Público
Público

Brexit Londres y Bruselas, optimistas ante un "acuerdo justo y razonable"

Los equipos negociadores han conseguido cerrar la cuadratura del círculo: evitar una frontera dura en la isla de Irlanda, a la vez que se controlan los bienes que entran y salen del mercado común europeo. El parlamento británico tendrá que aprobar el acuerdo este sábado.

Manifestantes contra el Brexit ante el Parlamento británico. (TOM NICHOLSON | EFE)

El acuerdo para el brexit ha llegado sobre la bocina, pero parece que a tiempo para que el Reino Unido salga de manera ordenada de la Unión Europea el 31 de octubre, sin necesidad de nuevas prórrogas. Después de días de maratonianas negociaciones a puerta cerrada entre los equipos de Bruselas y Londres, se ha conseguido: un acuerdo que logra cerrar la cuadratura del círculo. Mantiene a Irlanda del Norte dentro del territorio aduanero de Londres, pero a la vez evita la frontera dura en la isla.

“Tenemos un acuerdo. Y este acuerdo significa que no hay necesidad de ningún tipo de prolongaciones”, ha resumido Jean-Claude Juncker esta tarde en una rueda de prensa conjunta con Boris Johnson, poco después de que se anunciara la fumata blanca. 

Ambos líderes se han mostrado confiados en que es un texto justo y equilibrado. "Este documento representa un acuerdo muy bueno para la UE y el Reino Unido", ha dicho Johnson entusiasmado, que justo después le ha dado un palo a las instituciones comunitarias: "Podemos tomar decisiones sobre nuestro futuro, fronteras y dinero y sobre cómo dirigir el Reino Unido. Esas decisiones se tomarán en el Reino Unido con representantes elegidos por la gente del Reino Unido". 

Por su parte, Juncker ha querido cerrar la comparecencia, de unos cinco minutos, con una línea que ha repetido en varias ocasiones: "Estoy feliz por el acuerdo, pero triste por el brexit".

Que el acuerdo es "justo y razonable" ha sido también la idea principal que ha transmitido el negociador de la UE, Michel Barnier, en una rueda de prensa ofrecida pocos minutos después de la fumata blanca.

La encrucijada de Irlanda no era nada fácil, ya que hay múltiples intereses que chocan. Lo más importante, en palabras de Barnier, era mantener la paz: el espíritu del acuerdo de Viernes Santo que en 1998 puso fin a un conflicto de décadas entre los habitantes de la isla. Por eso, era clave evitar una frontera dura entre ambas Irlandas, que pusiera controles aduaneros visibles y palpables.

Tres soluciones para Irlanda

La solución tiene tres puntos principales. El primero, la gestión de las aduanas. Los productos que tengan como destino final la parte británica de la isla, no tendrán que pasar ningún control; los que viajen a la república de Irlanda, parte de la UE, y que de ahí tengan acceso al mercado de todo el resto de países, sí pasarán controles y tendrán que pagar los aranceles correspondientes. La solución “no elimina los riesgos”, reconocía Barnier, pero ahora “sí es posible controlarlos y limitarlos”.

El segundo elemento es la gestión del pago de IVA de las importaciones. Barnier asegura que el sistema al que han llegado los negociadores consigue “mantener la integridad del mercado único”, es decir, que todos los países europeos sigan las mismas reglas comunes, uno de los mayores miedos de las capitales europeas. A la vez, en palabras de Barnier, “satisface los intereses legítimos del Reino Unido”.

El último punto es el principal cambio respecto al acuerdo al que había llegado Theresa May: el llamado "consentimiento". Un proceso por que el que el parlamento de Irlanda del Norte tendrá que renovar la vigencia de este arreglo cada cuatro años.

El voto a favor de los unionistas irlandeses parece necesario para que el texto sea aceptado por de manera pacífica por la población de la isla.

Este sábado se votará el acuerdo en la Cámara de los Comunes británica, donde será clave el apoyo del Partido Unionista Democrático (DUP), los norirlandeses partidarios de seguir siendo parte del Reino Unido y que se oponen a cualquier tipo de frontera en el mar de Irlanda. El DUP ha enviado esta madrugada un comunicado en el que se opone al acuerdo, pero hay esperanza de que se pueda conseguir que al final cedan. En teoría, existe la posibilidad de que los laboristas también apoyen el acuerdo, con lo que no se necesitaría el apoyo de la DUP, pero en la práctica el consentimiento de los unionistas parece necesario para que el texto sea aceptado por de manera pacífica por la población de la isla.

La ratificación en el lado europeo se prevé más sencilla. Los jefes de Gobierno y de Estado de los países de la UE decidirán esta tarde en Bruselas si dan su luz verde al acuerdo, algo que previsiblemente no debe causar ningún problema, ya que han estado informados de la situación de las negociaciones en todo momento. El último paso en el lado europeo será la ratificación del Parlamento Europeo, que previsiblemente podría llegar la semana que viene, aunque su presidente, David Sassoli, tiene que confirmar si es posible. 

Si todo sale acorde con los planes de Bruselas y Londres, el Reino Unido saldría de la UE en menos de dos semanas. Pero si uno de esos pasos se retrasa o sale mal, se volverá a plantear la posibilidad de una extensión, aunque hoy todos los líderes la descartan con la idea de que esto acabe cuanto antes.

Si la cosa funciona, a partir del 1 de noviembre, comenzaría el periodo de transición, que irá hasta 2020. Catorce meses en los que las islas británicas tendrán que seguir las normas europeas y la jurisdicción del Tribunal de Justicia. Mientras tanto, se abre un nuevo capítulo que promete ocupar los titulares de los próximos años: ambas capitales empezarán un nuevo acuerdo de libre comercio. Pero primero, hay que conseguir que se ratifique el acuerdo de ruptura: todos los ojos de los diplomáticos europeos estarán puestos en Westminster este sábado.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias de Internacional