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Conflicto árabe-israelí Israel no va a negociar con cientos de prisioneros palestinos en huelga de hambre

La convocatoria de una huelga de hambre indefinida por parte de los prisioneros palestinos crea una situación volátil que puede complicarse si llega viva al mes de ramadán en junio. Las autoridades israelíes dicen que no negociarán y esperan que el presidente Mahmud Abás resuelva por su cuenta el problema.

Manifestantes se disfrazan de presos palestinos y soldados israelíes durante protestas el 17 de abril de 2017 en la ciudad de Gaza en apoyo a la huelga de hambre de los prisineros palestinos encarcelados en Israel / REUTERS (Mohammed Salem)

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

El ministro para la Seguridad Interior de Israel, Guilad Erdan, ha declarado que las autoridades israelíes no van a negociar con los centenares de prisioneros palestinos que el lunes se declararon en huelga de hambre indefinida para mejorar las condiciones de vida en las cárceles israelíes.

“No tenemos ningún motivo para negociar”, ha dicho Erdan taxativamente. “Son terroristas y asesinos que están recibiendo lo que se merecen”, ha añadido el ministro poco antes de que el jefe de gobierno, Benjamín Netanyahu, se expresara en términos similares.

Según las autoridades penitenciarias, unos 1.200 reclusos se han sumado hasta ahora a la huelga, mientras que los palestinos dicen que su número supera los 1.500 y sigue creciendo. En las cárceles israelíes hay unos 6.500 palestinos, de los que 32 son mujeres y 300 son menores. Además hay unos 500 ‘detenidos administrativos’ que no han sido juzgados y que incluso no saben de qué se les acusa.

La huelga de hambre se puso en marcha el lunes después de unos preparativos de varias semanas. El artífice de la protesta es Marwan Barghouti, de 57 años, uno de los líderes de Fatah más populares, al que las encuestas consideran mejor situado para sustituir al presidente Mahmud Abás en el caso de que se convoquen elecciones, lo que sin duda no va a ocurrir a corto plazo.

Las demandas de los reclusos son variadas e incluyen poner fin a las detenciones administrativas, acabar con el aislamiento de prisioneros como medida de castigo, instalar teléfonos de pago en todas las galerías para que los reclusos puedan hablar con sus familias, permitir las visitas de las familias con mayor frecuencia, es decir al menos dos veces al mes, mejorar el servicio médico que reciben los detenidos y facilitar los estudios por correspondencia de los reclusos que deseen cursar estudios.

El mismo lunes las autoridades penitenciarias recluyeron a Marwan Barghouti en una celda de aislamiento. El ministro Erdan justificó la medida diciendo que el más popular de los prisioneros palestinos ha infringido las normas al convocar una huelga y debe recibir el castigo correspondiente.

El presidente Abás ve en Barghouti al único rival que realmente podría competir con él en el caso de que se convocaran elecciones, pero al mismo tiempo no puede eludir su apoyo a la huelga de hambre ya que se trata de una iniciativa muy popular entre los palestinos de todo signo político, incluidos los de Hamás.

En medios políticos israelíes se comenta que Netanyahu espera que Abás ponga orden y termine con la huelga antes de principios de mayo, cuando el presidente palestino tiene que viajar a Washington para reunirse con Donald Trump y hablar del proceso de paz. Netanyahu cree que Abás no viajará a la Casa Blanca sin haber resuelto ese problema.

Mientras Netanyahu deposita la responsabilidad de la huelga en Abás, este se ve obligado a decir públicamente que la apoya aunque no tenga el menor interés que en que Barghouti saque algún provecho de la protesta.

Barghouti fue arrestado en 2002, en el transcurso de la segunda intifada, y se le juzgó y condenó por la muerte de cinco israelíes en los territorios palestinos ocupados. Entonces Barghouti dirigía unas milicias de Fatah muy populares en toda Cisjordania.

Políticamente, Barghouti es partidario de alcanzar un acuerdo de paz con Israel que permita a los palestinos establecer un estado en Cisjordania y Gaza. Sin embargo, su opinión es que Israel no tiene ningún interés en firmar la paz y que solo desea expandir más y más las colonias judías, de manera que a los palestinos solo les queda la opción de la lucha armada.

Otro de los más famosos prisioneros es Ahmad Saadat, secretario general de Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), quien durante la segunda intifada ordenó la muerte del ministro israelí Rehavam Zeevi en un hotel del sector ocupado de Jerusalén, en venganza por la muerte del anterior secretario general de FPLP un poco antes.

Netanyahu y muchos de sus ministros han mostrado en sus últimas horas su malestar porque el New York Times publicara el domingo un artículo de Barghouti explicando los motivos de la huelga de los prisioneros palestinos, donde decía que la huelga de hambre es “la forma más pacífica de resistencia” que pueden practicar los palestinos.

Si la huelga se prolonga indefinidamente no solo creará problemas a Abás sino también a Netanyahu, quien confía en que los medios de comunicación occidentales dediquen más atención a la crisis siria que a los reclusos palestinos.

Este tipo de huelgas siempre crean situaciones volátiles e imprevisibles que en un momento dado pueden complicar la situación en una dirección no prevista, máxime cuando dentro de algunas semanas comenzará el mes de ramadán. Si la huelga llega viva hasta ramadán, es posible que la situación se escape a cualquier control.

De los 6.500 prisioneros palestinos, 3.000 pertenecen a Fatah, 2.000 a Hamás, 500 a la Yihad Islámica, 300 al Frente Popular para la Liberación de Palestina y 200 al Frente Democrático para la Liberación de Palestina. El resto pertenecen a facciones más pequeñas o son independientes.

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