Este artículo se publicó hace 14 años.
Claves y consecuencias de los comicios para demócratas y republicanos
Los demócratas perderían la Cámara y los republicanos se enfrentarían a una batalla interna
¿Por qué llegan los demócratas en una situación desfavorable?
La imagen del Partido Demócrata ha sufrido mucho en el último año. La economía que no acaba de remontar al ritmo esperado y la pérdida de popularidad de Barack Obama se presentan como los principales factores para explicar la victoria republicana. La principal preocupación sigue siendo el desempleo, que no baja del 9%. El índice de aprobación de Obama ha bajado al 45%, mientras que el porcentaje de estadounidenses que piensan que su país va mal encaminado se ha elevado al 60%. La aprobación de la reforma sanitaria ha causado división entre la clase media. Obama también ha perdido la confianza entre los votantes que no se consideran ni demócratas ni republicanos. Los republicanos sí han logrado movilizar a su electorado explotando un mensaje: "Washington no funciona".
La historia tampoco ayuda a los demócratas. El partido que controla la Casa Blanca suele perder escaños en el segundo año del presidente. Desde 1946, el partido del presidente pierde en estas elecciones una media de 25 miembros en la Cámara de Representantes y tres senadores. Harry Truman (en 1946) y Bill Clinton en 1994 perdieron 54 escaños cada uno, mientras que Lyndon B. Johnson cedió 48 en 1966.
En Estados Unidos, se habla de "Gobierno dividido" cuando se tiene un Congreso y una Casa Blanca controladas por diferentes partidos. Los presidentes suelen ser capaces de desarrollar una relación constructiva con los dirigentes de la oposición en el Congreso, conocidos como "líderes de la mayoría". Aunque ha sido la tendencia habitual en los ochenta y noventa, las cosas no siempre han ido bien. En 1995, el Congreso controlado por los republicanos provocó el cierre de varios servicios estatales al no llegar a un acuerdo con Bill Clinton sobre el recorte que se debía aplicar a los presupuestos nacionales.
La Cámara de Representantes cuenta con 435 representantes que se renuevan cada dos años. Con esas legislaturas tan cortas, se intenta reflejar el sentimiento actual de la población de una forma más inmediata. Se trata de una representación proporcionada con la población de cada estado. Los senadores son elegidos para sus puestos cada seis años. Cada dos años, se renueva aproximadamente un tercio del Senado. Por cada uno de los 50 estados, se eligen dos delegados para el Senado, independientemente de la población de cada Estado.
Una victoria republicana en cualquiera de las dos cámaras podría degenerar en un atasco legislativo y en un conflicto político. La prioridad republicana es frenar la agenda de Obama y complicar su reelección en 2012. Pero a los conservadores les resultará casi imposible aprobar nuevas iniciativas legales sin el apoyo de los demócratas. Las mociones aprobadas en la Cámara de Representantes tendrían que pasar el control del Senado, algo que los demócratas podrían hacer si mantienen la mayoría o con tácticas ‘filibusteras' que sólo se podrían superar con una ‘supermayoría' de 60 senadores que los republicanos no pueden obtener.
Sea cual sea el resultado de las legislativas, el Partido Republicano afronta una batalla interna sobre su propio futuro. La culpa la tiene el Tea Party. En principio supuso un éxito, al lograr movilizar las bases de un partido que no se motivaron con John McCain como candidato presidencial pero que sí se han apuntado al mensaje ultraconservador liderado por Sarah Palin. El movimiento quiere limitar el poder del Gobierno e intentará imponer el candidato más conservador posible al ‘establishment' del partido para las elecciones de 2012.
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