Decenas de miles de personas han llegado a Saná después de recorrer 257 kilómetros desde la ciudad de Taiz, en el sur del Yemen, para pedir la ejecución del presidente de ese país, Ali Abdalá Saleh. Los manifestantes también rechazaron la iniciativa del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), firmada por Saleh y la oposición el pasado 23 de noviembre y que estipula el traspaso del poder y la celebración de elecciones presidenciales.

Disconformes con que el presidente no sea juzgado y condenado a muerte por la represión de las protestas en su contra desde el pasado 27 de enero, los participantes en la marcha partieron de Taiz el pasado martes en dirección a la capital. En la protesta de Saná, al menos nueve personas han muerto por disparos de las fuerzas leales al régimen, según han informado activistas y fuentes médicas.

Las fuentes médicas aseguraron que los fallecidos fueron asesinadas por disparos hechos con fuego real y pelotas de goma en un puesto de control en el barrio de Dar Salem, en el sur de la capital. Agentes antidisturbios trataron de impedir que decenas de miles de manifestantes llegasen al palacio presidencial donde reside Saleh.

Por su parte, el militante de derechos humanos y abogado Abdelrahman Gurman aseguró que entre los muertos hay una mujer y que las fuerzas del orden abrieron fuego contra los manifestantes tras haber utilizado previamente cañones de agua y gases lacrimógenos. Como consecuencia de estas acciones, decenas de manifestantes resultaron heridos.

Hasta los incidentes de hoy, apenas se registraron sucesos violentos, salvo cuando hoy un grupo armado disparó contra la cabecera de la manifestación en el barrio de Hazaiz, en el sur de la capital yemení, lo que causó tres heridos.

Durante todo el trayecto, más personas se unieron a la marcha, que fue protegida por combatientes tribales armados que trataron de protegerla de los grupos leales a Saleh. Los opositores piden la caída total del régimen a pesar de los primeros pasos dados por la oposición y el gobierno para poner fin a una crisis política y una espiral de violencia que ha afectado durante meses al Yemen, el país más pobre de la península Arábiga.