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Brasil La izquierda y el sindicalismo arropan a Lula da Silva en Madrid: "El que tiene hambre no hace la revolución"

Líderes políticos y sindicales españoles y brasileños se dan cita en la capital para abordar los futuros retos en la izquierda. Denuncian el 'lawfare' imperante en América Latina, así como la necesidad de construir alianzas populares a nivel internacional para combatir la ultraderecha y revertir los estragos del neoliberalismo.

20/11/2021 Ione Belarra escucha la intervención del expresidente brasileño Luiz Ignacio Lula da Silva en el evento 'Construir futuro: retos y alianzas populares' celebrado en Madrid.
Ione Belarra escucha la intervención del expresidente brasileño Luiz Ignacio Lula da Silva en el evento 'Construir futuro: retos y alianzas populares' celebrado en Madrid. Kiko Huesca / EFE

Luchar contra la extrema derecha, la industria de datos, la crisis climática y la desigualdad han sido los temas centrales en un acto que ha convocado a importantes representantes del Partido de los Trabajadores brasileño, con Lula da Silva a la cabeza, junto con otros líderes políticos y sindicales españoles. Bajo el título 'Construir futuro: retos y alianzas populares' y con un público entregado, el evento organizado en la Casa de América se ha vertebrado sobre el lawfare o guerra jurídica que determinados grupos de la derecha política en connivencia con el poder judicial y mediático llevan a cabo contra las formaciones de izquierda a nivel mundial, tal y como ha recalcado Pablo Iglesias al principio de la jornada.

La voz más esperada se ha hecho esperar. Aunque ha sido el último en intervenir, Lula da Silva ha pronunciado un discurso que ha conmovido a los asistentes. Presentado como antiguo y futuro presidente de Brasil, el protagonista ha hecho un balance de todo el proceso judicial por el que terminó apartado del Gobierno del país latinoamericano y encarcelado acusado de corrupción, para que un par de años posteriores fuera liberado. "Todo ese proceso fue una combinación entre el Departamento de Justicia de Estados Unidos y la prensa y el aparato judicial brasileños. Estaba claro que tenían que desestructurar a la gente psicológicamente, por lo que construyeron la idea de que éramos una pandilla de corruptos para desmoralizarme políticamente", ha declarado.

"Me condenaron, y podría haberme ido de Brasil a un país amigo o alguna embajada, pero después de tantos años luchando por conseguir la democracia, no me parecía justo salir del país y que apareciera una fotografía mía como un corrupto fugitivo", ha continuado Da Silva. Así, terminó saliendo de la prisión "con la cabeza más erguida" que antes de su encarcelamiento. Poco después,  intensificó su campaña contra la desigualdad, haciéndola mundial con su visita al papa Francisco pues, tal y como ha recalcado, "tenemos 800 millones de seres humanos sin sindicato, sin partido político, sin casa, y muchos sin patria. Muchos intentan cruzar los océanos nadando y muriendo".

Hambre y revolución

Uno de sus momentos cúlmenes y que ha suscitado mayor consenso entre los presentes se ha producido cuando la gesticulación del antiguo presidente de Brasil ha dado paso a estas palabras: "Tenemos la obligación ética y moral de darle la mano a la gente que no tiene qué comer", afirmó tajante. Para, a continuación preguntarse: "Cómo es posible que Brasil sea el mayor exportador de proteína del mundo y la gente haga colas en las carnicerías para conseguir un hueso". Una cuestión que ha seguido de otra reflexión: "El que tiene hambre no hace la revolución, es una persona muy fragilizada, y tenemos que ser nosotros quienes le apoyemos".

Refiriéndose a los personajes que le acompañaban, tanto políticos españoles como sindicalistas de la UGT y CCOO, la cuestión medioambiental no ha pasado desapercibida para Lula da Silva: "La Amazonia tiene 360 millones de kilómetros cuadrados, con una biodiversidad excepcional, pero para discutir sobre el medio ambiente debemos hablar de las favelas, del alcantarillado, el agua potable y su gestión, y la descontaminación de los ríos". Después ha abordado la "industria de datos" como la riqueza que, en el medio plazo, podrá desencadenar conflictos bélicos, al igual que ha sucedido con el petróleo: "El 90% de esta industria está controlada por Estados Unidos. ¿Cómo será el empleo digital? Ustedes, que están delante del celular, deben saber que cada cosita que dicen o escriben está siendo apuntada, guardada, y eso va a valer mucho dinero".

Da Silva ha hecho referencia también a tres tótems centrales de los retos de la izquierda: desigualdad, cuestión ambiental y mundo digital, que han dado paso a una reflexión por parte de este histórico sindicalista: "Los dirigentes sindicales van a tener cada vez menos fábricas con puertas en las que protestar. Tendrán que trabajar con la cuestión digital porque, de lo contrario, perderemos el tren de la historia y tendremos que discutir para qué existe un sindicato, porque esta gente también son trabajadores". A sus 76 años, el líder brasileño ha cerrado su intervención incidiendo en que una de las prioridades para la izquierda debería ser comprender el discurso de la derecha y extrema derecha, analizarlo, saber por qué esa gente volvió a convencer a una parte de la sociedad.

Lecciones tras la pandemia

Ione Belarra, secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, también ha participado en el encuentro. Presentándose como militante del partido político que fue el resultado institucional del movimiento 15M, la actual ministra ha afirmado que "la derecha y la extrema derecha han demostrado que utilizarán todos los recursos, legales e ilegales, para evitar que las fuerzas de izquierdas entren en los Gobiernos". Tras argumentar que las derechas solo apuestan por la democracia cuando ganan, Belarra ha incidido en las lecciones que se pueden aprender tras año y medio de pandemia.

"A pesar de que nos mienten diciendo que lo privado es mejor, cuando se han puesto las cosas difíciles ha sido lo público, lo común, lo que nos ha cuidado y salvado la vida", ha comenzado. Después, ha realizado un alegato a favor de la creación de empresas públicas en los sectores estratégicos ya que "décadas de privatizaciones de lo público han llevado al Estado a no tener suficientes herramientas para poder proteger a su gente". En cuanto a los cuidados, tan necesarios durante la crisis sanitaria, Belarra ha defendido la corresponsabilidad entre hombre y mujeres, pero también entre las administraciones y la ciudadanía. Durante su intervención, también ha mencionado la crisis climática, justo antes de declarar que "no puede haber, en ningún caso, justicia social sin justicia fiscal".

El 'lawfare' en España

El antiguo vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, ha sido quien ha abierto el acto como presidente del Instituto 25M. "El lawfare es el nuevo golpismo, en el que un conjunto de dispositivos entre los poderes mediáticos y políticos se alían con autoridades judiciales para ganar de manera ilegítima en los juzgados lo que no pudieron ganar en las urnas. Esto constituye una amenaza contra la democracia", ha declarado resaltando la figura de Lula da Silva como una víctima más de este lawfare. Así pues, Iglesias ha lanzado una pregunta al público: "¿Este fenómeno es exclusivo de América Latina?". Las menciones a los casos de Isa Serra y de Alberto Rodríguez, condenados por atentado a la autoridad, ha sido lo siguiente que ha tratado Iglesias, para completar su intervención reflexionando sobre el hecho de que "en España se ha perseguido a formaciones políticas a través de escándalos mediáticos y unidades ilegales del Cuerpo de Policía a las órdenes del PP para rectificar en los juzgados los que habían dicho las urnas".

Enrique Santiago, secretario de Estado para la Agenda 2030, secretario general del PCE y miembro de la dirección de IU, también ha participado en el evento, donde ha afirmado que "los jueces de hoy actúan como los militares ayer", siguiendo la estela de lo ya expuesto por Iglesias. "El Poder Judicial ha sido escasamente democratizado en España. Se supone que tiene una legitimidad que nos impide criticar sus actuaciones porque si no estamos injiriendo sus competencias. Mientras, vemos que ellos injieren en el poder constitucionalmente establecido en el legislativo y ejecutivo", ha ilustrado el militante comunista.

Como tal, ha querido recordar en este 20 de noviembre, día en el que falleció el dictador Francisco Franco en 1975, que la lucha contra la impunidad contra los crímenes cometidos en esta etapa continúa, y que existe la normativa legal para ello. "No es verdad que no podamos abordar nuestra agenda de derechos sociales o la crisis económica por esta lucha contra la impunidad. Seremos hombres, pero tenemos dirigentes mujeres que hacen dos y tres cosas a la vez", ha finalizado.

La importancia de un nuevo sindicalismo

Por su parte, Hana Jalloul, secretaria de Política Internacional y Cooperación al Desarrollo del PSOE, ha hablado sobre una de las principales consecuencias de la aparición de la extrema derecha institucional al crear una polarización "que impide establecer marcos de convivencia basados en amplios consensos", ha aseverado. "Romper la desigualdad social y económica es clave para empoderar a las bases sociales de la izquierda", ha continuado explicando la militante del PSOE. Frente a los retos, dos soluciones: una mayor democracia o una mayor concentración del poder y el autoritarismo. "Apostaremos por construir grandes alianzas progresistas que sean capaces de llegar al poder con el apoyo de los ciudadanos a través de la igualdad, la promoción del feminismo y la protección de la diversidad", ha sostenido.

Los dos grandes sindicatos españoles también han acompañado a Lula da Silva. Jesús Gallego, responsable internacional de la Unión General de Trabajadores (UGT), ha defendido que "el contexto de globalización mundial e internacionalista ha conquistado la democracia misma, y Lula es un ejemplo de ello". Sobre la lucha contra el fascismo, el ugetista ha remarcado que se debe afrontar "desde la práctica política, actuando en las causas donde el fascismo asqueroso encuentra su caldo de cultivo, y no dejarles hueco en los espacios en los que se mueven, como la pobreza, aun siendo unos clasistas".

Por su parte, Félix Ovejero, responsable América Latina de Comisiones Obreras (CCOO), ha incidido en los dos grandes retos que afronta la izquierda a nivel mundial: el trabajo decente para todas las personas y las reformas fiscales que puedan financiar las políticas públicas necesarias. "Hablamos de alianzas, así que tenemos que trasladar esa visión fuera de sectarismos e intereses concretos debido a los ataques que sufrimos y vamos a sufrir. Ahora que hemos gritado 'Lula libre', tendremos que gritar 'Lula presidente'", ha concluido.

Joana Mortágua, diputada del Bloco de Esquerda en el parlamento de Portugal, también ha participado en la jornada. "Derrotar a la extrema derecha significa reconocer la identidad y la autonomía de los proyectos socialistas que combaten las desigualdades", ha apuntado durante su intervención. Ya dirigiéndose al antiguo presidente de Brasil, esta portuguesa ha remachado su discurso al decir que "la candidatura unitaria y democrática de Lula podrá conseguir transformar el país y detener el camino de la extrema derecha".

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