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Depresión laborista por los errores de la campaña de Brown

Fracasa la estrategia de contacto directo con los votantes

IÑIGO SÁENZ DE UGARTE

No pasa un día sin que Gordon Brown se lleve un susto en la campaña. En su visita del jueves a una fábrica, intentó trabar conversación con algunos trabajadores. “Creo que su empresa lo está haciendo bien en China”, dijo en referencia a sus exportaciones. “Nuestra compañía va bien en todos los sitios, pero eso es a pesar de usted”, respondió uno de sus interlocutores.

Sarah Brown tiró suavemente de la manga a su marido, que dejó al ministro Peter Mandelson que tomara la palabra. Ahora todos esperan que los paseos electorales del líder laborista acaben de forma catastrófica.

La moral en el Partido Laborista está por los suelos después del incidente del miércoles. Brown tuvo una breve conversación con una pensionista de 65 años con un desenlace inesperado: el micrófono que Brown llevaba en la solapa desveló que en el coche el primer ministro había llamado “intolerante” a Gillian Duffy por sacar el tema de la inmigración.

Las palabras confirmaron su pésima imagen en buena parte del electorado: un político incapaz de aceptar una opinión diferente y de mantener una conversación normal con los votantes, ni siquiera los de su propio partido.

La llamada “estrategia arriesgada” –poner en contacto directo a Brown con los ciudadanos– quedó hecha pedazos.

La polémica volvió a poner en primera línea el tema de la inmigración, del que los políticos hablan lo justo para no alentar los instintos xenófobos muy presentes en algunas zonas de Inglaterra.

Brown negó que haya una conspiración de silencio: “Comprendo las preocupaciones de la gente sobre la inmigración, sobre lo que está ocurriendo en muchos sitios y el temor de la gente. Por eso, hemos puesto en marcha un sistema de puntos (para conceder permisos de trabajo). La inmigración neta está ya bajando”.

En realidad, es falso que no se hable de inmigración en el Reino Unido. La prensa sensacionalista lo hace de forma constante para meter miedo a sus lectores.

Los periódicos serios también tratan el tema, aportando un contexto económico al que los votantes prefieren no prestar atención.

La mayoría de los analistas sostiene que el incidente puede poner fin a la carrera de Brown.

No todos piensan así. Un sondeo de YouGov anunció que un 50% de la gente cree que todo se ha sobredimensionado. Un 46% dice que Gordon Brown es un hipócrita por decir lo que dijo.

El diario sensacionalista The Sun, que apoya a los conservadores, encargó y pagó el sondeo, pero no quiso publicar sus conclusiones. A menos que Gillian Duffy haga más declaraciones, es posible que no todo esté perdido para Brown.

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