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Un candidato a medida del cargo

GEMMA CASADEVALL (EFE)

Independiente, disidente en tiempos de la Alemania comunista y convertido por Helmut Kohl en tutor de los archivos de la Stasi, Joachim Gauck aspiraba a la presidencia alemana como candidato de la oposición, con un perfil a medida para el cargo. Su derrota en la tercera votación es un éxito moral considerable para él mismo y para los partidos de la oposición que propusieron su candidatura.

De 70 años, teólogo e impecable orador, Gauck tiene a su favor las simpatías ciudadanas, de los medios y hasta de un sector de la coalición de centro-derecha de la canciller Angela Merkel, quien se ha deshecho en halagos hacia alguien que, como ella, creció en la extinta República Democrática Alemana (RDA).

De decidirse la elección presidencial por sufragio universal y no por la Asamblea Federal, habría tenido prácticamente segura la victoria.

Nacido en Rostock (norte de Alemania) el 24 de enero de 1940, hijo de un capitán deportado a Siberia en 1950 y fundador del Neues Forum (plataforma de la disidencia de la Revolución Pacífica en la RDA), la biografía y el talante conciliador de Gauck lo convierten en un adversario político a temer.

La oposición necesitaba un candidato digno, en la derrota matemática o en la victoria por sorpresa, y lo encontró en Gauck, apuntalándose en el principio constitucional de que la presidencia está por encima de partidismos: hasta ahora, la mayoría de los presidentes dejó en suspenso su militancia mientras ocupó la jefatura del Estado.

La derrota de Joachim Gauck en la tercera votación es un éxito moral 

Gauck representa para los alemanes la conciliación, la conciencia y el coraje en la defensa de la democracia, como dijo la propia Merkel, en un mensaje de felicitación por su 70 cumpleaños.

Gauck se hizo pastor evangélico igual que el padre de Merkel, para acabar sumándose a la disidencia ante la represión de la RDA en el ámbito eclesiástico. Kohl lo convirtió, tras la caída del Muro y la reunificación, en director del departamento federal para la tutela de los archivos de la Stasi, la policía política comunista.

Desempeñó ese cargo hasta el año 2000, pero la institución que custodia los gigantescos archivos se sigue llamando popularmente oficina Gauck por el sello que imprimió al organismo.

A Gauck se lo identificó con el espíritu de justicia, no de revanchismo, capaz de poner el dedo en la llaga, sin arrugarse. No obstante, al desvelar el colaboracionismo con la Stasi de muchos políticos de la RDA, se granjeó enemigos acérrimos.

Tampoco ha gustado a muchos delegados de izquierda su defensa de la guerra en Afganistán. Esto ha sido determinante en la decisión de Die Linke (La Izquierda) de abstenerse en la votación final, una decisión que evitó que se produjera el milagro de una victoria de Gauck.

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