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El doble juego de Álvaro Uribe gusta a EEUU

La entrega de paramilitares abre el camino al Tratado de Libre Comercio y neutraliza más escándalos de la ‘narcopolítica'

ADRIÁN FONTES

La sorprendente extradición de los 14 principales jefes paramilitares colombianos a EEUU puede obrar el milagro de reblandecer el corazón de los demócratas hacia Álvaro Uribe. Con unos antecedentes oscuros en materia de derechos humanos y asediado por la narcopolítica, el Partido Demócrata nunca ha escondido que para ellos el presidente de Colombia no es de fiar.

El ejemplo palmario es el bloqueo que mantienen en el Congreso a la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC), un acuerdo que Uribe ha vendido como el antídoto a los males endémicos de un país donde las diferencias entre ricos y pobres no sólo no disminuyen sino que aumentan.Horas después de la entrega a EEUU de asesinos confesos como Salvatore Mancuso y expertos informáticos como Rodrigo Tovar Jorge 40, el líder demócrata en el Congreso, Steny Hoyer, calificó el gesto de Uribe 'de paso muy positivo' para desatascar el enfangado tema del TLC. De lo que no hay duda es de que Uribe ha actuado con una habilidad de relojero. Los líderes paramilitares le molestaban. Sus revelaciones desde la cárcel amenazaban su Gobierno y su propia familia. Y él respondió de la manera radical que le caracteriza. En 24 horas, se sacó de encima a 14 dirigentes de extrema derecha y los metió en un avión rumbo a EEUU. Desde sus celdas de Washington, Nueva York, Florida o Texas, les costará mucho seguir salpicando a su Gobierno y a gran parte de sus senadores.

'Creo que Uribe se dio cuenta que necesitaba hacer algo espectacular y audaz por las dimensiones que estaba alcanzado el escándalo de la narcopolítica', explicó Michael Shifter, vicepresidente del Centro de Diálogo Interamericano, una organización de análisis político de Washington. Consecuencia: Salvatore Mancuso, el más locuaz de los paramilitares ya no tiene confesor. 'Ese ha sido el cálculo de Uribe. No creo que haya actuado porque los paramilitares no respetaban las reglas de la desmovilización como dice la versión oficial', asegura Shifter.
Mancuso, líder de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que negoció con Uribe la desmovilización de parte de sus guerrilleros, se encuentra ahora en la misma situación que su encarnizado rival en la selva: el dirigente de las FARC Simón Trinidad, silenciado entre cuatro muros estadounidenses para los próximos 60 años.

Astuto como una comadreja, la maniobra no sólo le puede permitir a Uribe trabar investigaciones incómodas en Colombia, sino demostrar a los demócratas estadounidenses su compromiso en la lucha contra la impunidad de la extrema derecha. Para ello les sirve en bandeja a los mayores dirigentes de las temibles AUC, autoras de miles de asesinatos y centenares de desapariciones que siguen impunes. Pero esta decisión puede arrastrar daños colaterales. La primera es la Justicia colombiana, cuya credibilidad ha quedado seriamente dañada. 'En cierto modo, es el reconocimiento implícito de la debilidad de su propio sistema', argumenta Shifter. Durante su campaña del TLC en Washington, Uribe no dejó de subrayar la que la Justicia de su país es independiente, pero las extradiciones de más de 600 colombianos en seis años levantan dudas.

Por ultimo, la entrega afecta a las gestiones que pudieran estar realizándose para liberar rehenes en poder de las FARC, ellos Ingrid Betancourt. Si el presidente se portó así con los paramilitares que aceptaron desmovilizarse, es probable que los rebeldes duden todavía más de su palabra.

 

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