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Los combates cierran Sirte a los convoyes humanitarios

La milicia libia toma el control del barrio en el que nació Gadafi y busca a su hijo Mutassim

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El último checkpoint. Cien metros. Esa distancia mínima separaba al convoy de ayuda humanitaria del Comité Internacional de la Cruz Roja de la entrada de Sirte cuando se reanudaron los combates entre la milicia gubernamental libia y los partidarios del régimen derrocado de Muamar Gadafi. La violencia obligó a los cooperantes a dar la vuelta y dejó aún más desamparados a los miles de civiles atrapados en esta ciudad libia, en la que escasea el agua potable y la comida, además de material sanitario y medicinas para atender a los heridos y gasolina para escapar del infierno en que se ha convertido la otrora próspera ciudad, cuna natal del dictador prófugo.

Los milicianos desoyeron los llamamientos internacionales para prorrogar un alto el fuego que ha permitido que este fin de semana huyesen centenares de personas de la ciudad asediada e iniciaron lo que han denominado el 'asalto final a Sirte'. Apoyados por la aviación de la OTAN, las fuerzas libias lanzaron 'fuego de artillería, cohetes y todo lo que encontraron', describió desde el frente el enviado de la BBC, Jonathan Head.

Escasea el agua, la comida, medicinas y hasta gasolina para huir del infierno

'Es un ataque bastante descoordinado, no parece que sea muy certero, lo que supone un gran riesgo para los miles de civiles que aún no han salido. La situación es horrible', subrayó Head.

El miedo empujó a algunas familias que lograron hacerse con un vehículo y combustible a desafiar el fuego cruzado y abandonar Sirte con nerviosismo. 'No entiendo lo que está pasando. Es terrible. Llevan días bombardeando nuestro barrio, han herido a familiares y a amigos y no sabemos adónde llevarlos', explica con desesperación Ismail en un puesto de control a las afueras de la ciudad asediada.

A la saturación de los hospitales y la falta de personal sanitario se le suman los constantes cortes de electricidad y la falta de combustible para los generadores de emergencia. 'He visto a un adolescente de 14 años morir en una mesa de operaciones porque la luz se fue durante la intervención', explica a Reuters un doctor que se identifica como Al Sadiq.

El rumor de que Mutassim, el quinto hijo de Gadafi, dirigía a combatientes del régimen desde su escondite en un hospital de esta ciudad mediterránea, complicó aún más el trabajo de los médicos.

Los heridos mueren en el quirófano por falta de electricidad en los hospitales

Muchos de los habitantes de Sirte pertenecen a la tribu Al Gadafa, la misma que la del dictador que ha dirigido Libia durante 42 años, y recelan de las nuevas autoridades, el Consejo Nacional de Transición (CNT).

La desconfianza local se hizo evidente por la tarde, cuando las milicias se hicieron con el control del barrio de Abou Hadi, en el que nació Gadafi, y forzaron a los combatientes afines al régimen a replegarse hacia el centro. A diferencia de lo que ocurrió en Zawiya, Misurata o Trípoli, nadie salió a recibir con los brazos abiertos a los milicianos del CNT. Estos, por el contrario, se encontraron un barrio abandonado a toda prisa, con maletas a medio hacer en el suelo, pasaportes olvidados e incluso tazas de té recién servidas.

Muchos de los oponentes al dictador esperaban encontrar casas grandes y lujosas, que reflejasen la vida privilegiada de una ciudad que se ha beneficiado más que ninguna otra de la riqueza del petróleo libio. Sin embargo, las viviendas vacías que registraron las fuerzas gubernamentales eran modestas, aunque sus habitantes no ocultaron su lealtad a Gadafi antes de huir.

En muchas fachadas ondeaba aún la bandera verde del régimen, en vez de la tricolor que ha adoptado el CNT, mientras en el interior de las casas podían verse retratos del dictador. Estos detalles enfurecieron a los milicianos, que se dedicaron a saquear todo lo que encontraron a su paso y dejaron claro que falta un largo camino para la reconciliación nacional que promete el CNT.

Más de dos años después de ser liberado bajo el pretexto de que le quedaban unos meses de vida, Abdel Basset al Megrahi, el autor del atentado de Lockerbie, sigue vivo. El ex agente secreto libio insiste, sin embargo, en que se encuentra al borde de la muerte. “Me quedan sólo unos días, semanas o meses”, dijo Al Megrahi en una entrevista difundida por Reuters, en la que aparece debilitado y tumbado en una cama en su domicilio de Trípoli. El exagente condenado sigue defendiendo su inocencia en el atentado contra un avión de Pan Am en 1988, que causó 270 muertes.  “Occidente exageró mi relevancia. En el futuro se conocerán nuevos datos . Nunca he hecho daño a nadie ”, aseguró. El Consejo rebelde libio ha superado su reticencia inicial y se ha comprometido a colaborar con Escocia, donde Al Megrahi cumplía condena perpetua, para investigar el atentado.

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