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El caso Diana persigue a Isabel II hasta los tribunales

LOURDES GÓMEZ

 ¿Cómo murió la princesa de Gales? ¿Fue un accidente o un asesinato?. La polémica saltó minutos después de la colisión, contra un pilar del túnel Alma de París, del Mercedes en el que viajaban Lady Di y su amigo Dodi Al Fayed la madrugada del 31 de agosto de 1997, y diez años más tarde, centra la investigación judicial británica sobre las circunstancias de ambas muertes. En la sala 73 del Alto Tribunal de Londres, el juez lord Scott Baker guía a un jurado de 11 personas por los entresijos del proceso, que se prolongará unos seis meses.

 Desde la apertura de la vista, a principios de semana, el juez confronta las teorías conspirativas para “descartar o corroborar” con pruebas la “sospecha del público” de que la pareja fue asesinada. “Mohamed al Fayed”, dijo en referencia al padre de Dodi, “alega que la Familia Real no podía aceptar que un musulmán se convirtiera en padrastro del futuro rey”. El duque de Edimburgo estaría en el centro de la trama ejecutada por los servicios secretos, según la declaración jurada del empresario egipcio, patrón del hotel Ritz de París y de los almacenes Harrod´s de Londres.

  Scott Baker confía en discernir la verdad desenmarañando ante el jurado los misterios de la relación entre Diana y Dodi y de su viaje hacia la muerte junto al conductor del Mercedes, Henry Paul, jefe de seguridad del Ritz. No se buscan culpables en el proceso, pero la intimidad de la princesa es la primera víctima de la investigación judicial. Se estudiará si estaba embarazada- sus amigas aseguran que tomaba la píldora anticonceptiva el verano de 1997- y si se disponía a anunciar el compromiso matrimonial con Dodi tras cortar su relación sentimental con un médico musulmán.

  Nada puede ganar la familia real con la reapertura del caso. Lady Di confió, en distintas ocasiones y a diferentes personas, su miedo a caer en una emboscada criminal. Roto su matrimonio con el príncipe Carlos, veía planes en su entorno para deshacerse de ella en un accidente de coche, según confesó a su abogado y a su mayordomo Paul Burrell. En el ojo del huracán también está el Duque de Edimburgo y unas misteriosas cartas que escribió a la princesa y que desaparecieron después de su muerte. Diana las guardaba en un arcón junto a otros documentos personales, que condujeron a Burrell ante la justicia acusado de robo. El juicio colapsó con una dramática intervención de la Reina Isabel, que salvó al mayordomo de la cárcel.

 ¿Tendrá que intervenir de nuevo?. Al Fayed reclama el testimonio de la reina para explicar un supuesto comentario que hizo a Burrell: “Tenga cuidado Paul. Hay poderes trabajando en este país de los que nada sabemos”. Scott Baker no puede forzar ni, de momento, desea pedir a Isabel II que arroje luz sobre su presunta advertencia colaborando con la investigación judicial.

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