Este artículo se publicó hace 14 años.
La ayuda ya llega a otras ciudades
El Ejército de EEUU transporta la comida y las medicinas en helicóptero a las zonas menos accesibles de Haití
Un helicóptero de la armada estadounidense aterriza en Jacmel, la tercera ciudad en importancia de Haití, situada al sur de Puerto Príncipe y donde el terremoto ha dejado 50.000 personas que deambulan sin casa y casi 1.000 muertos.
Hasta ahora, la ayuda internacional no había llegado hasta esta zona por culpa de uno de los problemas que más están ralentizando la recuperación del país: el transporte. Desplazarse desde Puerto Príncipe por carretera es un trayecto que supera las 12 horas por un camino imposible. "Buena suerte", saluda dando la mano muy ceremonioso Will Kudrupp, el jefe del Ejército de EEUU encargado de supervisar la misión de Jacmel.
Un grupo de marines carga agua en el aparato y en él se montan el piloto, el copiloto y dos soldados muy jóvenes en la parte de atrás que, con el aparato a cierta altura, abren la puerta y asoman la cabeza para ver Puerto Príncipe arrasado. "¡Look!", se avisan el uno al otro cada vez que algo les llama la atención.
En helicóptero, el viaje dura apenas media hora de un recorrido que, al dejar la capital de Haití, entra en un paisaje montañoso, con chabolas construidas en cualquier recodo y vegetación de palmeras. En un viaje anterior, el mismo helicóptero ha hecho un reconocimiento para ver si se puede aterrizar.
"Llegamos a todos lados"El terreno es desconocido para los estadounidenses. "Pero somos profesionales, expertos y llegamos a todos los lados", explica ufano el mayor Kudrupp. El piloto del aparato, un helicóptero gris modelo Sea Hawk, se abre paso por las laderas serpenteantes y estrechas y hace un picado antes de aterrizar en una pista donde espera el personal del Programa Mundial de Alimentos, de Naciones Unidas.
"Queremos que vengan, pero no para quedarse", dice un haitiano
La aeronave se posa en tierra con suavidad. Lo primero es dar alimentos a la población. "Hoy vamos a repartir unas 90.000 raciones (galletas energéticas y agua),", explica Alejandro López-Chicheri, portavoz del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, que ayer también repartió comida en convoyes en doce puntos de Puerto Príncipe.
Los soldados son recibidos por una decena de vecinos de Jacmel que han podido acceder a la pista de aterrizaje y que se esmeran en ayudar a bajar las cajas de agua. Militares y civiles organizan una cadena donde las cajas de agua pasan de mano en mano con rapidez asombrosa.
Miles de personas que han perdido su casa esperan detrás de la verja que rodea las instalaciones, muchos de ellos se apelotonan frente a la alambrada y gritan para pedir comida, pero el ruido del helicóptero tapa cualquier protesta.
"Han venido los americanos", le dice Patrick, un adolescente de 14 años a un amigo. Los niños de Jacmel miran cómo los soldados bajan el agua y luego observan cómo el helicóptero despega rumbo a Puerto Príncipe a por más mercancía.
Para llegar a Jacmel se necesitan unas 12 horas por una carretera imposible
Los soldados tocan la cabeza de algunos de los pequeños. El helicóptero hace un ruido atroz y levanta muchísimo polvo, pero los críos siguen la operación a escasos metros del lugar. "Queremos que vengan, pero no que vengan para quedarse", se queja con desconfianza un hombre que ha acudido también a ayudar.
La presencia del ejército estadounidense ya es masiva en el aeropuerto de Puerto Príncipe, desde donde apoyan al personal de las Naciones Unidas en la fase del reparto de ayuda. Además, han instalado un hospital de campaña donde ayer atendieron a varios heridos, la mayoría haitianos emparentados o con nacionalidad estadounidense.
La ayuda llega tardeAdemás de Jacmel, Gressier y Peti-Goave, ciudades costeras al este de Puerto Príncipe, también fueron devastadas por el seísmo. Aquí también la ayuda internacional llega tarde. El paisaje se repite: miles de personas están durmiendo en la calle, en tiendas de campaña, sin comida ni condiciones higiénicas ni sanidad.
Las quejas de los vecinos son continuas: "Si la ayuda no llega a Puerto Príncipe, ¿cómo nos va a llegar ni siquiera a nosotros?", concluye Jean al lado de las cajas de agua que los estadounidenses han trasladado hasta Jacmel.
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