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Diana, al desnudo

La correspondencia privada de la princesa de Gales aporta pistas sobre la tragedia de su muerte hace diez años.

LOURDES GÓMEZ

Hubo pasteles de picadillo de frutas, tradicional dulce de la Navidad británica, al cierre de la primera fase de la encuesta judicial sobre la muerte de la princesa Diana y Dodi Al Fayed, que se celebra en Londres desde el pasado octubre.

Los once miembros del jurado abandonaron la sala 73 del Tribunal Superior de Inglaterra y Gales con una recomendación del juez responsable de esclarecer cómo y porqué motivos perdieron ambos la vida. 'Apartar por completo estas sesiones de vuestras mentes y regresar frescos el 7 de enero', les sugirió lord Scott Baker.

El jurado se merece unbuen descanso. Lleva 11 semanas escuchando declaraciones de testigos sobre hechos acontecidos diez años atrás. Hay una realidad indiscutible. Diana y Dodi fallecieron poco después que el vehículo en el que viajaban en el asiento trasero se estrellara contra un pilar del túnel D'Alma, de París, el 31 de julio de 1997.

El conductor, Henry Paul, también murió y el copiloto, el guardaespaldas Trevor Rees-Jones, quedó malherido. El juez ha de resolver si realmente se trató de un 'trágico accidente', como indican sendas investigaciones policiales en Francia y Reino Unido.

Decidido a descubrir la verdad, y taponar las teorías conspirativas para siempre, Scott Baker ha incluido en el proceso la hipótesis del asesinato defendida por el padre de Dodi,
Mohamed Al Fayed.

Acusaciones de Al Fayed

El empresario egipcio acusa al Duque de Edimburgo de ordenar ambas muertes para evitar que la madre del futuro rey de Inglaterra se casara con un musulmán. Según la versión de Al Fayed, los Servicios de Inteligencia actuaron esa noche veraniega porque la princesa estaba embarazada de su hijo.

'Es imposible que estuviera preñada. Le bajó la regla diez días antes de morir', declaró en la sala 73 Rosa Moncton. El testimonio de la amiga y compañera de vacaciones de Diana ha sido corroborado por otros testigos, eliminando el móvil del embarazo entre las causas que pudieron precipitar el supuesto asesinato.

Felipe de Edimburgo no colaboró con la investigación policial ni tiene previsto comparecer ante Scott Baker. Ha facilitado al juez cinco cartas que envió a la princesa en 1992, cuando zozobraba el matrimonio de los Gales. Y ha permitido a su secretario personal, el brigadier sir Miles Hunt-Davies, representarle como testigo en las sesiones judiciales. El sirviente del duque declaró el pasado diciembre, pero ninguna duda despejó con sus frecuentes 'no recuerdo', 'no rememoro los detalles'.

Nuevas sospechas

Interrogado por Michael Mansfield, afamado abogado socialista y de libertades civiles, que representa a Al Fayed en la encuesta, sir Miles despertó incluso nuevas sospechas. Del intercambio epistolar se leyeron extractos cortos que sugieren una cariñosa relación entre suegro y nuera. 'No soy capaz de decir si existen otras cartas', respondió el secretario, forzado por Mansfield, quien dudó de que fueran las únicas que se cruzaron el duque y Diana entre 1992 y 1997.

En la sala quedó la sospecha de que el marido de Isabel II oculta documentos que debía haber puesto a disposición de la investigación. Mansfield indicó al jurado que una amiga de la princesa, Simone Simmons, declarará en este sentido cuando se reanude el proceso judicial, en el 2008.

La afición epistolar de la princesa ayuda a encajar algunas piezas del jeroglífico de sus últimos meses de vida. Mockton considera el romance con Dodi como una 'distracción del daño' que sentía la princesa desde 'la ruptura de su relación' con el médico paquistaní, Hasnat Khan. Otra amiga, Lady Annabel Goldsmith, declaró al jurado que Diana le dijo ese agosto: 'necesito un matrimonio tanto como un sarpullido en la cara'.

Al Fayed reitera que la boda estaba al caer. En su declaración jurada afirma que su hijo había comprado la alianza y se disponía a pedirle la mano la misma noche del siniestro. El dolido padre desveló una prueba convincente del amor, o al menos del gran afecto, que Diana sentía por Dodi. Es una carta de la princesa, fechada el 13 de agosto de 1997, en la que escribe a mano: 'Estos gemelos son el último regalo del hombre al que más amé del mundo, mi padre. Te los doy porque sé la alegría que le daría saber que están en manos tan especiales'. Y se despide: 'Con el más hondo amor, Diana'.


Otra conspiración

Un variopinto público sigue cada sesión de la encuesta judicial que el juez lord Scott Baker quiere concluir dentro de tres meses. John Loughrey, católico de 52 años, se declara 'monárquico leal', pero se ha pintado en la cara los nombres de Diana y Dodi. Grandes letras azules, en un pigmento que parece difícil de limpiar, cubren su frente y mofletes. 'Diana representaba al pueblo', afirma, reservándose su opinión de las causas de su muerte porque, según susurra, 'la sala está lena de espías del MI6'.

David Tzadok, británico de origen israelí, desvela otra extraordinaria conspiración relacionada con la familia de Diana, los Spencer. Entre las páginas del libro sagrado de los judíos que lleva en las manos saca un par de fotocopias de cuatro tumbas y una carta con membrete de Clarence House, la residencia oficial del Príncipe de Gales. 'Los Spencer dicen que ahí enterraron a John, el hermano mayor de Diana. No es verdad. John Spencer sigue vivo y comunicándose con la Casa Real', asegura.

John Spencer murió el mismo día de su nacimiento, el 12 de enero de 1960. Tzadok lo niega e intenta convencer al personal de que nació con una discapacidad física, que llevó a la familia a ofrecerlo en adopción. Es una extravagante alegación y un recordatorio de que las teorías conspirativas sobre la muerte de la princesa de Gales no acallarán por muchas investigaciones y encuestas judiciales que se monten.

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