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California, el premio gordo del supermartes

Nada está decidido en el estado que más delegados aporta a los candidatos

ISABEL PIQUER

California es como el matrimonio de los Schwarzenegger: un culturista austríaco, metido a gobernador republicano, casado con una de las sobrinas de John F. Kennedy, periodista y abiertamente demócrata.

Arnold respalda a John McCain y María, el domingo, hizo campaña por Barack Obama. California es ante todo el premio del supermartes, el estado con más delegados (441 demócratas, 173 republicanos), más dinero y más visibilidad.

“Creo que si Barack Obama fuera un estado sería California”, dijo María Shriver (ha conservado su nombre de soltera) ante la multitud que se congregaba en la Universidad de Los Angeles, “diverso, abierto, listo, independiente, innovador, soñador, líder”.

En el escenario, junto con Michelle Obama, estaban Caroline Kennedy y la reina de la tertulia televisiva, Oprah Winfrey.

Fue un acontecimiento tan espectacular que incluso el New York Times, en un editorial en el que parecía lamentar su respaldo a Hillary Clinton, pidió a la candidata no bajar la guardia y “estar muy atenta”.

Sondeos contradictorios

Y lo cierto es que la ex primera dama ha perdido votos en los últimos días. Las encuestas– que tanto fallaron en New Hampshire–, vuelven a dar datos contradictorios. Los sondeos de la agencia de noticias Reuters, dan a Obama ganador en California con un 46% de la intención de voto frente a 40% para Clinton. La cadena de televisión MSNBC, por el contrario, sitúa a la senadora por Nueva York por delante de su colega de Illinois (45% frente a 36%).

La clave serán los indecisos, una quinta parte de los votantes demócratas. El problema es que no quieren elegir. Les gusta la experiencia de Clinton y la novedad de Obama. “No hemos visto este nivel de entusiasmo en una primaria presidencial en décadas”, decía hace unos días el presidente del partido en California, Art Torres.

Los hispanos ayudarán quizás a marcar la diferencia. Son el 40% de la población, el 20% del electorado demócrata y de momento el 60% está a favor de la senadora Clinton.

Del lado republicano, misma confusión. Hasta ahora Jo hn McCain iba viento en popa, pero la encuesta de Reuters le sitúa de pronto ocho puntos por debajo de Mitt Romney (40% frente a 32%) en el estado de Ronald Reagan.

El gobernador de Massachusetts ha sabido encauzar el malestar del ala más conservadora del partido hacia su veterano rival. Y eso pese al respaldo que Rudolph Giuliani  y el gobernador Schwarzenegger dieron a McCain la semana pasada.

Una isla misteriosa

Esta es definitivamente la “gran enchilada”, el premio de las primarias, donde los votantes se definen cada vez menos por líneas partidistas. Schwarzenegger es un gobernador atípico que fue reelegido en 2006 con un programa moderado muy centrado en el medioambiente, y que ha tenido que legislar con un congreso local demócrata, igual que sus dos senadoras, Bárbara Boxer y Dianne Feinstein.

California, esta misteriosa isla habitada por amazonas negras que surgió de la imaginación de García Rodríguez de Montalvo en Las Sergas de Esplandián (1510), es ahora la octava economía mundial, el estado más poblado de Estados Unidos (37 millones de habitantes) y el más rico (12% del PIB).

Ha sido, de lejos, la primera fuente de financiación del partido demócrata, una quinta parte de lo recaudado por los candidatos en 2007, 17,2 millones de dólares para Clinton, 14,9 para Obama, calculaba el Los Angeles Times, muy por delante de los 7,8 millones recaudados por Romney y los 4,6 de McCain.

Un estratega republicano lo calificaba con ironía de “política del hambre”.“Cuanto más tiempo te has quedado sin cenar en la Casa Blanca, más hambriento estás”, explicaba.

Con la suerte de California echada, los candidatos se centraban ayer en la costa Este. Obama trasladó su campaña a Nueva Jersey donde está empatado con su rival; Clinton celebró un mitin en Nueva York retransmitido en directo por televisión e iba a quedarse en la ciudad para celebrar su victoria o remendar su derrota; McCain debía hablar temprano esta mañana en el Rockefeller Center y Romney se disponía a volver a Massachusetts para seguir la noche electoral.

Nunca unas primarias han despertado tanta pasión. No lo hizo tampoco, pero casi, la Super Bowl del pasado domingo, el acontecimiento deportivo que vacía las calles de Estados Unidos. Las televisiones han previsto una amplia cobertura, algo inédito para un proceso que suele limitarse a simpatizantes y forofos de política. La huelga de guionistas ha dejado margen en la parrilla de programas.

Será una noche larga, especialmente para los demócratas que, al contrario que los republicanos, tienen un sistema de reparto proporcional en los 22 estados de las primarias. Los asesores de Clinton se atrevían a sugerir, anónimamente, en  el Washington Post, que reinaba cierta inquietud en la campaña de la candidata.

Todos temen que mañana por la mañana, con los resultados en mano, nadie sepa muy bien quién ha ganado.


Del 25 al 28 de agosto el Partido Demócrata celebrará su convención nacional en la ciudad de Denver. Se espera la llegada de 35.000 personas para asistir a la proclamación del candidato demócrata a la Casa Blanca.

El evento dejará mucho dinero a los empresarios de la ciudad, pero algunos sectores tienen sus preferencias políticas. “Sería mucho mejor para los trabajadores del sexo si fuera la convención republicana. Tenemos mucho más trabajo.

A lo mejor están frustrados por su agenda de valores familiares”, declaró Jay Watson al diario Rocky Mountain News. Aun así, Watson, espera tener “bastante trabajo” durante la convención demócrata.

Carol Leigh, una prostituta en la cincuentena que ya se trasladó para trabajar en anteriores convenciones demócratas en Los Angeles y Atlanta, afirma que los políticos no son los que más dinero se dejan en prostitución: “Las ferias de ordenadores son más lucrativas. Hay mucha gente que no sale demasiado”

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