Este artículo se publicó hace 13 años.
La Casa Blanca publica el certificado de nacimiento de Obama
Los republicanos insinúan con frecuencia que el presidente no ha nacido en EEUU
Barack Obama compareció ayer en la sala de prensa de la Casa Blanca, casi sin avisar, no para explicar los cambios en la cúpula militar, adelantados por la prensa, sino para zanjar de una vez por todas la polémica sobre su certificado de nacimiento y de paso criticar de nuevo a los republicanos y a los medios por centrarse en "tonterías" cuando EEUU sigue en plena crisis.
El presidente se despachó a gusto: "Si estuviera hablando de seguridad nacional, ninguna televisión conectaría en directo".
De buen humor, criticó con sonrisa y sobriedad la renovada obsesión por sus orígenes. "He seguido [esta polémica] desde que empezó hace dos años y medio, con cierta perplejidad y me he quedado sorprendido sobre el hecho de que durara tanto tiempo", declaró el presidente. "No tenemos tiempo para este tipo de tonterías añadió tenemos grandes problemas que resolver".
La Casa Blanca colgó una versión más completa del documento original en su página web, algo que se había resistido a hacer hasta ahora (www.whitehouse.gov/blog/2011/04/27/president-obamas-long-form-birth-certificate). En él se puede ver que el presidente nació a las 7.24 de la tarde del 4 de agosto de 1961 en Honolulu, hijo de dos estudiantes, Barack Hussein Obama (25 años) y Stanley Ann Dunham (18).
La polémica sobre el certificado que los conservadores usaron a principio de la campaña electoral de 2008 para poner en duda que Obama pudiera presentarse a presidente y resaltar su "diferencia", se ha visto resucitada por el aspirante a candidato presidencial, Donald Trump, en contra de la opinión de la cúpula republicana.
Ayer Trump no cabía en sí de gozo. Obama "tenía que haberlo hecho antes. Me siento muy honrado de haber podido desempeñar un papel en resolver este tema", dijo el millonario, que todavía no ha concretado sus ambiciones políticas, "espero que [el documento] sea auténtico".
Al identificar las obsesiones de Trump con las del partido republicano, Obama consiguió poner en ridículo a la oposición, el objetivo de la Casa Blanca al enfrentarse a la polémica.
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