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Cameron amaga con saltarse las reglas constitucionales

Los conservadores ponen en peligro el papel neutral de la reina

IÑIGO SÁENZ DE UGARTE

Los conservadores quieren convertir su previsible victoria en las urnas en el primer paso de un camino imparable hacia Downing Street incluso si no consiguen la mayoría absoluta.

Su empeño puede colocar en un aprieto constitucional a la reina y al Civil Service (el alto funcionariado del país) ante la falta de precedentes claros para solucionar las incógnitas que se abrirían con un resultado electoral incierto.

El Reino Unido no tiene una Constitución, y sí una serie de normas, leyes y lo que aquí se llama “convenciones constitucionales” para las transiciones de poder. Entre otras cosas, sirven para aislar a la reina Isabel II del juego político y que no se vea afectada su neutralidad.

El precedente más cercano en el tiempo no gusta nada a los tories. En 1974, las elecciones no dieron la mayoría a ningún partido. El primer ministro saliente, el conservador Edward Heath, no dimitió e intentó sin éxito negociar un acuerdo con los liberales.

A los cuatro días, renunció, y el laborista Harold Wilson recibió el encargo de formar Gobierno.

Sin mayoría absoluta, no hay ninguna ley que obligue a Gordon Brown a dimitir. Podría hacer un último intento de pactar con los liberales. La costumbre indica que a él le correspondería dar el primer paso.

Los laboristas podrían negociar durante al menos una semana y quizá podrían ofrecer la renuncia de Brown y que otro dirigente del partido más cercano a los liberales presidiera el Gobierno.

El secretario del Gobierno y jefe del Civil Service, Gus O’Donnell, ha informado a los partidos de las distintas opciones, después de consultar con expertos en derecho constitucional.

Sus planes incluyen retrasar el discurso de la reina, en el que se presenta el programa del nuevo Gobierno, hasta el 25 de mayo para dar tiempo a las negociaciones.

Los conservadores pretenden oponerse con todas sus fuerzas a este posible escenario, según han informado varios dirigentes del partido al diario The Guardian. No tolerarán que Cameron no reciba el encargo de formar Gobierno si el suyo es el partido más votado.

Eso podría colocar a la reina en un callejón sin salida porque no puede forzar la dimisión de Brown ni encargar la formación de un nuevo Gabinete a Cameron mientras el laborista siga siendo primer ministro.

“La idea de que un cortesano como Sir Gus O’Donnell tome estas decisiones parece sacada del Museo de Victoria y Alberto. Sir Gus es sospechoso para nosotros. Está muy asociado a Brown por su paso (como secretario permanente) por el Ministerio de Hacienda”, comentó un dirigente tory.

La prensa conservadora tendrá un papel que jugar y ya lo están haciendo. No sólo algunos periódicos dan por hecho que Cameron será el próximo primer ministro, sino que afirman que ningún Gobierno que no fuera conservador tendría la legitimidad necesaria.

Consideran intolerable la idea de que haya una negociación entre partidos, algo habitual cuando nadie tiene la mayoría absoluta.

El Daily Telegraph tituló ayer en portada “Cameron sólo necesita 14 escaños más”, un cálculo –basado en una encuesta– sospechosamente exacto en unas elecciones marcadas por la incertidumbre.

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