Este artículo se publicó hace 14 años.
La Armada chilena hizo más mortífero el tsunami
La mayor parte de los casi 800 muertos producidos tras el terremoto fallecieron por olas gigantes en las ciudades costeras
La Armada de Chile reconoció ayer tener "una responsabilidad compartida" con el Gobierno por los centenares de muertos que causó el tsunami tras el terremoto de la madrugada del 27 de febrero.
Aquel día, las alarmas no se activaron para la población, pero además después de consultar a la Armada la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, habló a los medios y descartó que hubiera peligro de maremoto. Muchas personas que habían tomado la precaución de alejarse de la costa, regresaron entonces y fueron arrastradas por el agua.
El fax de alerta que se envió a la Oficina de Emergencias esa noche era ilegible
Sin embargo, el jefe de la Armada, el almirante Edmundo González, explicó que la responsabilidad es "compartida". La razón es que, según él, el fax que el Centro Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA) envió a la Oficina Nacional de Emergencia a las cuatro de la madrugada, en el que se advertía del riesgo de tsunami, era ilegible.
"La presidenta llamó al SHOA como a las 5.15 y fuimos poco claros en la información que le entregamos. No fuimos precisos y hubo titubeos de nuestra parte" respecto a la amenaza de tsunami, reconoció González.
Aún no se sabe el total de las víctimas mortales que produjo la acometida del mar. Hasta ahora, las muertes provocadas por el terremoto y el tsunami en todo el país suman 805, pero la mayoría de los cuerpos arrastrados por las aguas aún no han sido localizados.
Una réplica de seis grados desató ayer el pánico en Concepción
El terremoto fue a las 3.34 horas. A las 5.00, llegó la primera ola que afectó a las regiones de Maule y Bío Bío y al archipiélago de Juan Fernández, especialmente a la capital, Robinson Crusoe. Esa primera ola ha sido calificada de "mediana intensidad": una ola grande pero no catastrófica.
Una ola de más de tres metrosEl primer golpe de mar advirtió a numerosos habitantes, que salieron de sus casas y se alejaron a zonas de altura a pie o en coche.
A las 5.20 horas, las autoridades descartaron en la radio el peligro de tsunami, y cientos de los que estaban en los cerros regresaron a la costa. A las 5.30, se produjo la segunda ola, descrita como "muy fuerte". Se calcula que superó los tres metros de altura y arrasó con todo a su paso: se llevó coches con familia enteras. A las 6.05 horas, vino una última ola de "fuerte intensidad".
La presidenta Bachelet y las autoridades involucradas han evitado referirse al tema. "Más tarde, vendrá la hora de la caza de brujas", dijo Bachelet.
El viceministro de Interior, Patricio Rosende, afirmó que, tras la tercera noche de toque de queda, "la situación del orden público se ha normalizado en todo el país". A las regiones de Maule y Bío Bío, las más afectadas por la catástrofe, han llegado ya siete toneladas de ayuda humanitaria que se han empezado a repartir.
"Le pido a las autoridades que se acuerden de los pescadores y los pueblos pequeños. Nosotros hemos trabajado duro para que ustedes se puedan servir marisco fresco", imploró Juan, pescador de caleta Tubul, a un canal de televisión, recordando que hay muchos ancianos durmiendo en la calle y sin abrigo ni medicinas.
El Gobierno ha pedido calma y asegura que la ayuda llegará pronto. La cooperación internacional continúa afluyendo al país suramericano.
Una fuerte réplica de 6,0 grados Richter se sintió en la tarde de ayer en Concepción. La gente corrió despavorida por las calles, amenazada por el inminente derrumbe de varios edificios del centro de la ciudad. Los bomberos tienen ya pocas esperanzas de encontrar supervivientes en el edificio de 14 plantas que se desplomó en el centro.
No obstante, gran parte de las 79 personas que se suponía bajo los escombros en realidad habían escapado. Muchos estaban heridos y todavía no habían podido comunicarse con los suyos.
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