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Los chinos retan al Partido

Se han presentado a las elecciones locales hasta un millón de candidatos independientes no afiliados al PCCh

DAVID BRUNAT

Pocas veces se habla de ello, pero los chinos también pueden votar y ser votados como representantes políticos cada cinco años. Sólo se trata, eso sí, de los delegados del congreso local en aldeas, pueblos y distritos de grandes ciudades. Es el escalafón más bajo de la política china, cuyos miembros apenas disponen de poder real para decidir sobre presupuestos y grandes proyectos. Estas elecciones se celebran desde hace más de 25 años, pero ahora cuentan con un ingrediente especial: cientos de miles de chinos no afiliados al Partido Comunista (PCCh) se han presentado como candidatos independientes, provocando una revolución social y un escalofrío entre los funcionarios comunistas.

No hay datos oficiales, pero algunos analistas, como el politólogo Li Fan, creen que podría haber 'hasta un millón de candidatos independientes' por todo el país en unas elecciones que arrancaron en mayo y terminarán a mediados de 2012. 'La gente no está satisfecha con el trabajo de los gobiernos locales y quiere participar para defender sus derechos desde dentro. Además, la explosión de las redes sociales ha multiplicado las opciones de los candidatos para promocionarse y conseguir apoyo popular', explica a Público Li, quien ha publicado la Guía para el candidato independiente.

Los microblogs como Weibo (el Twitter chino) bullen con eslóganes electorales. 'Como miembro de la comunidad, comparto vuestras quejas', arenga Xu Chunliu, candidato en Pekín. 'Mi lema es: habla sólo para la gente corriente, no repitas las alabanzas de la élite', promete a su vez Yu Nan, en la ciudad de Lanzhou. Algunos incluso venden camisetas para financiar su campaña y cortejan a sus potenciales votantes en las calles.

Los gobiernos locales se están tomando muy mal la injerencia de ciudadanos comunes en el proceso electoral. Su presencia es vista como un incordio en unos comicios que se han resuelto tradicionalmente a dedo, con listas de delegados decididos de antemano. Por eso, tanto el Gobierno como la Policía están echando mano de sus bien conocidas técnicas de disuasión para evitar que los candidatos independientes se salgan con la suya. Todo vale, desde ocultar los formularios necesarios para registrar la candidatura hasta otorgar a los aspirantes un estatus parecido al de disidente político, lo que incluye persecución policial, amenazas a todo aquel que les dé apoyo (se necesitan diez firmas para sostener una candidatura), auditorías fiscales, arresto domiciliario y, en algunos casos, desaparición forzosa.

Eso es lo que le ocurrió a Cao Tian, un magnate inmobiliario que se postulaba a la alcaldía de Zhengzhou, capital de la provincia de Henan. Cao presentó un ambicioso programa electoral que incluía una partida de 12 millones de euros para luchar contra la corrupción oficial. Una semana después, un equipo de 20 personas de la oficina de impuestos de Zhengzhou inició una estricta investigación sobre su empresa y confiscó multitud de documentos. Cao ha sufrido dos desapariciones forzosas desde junio y su candidatura nunca ha llegado a formalizarse.

Una de las primeras provincias en celebrar las elecciones ha sido Guangdong, donde apenas un puñado de candidatos independientes han logrado alzarse como delegados. 'Estuve allí la semana pasada observando el proceso y fue un desastre. En los colegios electorales había muchísima más seguridad que votantes. La gente ha visto que la cosa no tiene remedio y eso ha acentuado aún más el habitual desdén por estas elecciones', explica Li Fan.

Los comités electorales, controlados por el Partido Comunista, están bloqueando las candidaturas extraoficiales a pesar de que estas, en su mayoría, no pretenden contravenir el poder establecido sino matizar o mejorar las políticas existentes en educación, vivienda o sanidad. Sin embargo, el concepto mismo de democracia y de participación política libre aterra a los gobernantes, si bien es un derecho recogido en la Constitución china.

'La gente debe pagar un precio por promover el progreso social. Alguien tiene que ser el primero', indica el abogado Zhang Kai, candidato a delegado en Pekín y etiquetado como disidente político por su apoyo al movimiento cristiano en el país.

Entre los candidatos hay académicos, blogueros, abogados, granjeros... También hay muchas celebridades, quienes ven en la política una plataforma para promocionarse y sacar beneficio. Ellos son la cara amable de las candidaturas independientes. Incluso son cortejados por los gobiernos locales. 'Los famosos tienen hoy una gran influencia social, y aceptándolos como delegados los funcionarios quieren mostrar su actitud democrática al mismo tiempo que mantienen a las celebridades bajo control', dice el politólogo Fang Shaowei.

Los precedentes no ayudan a que los gobiernos locales acepten a los candidatos independientes. Muchos de los que se hicieron con un puesto de delegado en 2006-2007 han hurgado en asuntos sensibles como expropiaciones de tierras y escándalos medioambientales. Ahora que la cifra de aspirantes ha crecido exponencialmente, ningún gobernante quiere dejar entrar al enemigo en casa.

'Las opciones de ser elegido como delegado son escasas e incluso, si unos pocos lo consiguen, no van a poder cambiar nada', advierte Zhou Decai, candidato y activista por los derechos de los campesinos en Henan, a Reuters. 'Pero las elecciones pueden exponer los problemas del sistema chino y esa ya es una manera de presionar a los funcionarios locales', prosigue.

Si bien la tendencia de participar en política al margen del Partido Comunista es simbólica, casi nadie espera cambios sustanciales, al menos por ahora. 'La situación está bajo control y, si hay algún cambio, será promovido desde dentro, no desde fuera', considera Fang Shaowei, que advierte: 'La política china está entrando en una nueva etapa, con una forma de hacer nunca vista antes en otro régimen autoritario'.

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