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Diez años sin Kirchner Néstor Kirchner, el hombre que cambió el paradigma de la política argentina

Argentina conmemora este martes el décimo aniversario del fallecimiento del expresidente que gobernó entre 2003 y 2007 y que todavía hoy destila una gran influencia sobre el devenir del país.

Néstor Kirchner
Néstor Kirchner junto a Lula da Silva y Hugo Chávez en la residencia oficial del presidente brasileño en enero de 2006. (ARCHIVO)

"Fue un gran conspirador". Así definió el expresidente venezolano Hugo Chávez a Néstor Kirchner al desvelar una de las grandes anécdotas que brindó en noviembre de 2005 la IV Cumbre de las Américas, cuando el entonces presidente George W. Bush llegó a la ciudad bonaerense de Mar del Plata para intentar imponer el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), un tratado que pretendía reducir las barreras proteccionistas de los países latinoamericanos.

"Éramos un grupito como de tres mosqueteros contra un batallón que dirigía Bush. Teníamos que parar el ALCA y enterrarlo en Mar del Plata. Y hay un momento en que Néstor me dice: 'Hugo, ven acá, vamos a derrotar a esta gente por cansancio. Cuando yo necesite que tú hables y hables para cansarlo, te doy la palabra sin que tú lo pidas'. Chávez accedió. "Me la dio como tres veces. Y yo habla y habla, media hora, una hora. Cuando yo hablaba, Bush se paraba [levantaba], no le gustaba oírme. Y lo fuimos cansando y los derrotamos".

A diez años de su muerte, Néstor Kirchner todavía proyecta su influencia sobre Argentina. Sigue siendo la figura que ordena la política, tanto para los que están a favor como para los que se posicionan en contra. Su legado es tan influyente que el que fuera jefe de gabinete durante su Gobierno es el actual presidente, Alberto Fernández, y la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, fue quien gobernó durante dos mandatos consecutivos al término de su gestión (2007-2015).

Vaivenes políticos

El politólogo Nicolás Tereschuk, autor del libro La calesita argentina en la que explora la repetición de los ciclos políticos, sostiene que con su irrupción en la vida pública Néstor Kirchner llevó a que el país se recuperara de la última gran crisis política, económica e institucional como fue la que se precipitó a finales de 2001.

"Kirchner recuperó la autoridad presidencial que se había perdido y la autoestima nacional, corroída en ese momento, en un contexto en el que fue protagonista con otros Gobiernos de un giro hacia la izquierda dentro de la región", explica Tereschuk, actual director general de Relaciones Parlamentarias en la Jefatura de Gabinete de Ministros.

El Gobierno de Kirchner instauró el ciclo de crecimiento más prolongado e inclusivo que vivió Argentina en su historia reciente. "Después de mucha inestabilidad, bajaron los índices de pobreza y en parte bajó el principal problema de la región, que es la desigualdad, hasta que tras la crisis de 2008-2009 la región entró en problemas políticos y económicos e irrumpieron Gobiernos de signos diferentes. Pero no hubo un giro completo hacia la izquierda y luego hacia la derecha", arguye el analista.

Peso presidencial

En la coyuntura que le tocó vivir, Néstor Kirchner representó un liderazgo sudamericano paradigmático.

"Vivimos en una región que, salvo en contados casos, tiene instituciones que son bastante débiles y fluctuantes y no tienen estabilidad para darle un riel a la acción de los distintos actores políticos", razona Tereschuk. "En esta dinámica las normas y leyes son lábiles, se cambian a menudo o no se aplican tal y como están escritas. Es así que el liderazgo presidencial cobra un rol muy importante para estabilizar el sistema. Si un presidente sudamericano no logra concentrar una serie de recursos, bien puede tener tal crisis que termine antes".

Así le pasó al argentino Fernando De la Rúa (1999-2001), a la brasileña Dilma Rousseff (2011-2016), al peruano Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018) o al paraguayo Fernando Lugo (2008-2012).

Cuando Kirchner llegó al poder provenía de una provincia periférica (Santa Cruz, al sur), tenía contados recursos, no era líder de su propio partido, y desde un comienzo tuvo que enfrentar índices económicos y sociales deplorables. Sin embargo fue ganando peso, en un contexto internacional favorable, hasta consagrar su éxito político y convertirse en el líder político que fue.

El legado del expresidente es positivo no sólo por el impacto de sus iniciativas, sino porque extendió los límites en el terreno de la política, a juicio del politólogo argentino. "El país pudo definir sus orientaciones en el terreno económico sin la tutela que en ese momento tenía el Fondo Monetario Internacional", resalta. "Puso las bases para ampliar los presupuestos educativos y de ciencia y tecnología pensando que en Argentina la investigación debía tener una relevancia. Alentó los cuadros técnicos y políticos, fortaleció los lazos con los países de la región y no sólo con los desarrollados, y buscó un mejor posicionamiento regional".

Con la desaparición de Néstor Kirchner, Argentina incursionó en un nuevo rumbo en el que todavía predominan las incógnitas

Si Kirchner contribuyó o no a la polarización política existente en Argentina da para pensar. "Probablemente la polarización siempre existió y en algunos momentos estuvo más solapada que en otros", admite Tereschuk. "Kirchner fue una forma de expresión de algo que existía y estaba tapado. Argentina venía de otro extremo, donde la polarización parecía no existir, pero había una desafección política en la que los ciudadanos pidieron que se vayan todos. Hay que ver si lo contrario de la polarización es el consenso o lo contrario es la desafección", concluye.

Con la desaparición de Néstor Kirchner, Argentina incursionó en un nuevo rumbo en el que todavía predominan las incógnitas. Inmersa de nuevo en una crisis económica, en la nación prevalecen las desavenencias sobre el diagnóstico y las soluciones. No hay garantías ni certezas, pero sí el consenso de que este político, cuyo fallecimiento a los 60 años conmocionó al país en un día que había sido declarado festivo para realizar el censo nacional, consiguió mejorar la calidad de vida de los argentinos, una constatación que puede admitirse al margen de las pasiones que contribuyen a la efervescencia política de este país.

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