Este artículo se publicó hace 15 años.
Los bancos presionan a los supervivientes del terremoto de Italia para que paguen sus hipotecas
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, anuncia que su Ejecutivo ha decidido suspender el pago de las hipotecas y de los gastos domésticos de los afectados por la tragedia
Los evacuados por el terremoto que el lunes azotó la región de Los Abruzos, en el centro de Italia, han denunciado que los bancos les están reclamando los pagos de las hipotecas y de las facturas de casas que se han venido abajo, según publica este jueves el periódico La Repubblica.
Algunos de los ciudadanos de L'Aquila y de otras poblaciones afectadas que se han quedado sin casa han denunciado que los bancos les están "asediando" con llamadas telefónicas para recordarles los días en que deben pagar los plazos de las hipotecas.
El diario refiere el caso de Loreto Antonini, un obrero cuya hija murió en el terremoto y que ahora se encuentra en uno de los campos para evacuados de la localidad de Tempera (a siete kilómetros de L'Aquila).
Hoy mismo, sin embargo, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, aseguró tras el Consejo de Ministros que su Ejecutivo ha decidido suspender el pago de las hipotecas y de los gastos domésticos de los afectados por la tragedia.
Embargar hasta los escombrosPero antes de esa noticia, Antonini aseguraba que sólo le quedan "cinco euros", que no tiene trabajo y que un empleado de su banco le había llamado para recordarle que el plazo de su hipoteca vence el viernes. Francesco Colajanni, un taxista de Onna, el pueblo más afectado por el seísmo, afirma que el banco les ha "hecho entender que están dispuestos a embargar incluso los escombros".
Cuenta también que, en las poblaciones cercanas de Paganica y Monticchio, "hay artesanos que han pedido hipotecas para comprar maquinaria y que desde ayer son perseguidos por bancos, aseguradoras y proveedores para recordarles el vencimiento".
Además, según La Repubblica, en los últimos días se han dado numerosos casos de personas que se dedican a la usura o que venden mercancía en el mercado negro, como carne a 80 euros el kilo o gasolina a cinco euros el litro.
En L'Aquila sólo hay un cajero automático que distribuye dinero, y las colas para acceder a él superan las dos horas.
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