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Bahrein decreta la ley marcial para frenar la rebelión chií

El monarca suní Al Jalifa encarga al Ejército que acabe con las protestas populares

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

El rey de Bahrein, Hamad Ben Isa al Jalifa, declaró ayer la ley marcial durante los próximos tres meses y cedió al Ejército el testigo de mando con la intención de que sean los militares quienes aplasten las protestas populares chiíes que se iniciaron en febrero y que han costado la vida al menos a diez personas. Las revueltas también han provocado una inestabilidad política que los países vecinos temen que sea contagiosa.

La decisión llega 24 horas después de que más de un millar de soldados de Arabia Saudí y de los restantes países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) que reúne, además, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Omán y Qatar entraran el lunes en Bahrein a petición del monarca y con el consentimiento de EEUU.

Irán calificó de 'inaceptable' la presencia de tropas extranjeras en Bahrein, un país que perteneció a la antigua Persia y donde el 70% de la población es chií. La familia real, la élite gobernante y el Ejército son suníes, y los chiíes se consideran discriminados en prácticamente todos los ámbitos, sobre todo a la hora de encontrar un trabajo.

Estados Unidos trata de escurrir su implicación en la crisis a pesar de que Bahrein da cobijo a la principal base de la V Flota de la Marina estadounidense, cuya función principal consiste en vigilar a Irán. Washington dijo en un primer momento que no fueron advertidos de la entrada de las tropas saudíes en Bahrein, aunque ayer reconoció que fue avisado el domingo y que considera que la llegada de tropas del CCG no es 'una invasión'.

A pesar de esto, un portavoz de la Casa Blanca, TommyVietor, se inclinó por buscar una solución negociada al conflicto. 'Una cosa está clara: no hay una solución militar a los problemas de Bahrein', dijo. 'Es necesaria una solución política y todas las partes deben trabajar para que haya un diálogo que dé cuenta de las necesidades de todos los ciudadanos de Bahrein'.

Un ataque de la Policía cuesta la vida a un agente y dos manifestantes

La televisión estatal bahreiní informó de la declaración del estado de emergencia en un anuncio que suscitó todavía más desconcierto entre los manifestantes. En el comunicado se decía que el jefe del Ejército había dado órdenes a las autoridades 'para que adopten las medidas necesarias para restablecer la seguridad nacional'.

La jornada de ayer estuvo marcada por una violenta intervención de la Policía en el área chií de la isla de Sitra que se saldó con la muerte de al menos dos manifestantes y un policía, y con centenares de heridos que bloquearon las urgencias del principal hospital de la zona.

Uno de los muertos era un joven bahreiní de 24 años,Ahmed Farhan, que fue abatido de un tiro en la cabeza, según un médico del Centro de Salud de Sitra. La otra víctima mortal era un trabajador de Bangladesh. 'Centenares de personas están aquí. Están por todas partes, en las salas y sobre el suelo del Centro de Salud. La gente está gritando y hay mucha sangre', explicó el médico Ibrahim Yusef.

El ministro bahreiní de Interior, Rashid al Jalifa, hizo ayer un llamamiento para que se restablezca 'el orden y la seguridad' y para que se detengan las 'violaciones' de la ley que se han producido en las últimas semanas. Mientras, las televisiones locales transmitían imágenes de los heridos durante la represión que simultáneamente tenía lugar.

Pero los manifestantes, en su inmensa mayoría jóvenes, subrayaron que las protestas de las últimas semanas han sido claramente pacíficas y continuarán siéndolo en adelante. El objetivo de la mayoría chií es cambiar el sistema político e introducir una democracia parlamentaria donde las responsabilidades políticas residan en los representantes elegidos por el pueblo y no en el monarca.

Pero esta transformación implicaría que los chiíes se hagan cargo del Gobierno, y esto es algo que los suníes no toleran. En Arabia Saudí y en Kuwait, dos grandes aliados de Washington en la zona, existen importantes minorías chiíes, y los dos países temen que las revueltas se extiendan hasta sus territorios.

Hay que contar, además, con que una gran parte de los suníes no acaba de aceptar a los chiíes por motivos religiosos. Esta actitud está muy asentada en Arabia Saudí y en los restantes países árabes del golfo Pérsico. La animadversión de los suníes hacia los chiíes define la política exterior de Arabia Saudí en Oriente Próximo con respecto a Irán, Líbano y Siria, e incluso ha facilitado un acercamiento entre Riad e Israel.

Además, tanto los saudíes como los demás países árabes del CCG temen que si las autoridades de Bahrein hacen concesiones a los manifestantes, se quiera imitar esta tendencia en sus propios países, donde ya han tenido lugar algunas protestas, y se exijan también reformasdemocráticas.

Las dos decisiones radicales que se han adoptado el lunes y el martes la invitación a las tropas extranjeras y la declaración de la ley marcial indican que el régimen de Bahrein ha optado por no ceder ante las presiones de la calle, sino hacer caso a Arabia Saudí. Al menos esta es la percepción que tienen los chiíes en el pequeño reino.

'Han traído tanques de Arabia Saudí y de otros Estados del Golfo para mantener la monarquía tal como es y para evitar cambiarla', comentó un manifestante. Los millares de jóvenes que todavía permanecen en las calles de Manama, la capital de Bahrein, esperaban anoche que en cualquier momento el Ejército arremetiera contra ellos y disolvieralas concentraciones.

'Quieren dialogar apuntándonos con un arma en la cabeza y diciéndonos tomáis esto o moriréis'', dijo Abdul Jalil Jalil, líder del principal partido chií, Wefaq, quien añadió que se está tratando de solucionar por la fuerza de las armas un problema político.

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