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Cameron pide perdón por un "espantoso" escándalo sanitario

Cientos de personas murieron en un hospital por malas prácticas, personal no cualificado y por primar 'objetivos económicos', según ha reconocido el Gobierno

EFE

El primer ministro británico, David Cameron, pidió hoy disculpas ante el Parlamento por las 'verdaderamente espantosas' negligencias que se produjeron entre 2005 y 2009 en un hospital público de Staffordshire (centro de Inglaterra).

Cameron compareció ante la Cámara de los Comunes poco después de que se publicase un nuevo informe sobre un escándalo que estalló en marzo de 2009, cuando se descubrió que decenas de pacientes murieron de forma innecesaria por la mala asistencia que recibieron en ese centro.

El documento, elaborado por una comisión independiente presidida por el abogado especialista en negligencias médicas Robert Francis, aporta 290 recomendaciones para llevar a cabo 'cambios fundamentales' en la gestión de los hospitales del Sistema Nacional de Salud del Reino Unido (NHS, en sus siglas en inglés).

El primer ministro anunció, por su parte, la creación de un cuerpo de inspectores que velará por que los centros públicos sean 'lugares limpios, seguros y en los que se cuide a los pacientes, y no meros espacios de gestión burocrática'.

El centro médico de Staffordshire en el que se produjeron las negligencias está dirigido por una de las llamadas 'Foundation Trust', organizaciones sin ánimo de lucro y dependientes del sistema público que se encargan en el Reino Unido de la gestión de algunos hospitales, servicios de salud mental y ambulancias.

En ocasiones el personal de recepción era el que decidía si un enfermo ingresaba o no en cuidados intensivos

En 2009 se hizo pública la primera de cinco investigaciones sobre la gestión del hospital Mid Staffordshire que se han llevado a cabo después de que las autoridades sanitarias advirtieran de que en ese centro habían muerto entre 400 y 1.200 personas más de lo que se debería esperar según las estadísticas.

El primer estudio, elaborado por una comisión dependiente del Ministerio de Sanidad británico, determinó que en la gestión del hospital se había primado 'la consecución de objetivos económicos por encima de la calidad del servicio'.

Las sucesivas investigaciones han mostrado que las enfermeras del centro no estaban lo suficientemente cualificadas y que médicos sin experiencia estaban a cargo de pacientes críticos, así como situaciones en las que el personal de recepción era el que decidía si un enfermo ingresaba o no en cuidados intensivos.

Tras estallar el escándalo, el jefe ejecutivo del hospital, Martin Yeates, y el entonces presidente de la fundación que gestiona el centro, Toni Brisby, presentaron su dimisión.

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