Este artículo se publicó hace 12 años.
"La dictadura de Bashar al Asad no caerá fácilmente"
El catedrático libanés y analista de las revoluciones árabes, Gilbert Achcar, explica las características de la rebelión popular en Siria
Marià de Delàs
"La dictadura de Bashar al Asad no caerá fácilmente. Podría desmoronarse si padeciera una crisis interna, pero si eso no se produce, el régimen continuará luchando hasta el final de sus fuerzas". Es el pronóstico de Gilbert Achcar, catedrático de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la School of Oriental and African Studies (SOAS), de la Universidad de Londres. Achcar es un acreditado intelectual libanés, dedicado al estudio de los procesos revolucionarios en los países árabes. "Se ve un progreso muy rápido en las deserciones en las últimas semanas. Demuestran que el barco se hunde y que alguna gente se apresura a abandonarlo. Es un signo de que el régimen de Asad se encuentra en graves dificultades. Ahora su apoyo está cada vez más limitado a su base social directa, la de la mayor parte de la minoría alauí. Casi todos los desertores son personas vinculadas a los suníes".
"Este régimen se apoya sobre las fuerzas armadas, fuerzas de élite que son alauíes, orgánicamente vinculadas al régimen, privilegiadas... Los alauíes representan menos del 15 por ciento de la población".
La dimensión confesional del conflicto ha adquirido más importancia, señala Achcar, pero recuerda la raíz de lo que ocurre en Siria. "Se trata esencialmente de una rebelión popular contra un régimen dictatorial, que durante los últimos años ha acelerado reformas a favor de la liberalización económica, que ha beneficiado a una pequeña minoría de personajes del propio régimen, y que para la mayor parte de la población se ha traducido en alzas de precios y deterioro de las condiciones de vida. Además de todo eso, aunque no sea el factor detonante, el régimen, sin ser confesional, se apoya sobre una minoría religiosa, en contra de la mayoría de la población siria, que es suní. Este factor se mezcla con el resto, pero el verdadero motor de la rebelión es el descontento social, unido al malestar político".
"El país ha entrado en una situación de poder dual"
Lo que parece más claro es que Asad y las fuerzas que le prestan apoyo no tienen capacidad para aplastar esta rebelión.
"Siria ha entrado en una situación de poder dual -explica Gilbert Achcar-, con zonas liberadas y zonas que se mueven en contra del régimen. Se ve, por ejemplo, como ha ocurrido en Alepo, que la rebelión se hace con el control de una ciudad o una región y después se produce una ofensiva del régimen para retomar esa zona. Es una guerra de movimientos".
Obviamente las organizaciones armadas ahora son determinantes: "El autodenominado Ejército Sirio Libre, integrado no solo por disidentes del ejército, sino por muchos sirios que han estado en el ejército. Y también los grupos integristas islámicos".
Los medios oficiales sirios hablan de la presencia de miles de terroristas extranjeros. ¿Qué hay de cierto?
"Se trata de un fenómeno minoritario. No hay ninguna duda de que el peso de Al Qaeda en lo que se conocía como resistencia iraquí, contra Estados Unidos, era mayor que el que tiene hoy en día en Siria, sin comparación. Se puede constatar a menudo que las mismas personas que daban apoyo incondicional a la resistencia en Irak dan como argumento, para negar apoyo a la rebelión en Siria, el hecho de que Al Qaeda está presente. Es absurdo".
¿Y qué cabe prever sobre los resultados de esta rebelión?
Las perspectivas de cambio social, según Achcar, son para toda la región. Siria, como Egipto, Túnez, Libia... se encuentran en la etapa inicial de un proceso, el que vive el mundo árabe. "No es más que el principio. Y el principio es político.... Será en una segunda fase que se podrá ver si la movilización social toma amplitud como movimiento de clase".
"La lógica de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo es desastrosa en política"
"Las causas del descontento son esencialmente las mismas", asegura en entrevista con Público. "Descontento social, económico y también protestas políticas. La gran diferencia es que en Túnez y Egipto existe un poder institucionalizado, que se ha desembarazado de sus dirigentes". Han cambiado a sus dirigentes, mientras que en Siria el poder se encuentra orgánicamente vinculado a quienes lo ejercen. En Túnez y en Egipto -explica Achcar-, el ejército se "desolidarizó" con sus presidentes y tuvieron que dejar el país o dimitir. Eso no ha pasado en Siria. "Se puede poner a Túnez y Egipto en una categoría, y a Libia y Siria en otra. La diferencia entre una y otra se encuentra en la naturaleza del Estado".
Gilbert Achcar responde también a quienes desde diferentes países y organizaciones consideran que Bashar al Asad y su partido Baas deberían contar con el apoyo de la izquierda política. Cree que se pronuncian así "a partir de reflejos antiimperialistas, combinados con una profunda ignorancia de la naturaleza y la historia del régimen sirio". "Confunden el antiimperialismo con las variaciones oportunistas de una dictadura en sus relaciones con el exterior". No se puede olvidar, dice, que el antecesor de Bashar el Assad, su padre, Hafez el Assad, en 1976, "intervino en Líbano para aplastar a la resistencia palestina y a la izquierda libanesa, en beneficio de la derecha cristiana y fascista". Luego entró en conflicto con Washington, pero años más tarde, en 1991, "ese mismo régimen sirio hizo la guerra contra Irak, con Estados Unidos y bajo el mando de Estados Unidos". También consideraban que Gadafi era antiimperialista, cuando colaboró en 2003 estrechamente con Estados Unidos en la llamada guerra contra el terrorismo, recuerda. "La lógica de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo es desastrosa en política".
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