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Bush y Aznar: una pareja de "visionarios" de la guerra

El ex presidente de EEUU reconoce la ayuda que recibió del gobernante español

ERNESTO EKAIZER

Es una interesante coincidencia que el libro de memorias del ex presidente George W. Bush haya salido al mercado estos días al mismo tiempo que el estreno de la película Fair Game (Blanco fácil, aunque la versión en España lleva por título el irrelevante Caza del espía). Una feliz coincidencia. Porque el filme refleja fielmente la realidad de la colosal manipulación informativa que condujo a la guerra de Irak y el relato de Bush, sobre todo en lo que se refiere a España y a José María Aznar, permite entender cómo encajan algunas piezas en tiempo real.

Sostiene Bush que en 2002 compartió la amenaza contra la seguridad mundial que suponía Irak con varios líderes. Uno de ellos era Aznar, al que presenta como un 'líder visionario'. Según Bush, el apoyo del Gobierno de España fue muy relevante tanto en la ONU como en la cumbre de las Azores, en la que Bush, Tony Blair y Aznar (el primer ministro José María Durão Barroso se limitó a ofrecer la isla a sugerencia de Aznar) tras su fracaso para obtener una resolución de la ONU, anunciaron la inminente invasión de Irak.

En la víspera de la invasión, Aznar insistió en dar una información falsa

La campaña de relaciones públicas para vender la guerra de Irak comenzó a finales del verano de 2002, según se recuerda en el filme Caza del espía. Las dos grandes mercancías averiadas: la presunta compra por parte de Irak de tubos de aluminio y de uranio concentrado en polvo (yellowcake) para enriquecerlo y fabricar bombas nucleares.

En aquellas fechas, España se encaminaba a ser miembro del Consejo de Seguridad el 1 de enero de 2003. Pero he aquí que Bush confirma el apoyo de del Gobierno español en 2002. Es decir: su participación en la propaganda del Departamento de Estado y la Casa Blanca.

El 8 de septiembre de 2002, el vicepresidente Cheney acusó a Sadam Husein de añadir armas nucleares a las armas químicas y biológicas almacenadas. El 9 de septiembre, la ministra de Exteriores española, Ana Palacio, dijo: 'Evidentemente, hay indicios de que [Sadam] tiene la voluntad de fabricar un arma nuclear y de que ese proceso está avanzando rápidamente'.

'Fair Game' refleja la manipulación mediática que condujo a la guerra

Bush denunció en la ONU, el 12 de septiembre, las armas de destrucción masiva en manos de Irak. El entonces vicepresidente Mariano Rajoy informó al Congreso a mediados de septiembre: 'Irak conservó parte de sus armas de destrucción masiva, químicas y bacteriológicas tras la guerra del Golfo y, desde entonces, esos arsenales han aumentado y podrían hacerlo también en breve, incluso en el terreno de las armas nucleares, de contar con algún tipo de colaboración exterior'.

Fue el 28 de enero de 2003 cuando Bush habló en público, después de un intento frustrado por la propia CIA en octubre, sobre el uranio. 'Según el Gobierno británico, Sadam intenta comprar uranio enriquecido en África', dijo en su discurso sobre el estado de la unión. Una mentira a sabiendas. Porque como ilustra Caza del espía, basada en el libro de la agente Valerie Plame, Bush y su vicepresidente, Dick Cheney, conocían de primera mano que era una falsedad.

Aquí entra el 'visionario' Aznar. El 5 de marzo de 2003, declara en las Cortes: 'Con respecto al programa de armas nucleares, Irak ha intentado en los últimos años hacerse con tubos de aluminio de alta calidad aptos para enriquecer uranio. Además, ha intentado hacerse regularmente con stocks de este mismo mineral'.

Y aunque el entonces director de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) Mohamed El Baradei califica esta afirmación, el 8 de marzo de 2003, como una información incorrecta, fundada en documentos falsos, Aznar insiste la víspera de la invasión de Irak. El 18 de marzo, en el Congreso, Aznar asegura: 'Además [Sadam], está dispuesto a acceder en cuanto pueda a elementos con un componente nuclear'.

En lo que se refiere al lobby de Aznar en favor de una resolución de apoyo a la invasión en el Consejo de Seguridad, que Bush recuerda en sus memorias, sus gestiones fueron rechazadas por los dos países con los cuales se empeñó personalmente a fondo: Chile y México.

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