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La ciudad de las tiendas vacías y los precios prohibitivos

Un comerciante de Rafah asegura que el bloqueo israelí está triplicando los precios

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Rafah es una ciudad mediana, de unos 130.000 habitantes, la mayoría refugiados palestinos, situada en los confines entre la franja de Gaza y Egipto. De hecho, la ciudad está partida en dos por la arbitraria frontera que en su día trazaron los súbditos de Su Graciosa Majestad.

El centro de Rafah lo forman el cruce de dos avenidas de moderadas dimensiones. Solía estar abarrotado de gente que acudía a la tiendas a comprar provisiones. En el centro de las calles se agolpaban vendedores ambulantes que ahora han desaparecido debido a la escasez de alimentos y de todo tipo de artículos.

'Mire, mire, ése es el centro de Rafah y no hay nadie, ¿se lo puede creer?', preguntaba hace unos días señalando al cruce vacío Muhammad Abu Libda, propietario de una pequeña tienda de alimentación que en tiempos mejores estuvo muy concurrida y en la que estos días apenas entran clientes a cuentagotas.Abu Libda, de 62 años, tiene ocho hijos. Cuatro de ellos fueron agentes de la Policía palestina cuando gobernaba Fatah, pero se quedaron sin empleo cuando Hamás tomó el control de Gaza en junio del año pasado. Otro estudia ingeniería.

Los túneles

'El tabaco lo compro aquí, en Rafah. Una parte viene de Egipto y otra de Cisjordania. Un cartón de Marlboro, que antes costaba 90 shekels (unos 16 euros) ahora vale 230 shekels. Y con todo está pasando lo mismo', explica el comerciante alarmado mientras
gesticula con los brazos.

Algunos artículos han llegado por los túneles que comunican la Rafah palestina con la Rafah egipcia, que normalmente los milicianos utilizan para introducir en la franja armas y explosivos.

Ocasionalmente los túneles se utilizan para meter comida, pero no es tan frecuente como afirman los israelíes, asegura Abu Libda. 'Los israelíes dicen eso, pero simplemente es propaganda. Quieren que el mundo entero crea que en Gaza abunda todo, cuando no es verdad', interviene Mahmud, el único empleado de latienda.

'Si fuera así, si por los túneles se introdujeran alimentos, los precios no se habrían disparado de esta manera. Ve este paquete', dice señalando a un atado de tabaco de pipa de agua, 'pues antes costaba dos shekels y ahora cuesta 40. Sería un buen negocio meterlo a través de los túneles perono se hace. Si se hiciera no valdría tanto'.

'Y lo mismo ocurre con la harina. Antes un saco costaba 60 shekels y ahora el mismo saco cuesta 160. Apenas hay leche, detergentes y jabones', añade, explicando que a pesar de eso Rafah es la ciudad mejor provista de alimentosde la franja.

'Lo que entra por los túneles es muy poco, especialmente tabaco, pero más de la mitad del que vendemos viene de Cisjordania. Se mete de contrabando oculto entre los productos que entran en Gaza por las fronteras israelíes, pero ahora las fronteras están cerradas y no entra nada. Eso explica la subida de precios', confirma Abu Libda.

'Una buena parte de los artículos que vendemos proviene de Dahaniya', confiesa finalmente Mahmud mencionando un nombre maldito. 'Son productos que los de Dahaniya compran en Israel y Cisjordania y que nos venden a precios muy elevados'.

Dahaniya es un pueblo que merece una explicación particular. Está situado dentro de la franja de Gaza, junto al paso que los israelíes denominan Kerem Shalom, pero al mismo tiempo está excluido de
la franja.

 

Los colaboracionistas

En Dahaniya viven cientos de personas, pero con la particularidad de que todos son colaboracionistas, todos han colaborado con Israel en el pasado y al ser descubiertos han buscado refugio en ese pueblo que Israel protege. Ningún palestino puede entrar allí, con excepción de sus habitantes.

'Antes del cierre de las fronteras tenía ocho empleados en mi tienda que trabajaban las 24 horas del día. Ahora tengo sólo un empleado y cerramos cuando anochece', retoma la conversación un apesadumbrado Abu Libda. La conclusión es que el mercado negro de Rafah no es tan grande como aseguran los israelíes, tal vez para transmitir al mundo la idea de que en la franja de Gaza no hay ninguna crisis humanitaria, en contra de lo que sostienen la Cruz Roja Internacional y otras organizaciones.

Lo cierto es que el centro de Rafah no está tan concurrido de tiendas ambulantes y clientes como lo estuvoen el pasado. Las tiendas estables tienen unas existencias limitadas y a unos precios desorbitados que no se puede permitir la población corriente.

'Hay gente que no sabemos cómo vive. Si no tienes mucho dinero es imposible sobrevivir aquí, de verdad', comenta desesperado Abu Libda. 'Y no me pregunte de política. No entiendo. Sólo entiendo de mi negocio'.

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