Ni Martine Aubry ni François Hollande. Y sí una lista de compromisos firmes. El diputado Arnaud Montebourg, que se convirtió anteayer en líder del ala izquierda del Partido Socialista (PS) y árbitro indiscutible de la designación del futuro candidato socialista a la presidencia de Francia, anunció ayer que no dará ninguna consigna de voto para este domingo, en la segunda vuelta de las primarias del PS.
Montebourg, que el domingo concentró un 17% de los votos en la primera vuelta de las primarias socialistas gracias a un programa innovador que va directo al grano, mantuvo ayer una intensa actividad para definir su línea. Nada menos que dos reuniones con sus partidarios, tres con su estado mayor, una larga serie de telefonazos con líderes exrivales y exsocios dentro del PS, y hasta encuentros con pesos pesados: la histórica Ségolène Royal, gran derrotada de la primera vuelta de las primarias; e incluso sorpresa un breve encuentro con el candidato ganador de la primera vuelta, François Hollande.
El diputado pide a Aubry y Hollande que expliquen cómo salir de la crisis
Todo ello antes de una comparecencia ante millones de franceses, por la televisión pública France 2, en el preciso instante señal de que habla de tú a tú con los "grandes" del PS en que la lideresa Martine Aubry comparecía por la rival privada TF1.
El diputado, del que muchos se temían que fuera corriendo con su 17% de votos a negociar un cargo de ministro con Hollande o con Aubry escenario muy clásico de las "corrientes" del PS en el pasado, fue taxativo: "No sé si soy un árbitro entre Hollande o Aubry, pero voy a pedirles que se posicionen claramente, por escrito, y públicamente".
Cartas públicasMontebourg quiere compromisos firmes sobre corrupción y control de la banca
Se tratará de que, en un intercambio de cartas públicas, Aubry y Hollande "digan qué quieren hacer en cuanto a control del sector financiero, proteccionismo europeo como el que aplican países como Brasil o India, lucha contra la corrupción, poder de los ciudadanos sobre los cargos electos y paso a la Sexta República", explicó Montebourg.
Por si no hubiera quedado claro, recalcó: "Si Aubry y Hollande no son capaces de superarse a sí mismos y de renunciar a ciertas recetas de gestores del sistema que se aplicaron en el pasado", no sólo no dará ninguna consigna de voto el domingo próximo, sino que ni siquiera se pronunciará personalmente.
Montebourg negó que sea el "ala izquierda" del PS, en una réplica indirecta al primer ministro conservador, François Fillon, que ayer hizo una alusión velada a Montebourg como amenaza. Por el contrario, aseguró estar "en la encrucijada de todas las izquierdas".
La declaración de Montebourg coloca las cosas en el punto en que habían quedado antes de que se encendieran los proyectores de los medios mundiales sobre las primarias que designarán al rival de Nicolas Sarkozy: regresa la cuestión clave de volver a centrar la política francesa en los auténticos ejes del modelo social de este país, fuera de todo personalismo y de todo marketing político.
A ese efecto, el candidato presidencial del Frente de Izquierdas, Jean-Luc Mélenchon, plantó otra baliza ayer. Aplaudió el "avance espectacular" de Arnaud Montebourg en las primarias del PS, y le expresó su deseo de que "no acepte ningún regateo ni apaño de circunstancias para la segunda vuelta" de las primarias.
"Ideas innovadoras""Destaco, sobre todo, que el avance espectacular de Arnaud Montebourg se hace con ideas innovadoras, y en términos a menudo idénticos que los del Frente de Izquierdas", señaló Mélenchon, que encabeza la segunda fuerza de la izquierda francesa con un 10,3% de votos en las elecciones departamentales de marzo pasado, y capitaliza entre un 8% y un 12% de intenciones de voto, según los sondeos, para las presidenciales de 2012.
El entendimiento Montebourg-Mélenchon, ambos partidarios de una "estrategia de Frente Popular", coloca ahora a los centristas Aubry y Hollande, y a Nicolas Sarkozy, en una configuración política inédita.
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