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China y Rusia sellan su nueva era de cooperación militar y acusan a EEUU de minar la estabilidad mundial

La visita a Moscú del ministro chino de Defensa, Li Shangfu, impulsa un pacto militar entre China y Rusia en un momento clave, con la guerra en Ucrania en plena ebullición y con un pico de tensión entre Pekín y Washington por Taiwán.

Li Shangfu
A la izquierda de la imagen, Li Shangfu,, ministro chino de Defensa, posa al lado del General Vladimir Zarudnitsky, jefe de las Fuerzas Armadas de Rusia en Moscú. Ministerio de Defensa de Rusia / EFE/EPA

China está dando una de cal y otra de arena en el ámbito de la seguridad mundial. Si hace unas semanas proponía un plan de paz para abrir una mesa de
negociaciones en Ucrania, ahora lanza un órdago y anuncia una nueva era de relaciones militares con Rusia, el invasor y primer responsable del conflicto
ucraniano.

China y Rusia han entrado en una "nueva era" de relaciones, con lazos mucho más "fuertes" y con el objetivo de contribuir a mantener la seguridad y estabilidad regional y global, ha afirmado el ministro de Defensa chino, Li Shangfu, en Moscú.

El inusual recibimiento de Li por el presidente ruso, Vladímir Putin, se produjo en su primer día de visita, este domingo, y mostró la trascendencia que Rusia da a esta misión. Li también se ha reunido con el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, con quien ha abordado la nueva naturaleza de la relación militar entre los dos países.

Una entente militar sino-rusa con EEUU como contrincante

Estos reforzados lazos con Rusia no apuntan a nadie en particular, según Li. Esa es la primera lectura, porque el político chino ha dejado claro que, en última
instancia, China tiene que defenderse de Estados Unidos, cuya estrategia está
orientada a "minar la estabilidad mundial". 

El ministro chino ha venido a decir lo mismo en Moscú que el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, acababa de señalar en Pekín aunque con una expresa alusión a Ucrania en este caso: EEUU "está fomentando" la guerra, cuando se debería impulsar una salida política al conflicto.

El ministro de Defensa chino, recién nombrado en marzo por la Asamblea Popular Nacional, comenzó su visita oficial de cuatro días a Rusia este domingo. Y Moscú no dudó en enmarcar el viaje con toda la pompa y circunstancia, poniendo a su Flota del Pacífico en alerta y con unas maniobras en el nordeste de Asia no lejos de donde Estados Unidos y China se disputan la hegemonía militar y comercial asiática.

Estos ejercicios son también un aviso contundente a Japón, aliado principal de Washington en la zona y competidor económico de Pekín. Tokio reclama a Moscú la soberanía de las islas Kuriles, tomadas por la Unión Soviética al Japón derrotado en la Segunda Guerra Mundial y que Rusia no tiene muchas intenciones de devolver.

La visita de Li ha sido la guinda de la luna de miel entre Moscú y Pekín que pone tan nerviosos a Washington y Bruselas, y que ya adelantó el viaje que hizo el presidente chino, Xi Jinping, a la capital rusa en marzo pasado. Entonces, el líder chino subrayó la amistad "sin límites" de los dos países y remarcó la necesidad de poner fin a la guerra en Ucrania. Pero no solo no condenó a Rusia por la invasión, sino que reclamó una retirada de las sanciones que pesan sobre Moscú.

El titular chino de Defensa ha destacado en Moscú la fortaleza de los lazos
bilaterales entre los dos países, además de su "carácter especial" y su "importancia estratégica". La nueva alianza, ha manifestado Li, va más allá de las relaciones militares surgidas a la sombra de la Guerra Fría entre estas dos superpotencias. Ahora tiene como objetivo "fortalecer la comunicación estratégica entre los dos ejércitos", el chino y el ruso.

¿Es compatible el eje Pekín-Moscú con la paz en Ucrania?

Las declaraciones de Li en Moscú a favor de una entente sino-rusa han planteado dudas sobre el alcance de la apuesta por una mesa de negociaciones en Ucrania que China realizó en febrero pasado, cuando el día 24 se cumplió un año del comienzo de la invasión rusa.

Todos los líderes europeos que han visitado Pekín en las últimas semanas, como el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez; el presidente francés, Emmanuel Macron; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, o la ministra de Asuntos Exteriores alemana, Annalena Baerbock, han pedido a Pekín que ejerza su influencia para detener la guerra en Ucrania y conseguir la retirada rusa de Ucrania.

Los dirigentes europeos también han advertido a Pekín de que no suministre
armas a Ucrania
, como algunas informaciones de la inteligencia estadounidense han prevenido. Tal posibilidad sería considerada por Bruselas como el traspaso de una línea roja que llevaría al deterioro de las relaciones con China.

"Será extremadamente difícil, incluso imposible, para la Unión Europea mantener una relación de confianza con China, si China no contribuye a la búsqueda de una solución política basada en la retirada de Rusia del territorio ucraniano", aseveró el viernes pasado el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell.

Pero China no apuesta por la paz en Ucrania con el escenario de una Rusia
derrotada
y en retirada de los territorios ocupados. Pekín considera todo el
escenario en conjunto
: la reacción de Moscú al invadir Ucrania fue la respuesta a muchos años de presiones estadounidenses y de la OTAN sobre las fronteras rusas, las mismas que Pekín considera que existen en el este de Asia, con Taiwán como manzana de la discordia con Washington.

China también necesita el respaldo ruso en Asia

En este sentido, la visita de Li Shangfu a Moscú es un reconocimiento tácito de que, Rusia respalda a China también en el tema taiwanés y que condena implícitamente los pasos dados por Estados Unidos para convertir a la isla en un casus belli en caso de ser atacada por el Ejército Popular de Liberación chino.
Como parte de sus presiones sobre China, la Casa Blanca propició sendas
reuniones de la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, con el actual presidente de la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos, Kevin McCarthy, hace unos días en Los Ángeles, y con su antecesora en ese cargo, Nancy Pelosi, en Taipéi, en agosto pasado.

Pekín consideró ambos encuentros como un insulto a su política de "una sola China", que aboga por la reunificación con Taiwán, por las buenas o por las malas. La tensión existente en el estrecho de Taiwán, con una maniobra militar detrás de otra, vaticina una salida poco pacífica a la crisis, especialmente después de que Washington haya comprometido a Taipéi su apoyo militar para impedir una invasión china de la isla, desgajada políticamente de la nación continental en 1949.

Entre los papeles del Pentágono filtrados a la prensa y las redes, hay un informe
sobre Taiwán muy desconcertante sobre una posible guerra
.

Según ese documento, no es factible que Taiwán pueda hacer frente a la
superioridad aérea china o que sus defensas aéreas puedan "detectar con precisión el lanzamiento de misiles" chinos. Además, apenas la mitad de los aviones de combate taiwaneses tienen capacidad operativa plena y tratar de protegerlos en hangares seguros llevaría no menos de una semana, por lo cual podrían ser destruidos en pocas horas en caso de un ataque preventivo chino.

Maniobras militares chinas contra el apoyo de EEUU a Taiwán

En las maniobras que hace unos días lanzó China en el estrecho de Taiwán, la
armada y la aviación chinas simularon un bloqueo de la isla, para evitar un
reabastecimiento de material militar en caso de invasión.

Pero tal asedio quizá no tuviera tanto éxito en caso de un conflicto real. En marzo pasado el ministro de Defensa de Taiwán, Chiu Kuo-cheng, anunció ante el Parlamento de su país que estaba negociando con EEUU la creación de una "reserva de guerra" en la isla, que incluyera cargamentos ingentes de munición y armas de corto alcance, como misiles antiaéreos móviles Stinger, cohetes antitanque portátiles y minas.

Es decir, si Taiwán no pudiera impedir un primer ataque devastador chino
realizado con misiles de largo alcance, al menos podría plantear una resistencia en el propio territorio taiwanés muy costosa para el invasor.

La Ley de Autorización de Defensa Nacional de 2023, aprobada por el Congreso de Estados Unidos y firmada por el presidente Joe Biden, permite que Taiwán pueda ser destino de hasta 1.000 millones de dólares en armamento para contener eventualmente una invasión china. Esa Ley facilitaría la creación de esa reserva de armas estadounidenses susceptibles de ser utilizadas contra un ataque chino.

Pekín ya ha respondido que tomará todas las medidas precisas para defender su
seguridad. Es de prever que, si se comenzaran a llenar los arsenales de Taiwán con armas estadounidenses, China podría pensar en adelantar sus supuestos planes de invasión de la isla, que algunos generales estadounidenses ya han datado incluso para 2025 o 2027.

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