Bruselas deja a un lado la negociación y mantiene su apuesta militar en Ucrania
La Unión Europea, junto con Estados Unidos, confía en dar un golpe de timón a la guerra antes del otoño próximo con el aumento del envío de armas cada vez más sofisticadas al ejército ucraniano mientras redobla el castigo económico a Rusia.
Madrid-
En breve se cumplirá un año de conflicto en Ucrania y nadie parece querer la paz. La Unión Europea desecha las negociaciones con Moscú y opta por las sanciones y la mayor implicación en la guerra, con el suministro de más armamento pesado, el entrenamiento de decenas de miles de soldados ucranianos y la apuesta por la derrota total de Rusia y por su retirada de Ucrania.
Bruselas sigue al pie de la letra –al menos de cara a la galería y de momento– el discurso del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, para convertir la guerra de Ucrania en un conflicto internacional con una implicación cada vez más directa de los aliados de Kiev. Sin embargo, cada día que pasa parece más improbable que la Ucrania que surja de esta guerra vaya a tener el mismo aspecto que aquella que Rusia invadió el 24 de febrero de 2022.
Tampoco lo pone fácil Moscú, que insiste en calificar la invasión de Ucrania como una operación militar especial para desnazificar este país, mientras exige para sentarse a una mesa de diálogo el reconocimiento por el Gobierno de Zelenski de las anexiones realizadas militarmente tras la invasión y la de la península de Crimea, producto de un referendo ilegal celebrado en 2014.
Por el contrario, Moscú amenaza con invadir más territorio de Ucrania para crear un cortafuegos que impida el avance del nuevo militarismo europeo hacia sus fronteras, las viejas y las nuevas surgidas de la invasión rusa.
Una cumbre sin propuestas de paz
En la cumbre UE-Ucrania celebrada este viernes en Kiev y en la que participaron la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y 14 comisarios europeos, la cúpula de Bruselas reiteró su apoyo a Zelenski y anunció que aprobará en breve un nuevo paquete de sanciones para intentar asfixiar económicamente a Moscú.
Queda ver en qué se concretan estas amenazas, pues hasta el momento las sanciones impuestas, aunque han dañado mucho la economía rusa, no han doblegado a Moscú, que, de una u otra forma, ha encontrado las triquiñuelas para sortearlas y buscar modos para seguir financiando su guerra en Ucrania.
El tema de la eventual adhesión de Ucrania a la UE se trató en la cumbre, pero no pasó de ser un ramillete de buenas intenciones, vagas promesas y mensajes simbólicos. Zelenski aboga por reducir drásticamente el habitualmente largo proceso de incorporación a la Unión Europea. Sin embargo, ni la ocupación de buena parte del país por una potencia extranjera ni la corrupción rampante (aún más en estos tiempos de guerra) ofrecen a Kiev oportunidad alguna para que se cumpla el sueño de Zelenski. "No hay plazos rígidos, pero sí objetivos que hay que alcanzar", le dijo la presidenta de la CE a Zelenski.
La corrupción en Ucrania, un camino de pierdras hacia la UE
Precisamente, y como muestra de buena intención, la llegada de los comisarios europeos fue saludada en Kiev con el anuncio de la detención del ex viceministro de Defensa Viacheslav Shapovalov por su presunta participación en varios casos de corrupción en torno al sobrecoste de suministros para el ejército ucraniano.
Recientemente, Zelenski emprendió una purga de cargos medios de su Gobierno y de autoridades regionales por casos de corrupción y bajo la severa mirada de la UE. Aunque la ayuda a Kiev se ha convertido en la bandera de la política exterior de Bruselas, es difícil justificar que Ucrania sea calificado como el último bastión de la democracia europea contra la barbarie y al tiempo esté considerado como uno de los países más corruptos del mundo, el segundo de Europa detrás de Rusia, muy lejos, desde luego, de los estándares que Bruselas demanda.
La UE se compromete con su apoyo militar un triunfo de Kiev
El resultado concreto de la cumbre entre Ucrania y la UE puede reducirse a un titular, que dio Charles Michel, el presidente del Consejo Europeo: el apoyo de Bruselas a Kiev durará "todo el tiempo que sea necesario" con el objetivo de ayudar a Ucrania a ganar en el campo de batalla".
Charles Michel recordó que la UE ha suministrado a Ucrania cerca de 12.000 millones de euros en armamento y asistencia militar. El alto funcionario europeo confirmó que con parte de ese dinero la UE entrenará este año a 30.000 soldados ucranianos.
Entre las armas europeas prometidas a Ucrania se encuentran los tanques Leopard 2 de fabricación alemana, los más modernos de su tipo. Los Leopard que saldrán de los arsenales alemanes y de otros países europeos podrían participar en una próxima contraofensiva ucraniana junto a carros de combate similares que se han comprometido también a enviar Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña.
Ahora Ucrania reclama también aviones de combate, imprescindibles para apoyar el avance de los tanques, y misiles que superen los 80 kilómetros que tienen ahora los proyectiles de los sistemas HIMARS proporcionados por Estados Unidos.
El Pentágono ha desestimado por el momento enviar los aviones F-16 que reclama Kiev, pero sí ha anunciado este viernes un nuevo monto de ayuda militar a Ucrania por 2.175 millones de dólares que incluye misiles de largo alcance que doblarían al menos el rango de los que ahora tienen los HIMARS y que podrían alcanzar las bases rusas de Crimea, territorio considerado intocable por Moscú.
Moscú amenaza con anexionar más territorio
El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, lo ha dejado claro: "Cuanto más alcance tenga el armamento que se envía al régimen de Kiev, a esa misma distancia habrá que alejarlo de los territorios de nuestro país". Se trataría, según afirmó Lavrov el jueves en una entrevista para la televisión rusa y la agencia Ria Novosti, de crear una zona de contención o amortiguamiento a costa de capturar más territorio ucraniano.
El Kremlin responde así a la posibilidad de que los aliados occidentales proporcionen esos misiles de largo alcance que reclama Zelenski. Si eso ocurre, los planes militares rusos no se limitarán a defender sus conquistas en la media luna oriental que va desde el Donbás a Ucrania y que supone casi un 20% del país. El Kremlin amenaza sin pelos en la lengua con avanzar hacia el interior de Ucrania y blindarse con más territorios anexionados.
En este sentido, el Gobierno ucraniano ha expresado su temor de que Rusia esté preparando una inminente ofensiva a gran escala, en la que participaría medio millón de combatientes, con ocasión del primer aniversario del comienzo de la guerra. Según dijo esta semana en Francia el ministro de Defensa ucraniano, Oleksii Reznikov, esa cifra de soldados rusos movilizados podría ser incluso mayor.
Un responsable de la inteligencia militar ucraniana, Andrii Yusov, repitió el jueves esos temores y afirmado que se esperan "eventos muy activos en el frente" en los próximos dos meses.
Los servicios de inteligencia occidentales no han corroborado el despliegue de un dispositivo militar ruso de tal envergadura en torno a la línea del frente, pero el propio director de la CIA, William Burns, ha advertido también de que los próximos meses van determinar un nuevo punto de inflexión en el conflicto.
"La clave va a estar en el campo de batalla en los próximos seis meses", un periodo que va a ser "absolutamente crucial", señaló Burns en unas declaraciones en la Universidad de Georgetown. Sobre un eventual proceso de negociaciones, el que fuera embajador en Rusia lo ha descartado y ha acusado al presidente ruso, Vladímir Putin, de no estar interesado en la paz.
Los rusos siguen ganando terreno
Pero, si bien no parece que haya medio millón de soldados escondidos y listos para asaltar Kiev de cara al primer aniversario de la guerra, sí que se está incrementando la presión militar del ejército ruso en el Donetsk y otras zonas del este de Ucrania.
La localidad de Bakhmut, un nudo de comunicaciones ferroviarias definido por Zelenski como una "fortaleza" que jamás será abandonada, está siendo asediada por las fuerzas del Kremlin, pero los ataques con misiles se están dirigiendo también contra otras grandes poblaciones cercanas, como Kramatorsk, donde los rusos afirman que su objetivo ha sido una de las lanzaderas de misiles occidentales proporcionadas al ejército ucraniano.
El propio ministro de Exteriores ruso ha denunciado la entrada de militares estadounidenses y europeos en Ucrania para manejar algunos de estos sistemas modernos de combate. Según Lavrov, tales equipos "no pueden ser manejados por ucranianos aunque estos hayan recibido cursos de entrenamiento de dos o tres meses".
Lavrov acusa a Occidente de boicotear el diálogo
El diplomático ruso también ha comentado la nula intención de negociar la paz por parte de todos los participantes, directa o indirectamente, en la guerra.
"En estos momentos, estamos actuando en línea con lo que dicen nuestros colegas occidentales, esto es, que debe haber una victoria en el campo de batalla. Estas son sus palabras. Ellos renunciaron a las conversaciones y presionaron al régimen de Kiev a abandonar las negociaciones a fines de marzo de 2022, cuando aún era posible poner fin a la guerra políticamente", ha explicado Lavrov.
En abril de 2022, el jefe de la diplomacia rusa reveló que Estados Unidos y Gran Bretaña habían abortado los principios de acuerdo a los que habían llegado Moscú y Kiev en marzo. En concreto, Lavrov responsabilizó al entonces primer ministro británico, Boris Johnson del fracaso de las negociaciones, al recomendar a Zelenski que dejara de hablar con los rusos.
"No se permitió a Kiev hacer eso [dialogar]. Desde entonces nadie ha intentado persuadir al régimen de Kiev sobre la necesidad de negociar", ha dicho ahora Lavrov.
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