Las elecciones legislativas parciales que celebró el sábado Bahréin constituyen uno de los mejores ejemplos de la involución de la crisis política y social que sufre el país desde la represión de marzo.

Al Wefaq, la única organización política chií legalizada, fue la gran protagonista de los comicios, pese a no participar en ellos. Los 18 representantes de Al Wefaq abandonaron en marzo el Parlamento, compuesto por 40 miembros, en protesta por la represión de los manifestantes. Los comicios del sábado se celebraban para cubrir esos asientos, pero sólo se completaron la mitad, por lo que Bahréin vuelve a acudir mañana a las urnas. El motivo vuelve a ser Al Wefaq.

La organización los partidos están prohibidos decidió boicotear las elecciones para denunciar el inmovilismo de la monarquía suní, que no ha impulsado ninguna reforma democrática tras la revuelta.

La llamada a la abstención de Al Wefaq surgió efecto y la participación sólo alcanzó el 17%. Un síntoma evidente de la unidad chií frente al poder.

'El nuevo Parlamento carece de todo tipo de legitimidad. Al Wefaq boicoteó las elecciones hasta 2006 y ahora lo ha vuelto a hacer porque sabe que estar presente en la Cámara no le supondrá ningún avance', explica a Público Ana Echagüe, investigadora de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE).

Para Félix Arteaga, del Real Instituto Elcano, los comicios 'aumentarán la tensión en el país', que no ha remitido desde febrero. 'Tanto los suníes como los chiíes se han radicalizado. La discriminación sectaria ha crecido', señala.

Ante este panorama, uno de los principales interrogantes es la estrategia que adoptarán los chiíes. 'Si no hay cambios, puede que Irán arme a la oposición y las protestas dejen de ser pacíficas', prevé Arteaga. Quizás entonces se cumplan las previsiones de Echagüe y 'Occidente deje de hacer la vista gorda y resuelva un cambio de poder que saben que es inevitable'.