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Drones turcos, la nueva arma geopolítica

El papel de los drones de combate turcos en diferentes conflictos armados ha fomentado el ascenso de Turquía como potencia emergente en la industria armamentística mundial.

Dron militar turco
Uno de los drones más modernos de la industria armamentística turca expuesto en la feria Teknofest el pasado mes de septiembre en Estambul. Teknofest

El pasado mes de septiembre el nuevo Aeropuerto de Estambul acogió la cuarta edición del Teknofest, el Festival de Aviación, Espacio y Tecnología de Turquía. Excursiones escolares, familias y gente de negocios paseaban entre diferentes aeronaves, helicópteros y otros sistemas de aviación militar que allí se exponían. Mientras recorrían la muestra, algunos hacían cola para poder sacarse un selfie con los drones más modernos de la industria armamentística turca. Otros miraban al cielo estupefactos ante el espectáculo aéreo de aviones de combate que realizaban maniobras acrobáticas en el cielo. El evento, demostración de fuerza de la industria de defensa turca, exhibió por primera vez el dron Bayraktar (DIHA), una de las nuevas joyas del ejército.

El complejo entorno geopolítico de Turquía tiene un gran impacto en la política exterior y de defensa de Ankara. Con el objetivo de convertirse en una gran potencia regional y salvaguardar su integridad nacional, el país adopta una política exterior cada vez más militarista y agresiva. Turquía apuesta por el hard power y una creciente inversión en materia de defensa para lograr una autonomía estratégica y protegerse de posibles amenazas a su seguridad.

Pero el poder duro de Turquía no solo responde a retos en cuanto a defensa y seguridad, sino también a propósitos políticos. Con una economía en caída libre, problemas internos en el gobierno y un aumento de la oposición, Erdogan ha optado por arrastrar al país a conflictos internacionales y focalizar la opinión pública en torno a la capacidad de proyección del poder nacional. Según explica el analista Soner Cagaptay, las intervenciones militares en las guerras de Libia, Siria y Nagorno-Karabakh formaron parte de esta estrategia.

Turquía es el segundo ejército más grande de la OTAN después de Estados Unidos. Tiene presencia militar en más de 10 países, incluídos sus vecinos Irak y Siria, en los que a menudo lleva a cabo operaciones transfronterizas contra el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), grupo considerado terrorista por EEUU, la UE y Turquía, y contra el YPG -que considera afiliado al PKK-. Cuenta además con más de 100 puestos militares en Siria y alrededor de unos 35 en el norte de Irak.

Para aumentar su poder como estado-nación y estabilizar su seguridad, Ankara ha apostado por una postura militar coercitiva, lo que ha sentado las bases para el avance de su emergente industria armamentística. Un estudio del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI), sitúa a Turquía entre los cuatro proveedores emergentes de armas a nivel mundial junto con Brasil, Corea del Sur y Emiratos Árabes Unidos.

El plan estratégico para 2019-2023 publicado por la Presidencia de Industrias de Defensa contempla satisfacer localmente el 75% de sus necesidades militares de cara al año 2023. A medida que se centra en el hard power, el objetivo de Ankara es lograr la autarquía y reducir su dependencia de fuentes externas de armamento. Según otro informe del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI) de 2020, Turquía ocupó el puesto 16 entre los 40 países con mayor gasto militar en 2019. En el 2020, el gasto en defensa del país alcanzó un máximo de 14.800 millones de dólares, lo que supuso un aumento del 6,5% respecto al año anterior.

Drones armados hechos en casa

"El objetivo de Turquía es ser autosuficiente y utilizar estas unidades militares para proteger la soberanía y la paz del país", afirmaba Haluk Bayraktar frente al nuevo dron Akinci expuesto en el Teknofest, el más avanzado de la flota turca. Haluk Bayraktar es el CEO de Baykar, empresa privada de defensa especializada en vehículos aéreos no tripulados (VANT) e inteligencia artificial. Su hermano, Selcuk, yerno de Erdogan, es el director de tecnología de Baykar y uno de los impulsores de la industria turca de drones.

El papel de los drones de combate en diferentes conflictos armados ha fomentado el ascenso de Turquía como potencia regional, además de probar la supremacía aérea como un factor clave en determinar el resultado de las operaciones militares. El Bayraktar TB2 -dron armado con misiles y bombas ligeras- aniquiló a las fuerzas terrestres armenias en la guerra de Nagorno-Karabaj. En el campo de batalla libio, el TB2 fue indispensable para el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) en Trípoli y ayudó a destruir los sistemas rusos de defensa aérea con los que contaba el Ejército Nacional Libio (LNA).

En Siria, Turquía ha utilizado vehículos aéreos no tripulados en las operaciones Escudo del Éufrates, Rama de Olivo y Primavera de Paz. Pero empleó los drones como elemento principal por primera vez en la Operación Escudo de Primavera de 2020 contra el ejército sirio en la provincia de Idlib. En el norte de Irak, realiza operaciones transfronterizas contra posiciones del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Algunos de estos ataques dejan víctimas civiles; según informó el pasado año Voice of America (VOA) una pequeña tienda fue alcanzada por un ataque de dron, hiriendo a los propietarios y a sus dos hijos pequeños.

Turquía es el segundo ejército más grande de la OTAN después de Estados Unidos

Dada su capacidad de navegación autónoma, Turquía utiliza sus drones para ejecutar tareas de vigilancia y reconocimiento, ya que pueden merodear sobre un objetivo durante horas. "Tienen capacidad para operar sobre zonas inaccesibles. Recogen gran cantidad de datos a través de sistemas de sensores a bordo y cargas útiles letales, capaces de atacar objetivos directamente". Según explica Wim Zwijnenburg, experto en tecnologías militares emergentes y responsable de desarme humanitario en la ONG holandesa PAX, estos VANT se han hecho populares debido a su coste relativamente bajo.

Özgür Ekşi, analista de defensa, señala que otra de las ventajas de estos drones de combate es la efectividad de las municiones inteligentes que transportan. Estas municiones son desarrolladas por Rokestan, un importante fabricante de armas turco. "Aunque Turquía ha afirmado que sus drones tienen capacidad para atacar objetivos por su cuenta y de manera completamente autónoma, esto nunca se ha utilizado" explica Ekşi. "Siempre existe una supervisión humana, un operador que toma la decisión final".

Por su parte, Zak Kallenborn, analista experto en sistemas no tripulados, afirma que la inteligencia artificial actual no es eficaz a la hora de tomar decisiones sobre qué objetivos merece la pena atacar, como por ejemplo distinguir a un agricultor de un soldado. "Me preocupa bastante el desarrollo de enjambres de drones –como es el caso de los Kargu 2 turcos, en los que miles de drones operan como un arma única para identificar y destruir objetivos". Según explica, la comunicación entre los drones crea nuevos riesgos de error, ya que una equivocación puede ser comunicada a todo el enjambre. "En mi opinión, un arma así constituye una futura arma de destrucción masiva".

Los vehículos aéreos no tripulados sirven a Ankara como herramienta de expansión geopolítica pero también económica. Ankara ha firmado acuerdos de exportación con más de 10 países, entre ellos Polonia y Ucrania. Su previo uso en conflictos armados proporciona el argumento de haber sido "probados en el campo de batalla", lo que también se promocionó en campañas de publicidad para mostrar su eficacia.

La proliferación del uso de drones armados en el campo de batalla aumenta los riesgos potenciales para la seguridad civil y crea nuevos retos para el control de armas y de exportaciones. "Su uso en ataques encubiertos en zonas remotas sin dar ninguna información ni justificación legal dificulta la transparencia y la responsabilidad del uso de la fuerza letal fuera de las zonas de conflicto armado" afirma Zwijnenburg. "En caso de que haya víctimas civiles, esto impide que se haga justicia y se obtengan indemnizaciones", asegura.

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