Más de 230 muertos en dos días de combates entre fuerzas sirias y grupos pro Al Asad
Rusia llama a la calma y a detener el "derramamiento de sangre".

Damasco--Actualizado a
Al menos 237 personas, entre ellas 142 civiles, han muerto en dos días de enfrentamientos entre las fuerzas de la nueva administración de Siria y grupos leales al depuesto presidente Bachar al Asad en las provincias costeras del país, informó este viernes el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. Es la mayor ola de violencia registrada en Siria desde el derrocamiento del expresidente sirio, el pasado 8 de diciembre.
La ONG indicó que la violencia concentrada principalmente en las provincias mediterráneas de Latakia, el antiguo feudo de la familia Al Asad y núcleo de la minoría alauita, la rama del islam chií que profesa el clan del exmandatario, y Tartús ha causado la muerte de 50 miembros de los ministerios de Defensa e Interior de las nuevas autoridades de Damasco, de 45 combatientes leales a Al Asad y a seis civiles.
Las nuevas fuerzas de seguridad sirias han ejecutado, principalmente en las localidades de Al Hafa, Al Mojtareya y Al Sher de Latakia, al menos a 136 civiles de la minoría alauita, "entre ellos niños y mujeres", en los dos últimos días, informó este viernes el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en el Reino Unido y una amplia red de colaboradores sobre el terreno.
Las nuevas autoridades de Siria extendieron, según la agencia de noticias oficial siria SANA, los toques de queda en Latakia y Tartús hasta la mañana del sábado, en medio del repunte de la violencia.
El jefe de la Inteligencia siria, Anas Jattab, dijo que "ex líderes militares y de seguridad afiliados al extinto régimen están detrás de la planificación" de estos ataques contra las nuevas fuerzas que controlan Damasco, mientras que aseguró que están dirigidos por "algunas figuras fugitivas fuera del país".
Miedos a un nuevo conflicto sectario
Estos enfrentamientos, que estallaron tras los ataques de grupos pro Al Asad contra las fuerzas de seguridad, han despertado también temores a un nuevo conflicto sectario en un momento en el que las autoridades de Damasco están tratando de dar una imagen de unidad entre las diferentes etnias y confesiones que conviven en Siria.
La agencia oficial de noticias siria SANA ha afirmado que los grupos leales al antiguo régimen están "afiliados al criminal de guerra Suail al Hasan", quien lideró una fuerza de élite de Al Asad denominada Al Nemr (El Tigre, en árabe) y es uno de los elementos más buscados por las nuevas autoridades de Damasco.
Asimismo, el medio denunció que seis hospitales en Latakia y en Tartús, también en la costa mediterránea, fueron objeto de "ataques directos y asaltos por parte de los remanentes del antiguo régimen", mientras que grupos de activistas denunciaron que los grupos armados también apuntaron contra ambulancias y manifestantes pacíficos.
"Desde el primer día nos hemos enfrentado a una guerra oculta, anunciada para romper la voluntad del pueblo sirio y derrotarlo en materia de seguridad, política y gobernanza", dijo el ministro de Exteriores sirio, Asaad al Shaibani, en su cuenta de X en reacción a los acontecimientos en el oeste de Siria.
Operaciones de asedio
El portavoz del Ministerio de Defensa sirio, Hassan Abdulgani, dijo a SANA que las fuerzas de seguridad "lograron un rápido progreso en el terreno y restablecieron el control sobre las áreas que fueron testigo de ataques traicioneros contra el personal de seguridad pública".
Asimismo, indicó que se están llevando a cabo operaciones de asedio para cercar a los combatientes leales a Al Asad, mientras que las fuerzas del Ministerio "continúan avanzando de acuerdo con los planes operativos aprobados".
Este es el peor incidente de seguridad desde el derrocamiento del régimen de Al Asad el pasado 8 de diciembre, cuando las nuevas autoridades de Damasco lideradas por el ahora presidente interino de Siria, el islamista Ahmed al Sharaa, tomaron el poder.
Según el Observatorio, miembros leales al antiguo presidente tomaron el control de puntos militares como la base aérea de Astamu y Al Qardaha, mientras que se atrincheraron en "áreas difíciles de las montañas de Latakia", desde donde también lanzaron ataques contra las fuerzas de seguridad de la nueva administración.
Otros atacantes también se atrincheraron en edificios de la ciudad de Jableh, donde se han producido ataques de guerrilla, por lo que los ministerios de Defensa e Interior mandaron grandes refuerzos desde las provincias norteñas de Idlib, Alepo y Hama para apoyar a sus fuerzas.
Ante esta ola de violencia, cientos de personas salieron a las calles de varios puntos de Siria en apoyo del nuevo Gobierno.
Latakia es un antiguo feudo de la familia Al Asad y el núcleo de la minoría alauita, rama del chiísmo que profesa el derrocado presidente ahora exiliado en Moscú.
Rusia pide el fin del "derramamiento de sangre"
Mientras tanto, Rusia, que mantiene en Siria bases militares, cuyo destino todavía está en suspenso, expresó su preocupación ante el repunte de la violencia. "Estamos preocupados por el brusco deterioro de la situación en Siria", afirmó la portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, María Zajárova, en un comentario publicado en el portal oficial de la diplomacia rusa.
"En estas circunstancias críticas llamamos a todos los líderes sirios con autoridad suficiente para incidir en la situación in situ a hacer todo lo posible para lograr un pronto fin del derramamiento de sangre y evitar víctimas entre la población civil", señaló Zajárova.
La diplomacia rusa destacó la importancia de "mantener la concordia nacional, fortalecer la seguridad de los ciudadanos, respetar sus derechos legítimos independientemente de su nacionalidad o credo".
"Confirmamos nuestra posición de principios en apoyo a la soberanía, unidad e integridad territorial de la República Árabe de Siria", añadió.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, lanzó un mensaje de tranquilidad al respecto al señalar que "la seguridad de nuestros militares se garantiza al debido nivel" y evitó ofrecer más comentarios.
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