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Miles de seguidores de Bolsonaro asaltan las sedes de los tres poderes del Estado y piden el derrocamiento de Lula

La marcha en apoyo al expresidente ultraderechista pide una intervención militar para derrocar a Lula da Silva, ganador de las últimas elecciones.

Imágenes de los seguidores de bolsonaro asaltando el Congreso brasileño.
Imágenes de los seguidores de Bolsonaro asaltando el Congreso brasileño. EVARISTO SA / AFP

Casi dos años después de lo ocurrido en EEUU, ha sucedido en Brasil. Miles de seguidores ultras del expresidente brasileño Jair Bolsonaro han asaltado este domingo las sedes de los tres poderes del Estado -el Palacio de Planalto, sede del Ejecutivo, y la Corte Suprema-, después de haber invadido el Congreso Nacional en actos golpistas contra el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, contra el que piden una intervención militar para derrocarle tras ganar las elecciones. Lula, que asumió la Presidencia de Brasil el pasado día 1, se encontrqaba este fin de semana fuera, de viaje en la ciudad de Araraquara, en Sao Paulo.

Cuatro horas después del inicio de la invasión las fuerzas de seguridad recuperaron el control de las sedes del Congreso, la Presidencia y la Corte Suprema de Brasil.

Un asalto como el ocurrido este domingo se barruntaba -y se temía- en Brasil desde que Bolsonaro perdiera las elecciones por una ajustada diferencia ante Lula el pasado octubre. Desde entonces cientos de seguidores del ultraderechista se han mantenido en las calles, acampados en zonas como frente al Cuartel General del Ejército, reclamando un golpe de Estado militar que tumbara al presidente elegido democráticamente. Lo mismo que han pedido hoy cuando han irrumpido a primera hora de la tarde en Brasil superando una barrera policial en el Congreso. Tras ello, subieron la rampa que da acceso al tejado de los edificios de la Cámara de los Diputados y del Senado y entraron dentro de la sede legislativa.

Los extremistas, en su mayoría con camisetas amarillas y verdes y banderas de Brasil, también atacaron algunos vehículos de la Policía Legislativa, que brinda seguridad al Congreso. También destruyeron barreras de protección y armados con palos se enfrentaron a los agentes que intentaron contener, sin éxito, la entrada de los manifestantes.

Tras el asalto al Congreso llegó también la invasión del Palacio presidencial y de la Corte Suprema. En ambas sedes se han podido ver imágenes de radicales bolsonaristas vandalizando salas oficiales, lo que recuerda a lo que sucedió en EEUU hace dos años.

Ante la débil reacción policial del estado de Brasilia, en manos de un gobernador bolsonarista, el presidente anunció la intervención federal para contener el asalto tras destituir al máximo responsable de seguridad del territorio. El mandatario ha asegurado que los "vándalos fascistas" que invadieron las sedes del Parlamento, el Supremo y la Presidencia serán "encontrados" y "castigados".

Mientras todo esto sucede, Bolsonaro, que no reconoció públicamente la victoria de Lula da Silva, se encuentra en Florida (EEUU) desde días antes de la toma de posesión del nuevo presidente. El partido del líder ultraderechista, el Partido Liberal, condenó "vehementemente" la "depredación" del Congreso. "Condenamos vehementemente este tipo de actitud. Y que la ley sea cumplida fortaleciendo nuestra democracia", declaró el presidente del PL, Valdemar Costa, en un comunicado.

Los campamentos de los bolsonaristas radicales se han multiplicado en todo Brasil

Los campamentos de los bolsonaristas radicales, que se han multiplicado en ciudades de todo el país, comenzaron a ser desmontados el viernes en Belo Horizonte, capital de Minas Gerais, donde ocurrieron algunos disturbios.

El sábado, el ministro de Justicia, Flávio Dino, autorizó la actuación de la Fuerza Nacional de Seguridad, un grupo de élite de los cuerpos de Policía de todo el país, que se moviliza para misiones especiales.

Antes de la invasión del Congreso, Dino se pronunció en las redes sociales y dijo que los opositores deberán esperar hasta 2026, cuando se celebren las próximas elecciones presidenciales, así como el actual Gobierno esperó entre 2018 y 2022.

Los principales líderes latinoamericanos ya han condenado lo ocurrido, como Gabriel Boric -presidente de Chile-, Andrés Manuel López Obrador -mandatario de México-, o Gustavo Petro -presidente de Colombia-. También, desde España, Pedro Sánchez ha mostrado su apoyo al gobierno legítimo de Brasil y a Lula da Silva: "Todo mi apoyo al presidente y a las instituciones libre y democráticamente elegidas por el pueblo brasileño. Condenamos rotundamente el asalto al Congreso de Brasil y hacemos un llamamiento al inmediato retorno a la normalidad democrática".

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