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Ehud Barak, el rayo que no fue

El ministro de Defensa israelí anunció ayer que no seguiría en política tras las elecciones. A menudo hizo declaraciones pacifistas, pero casi siempre se comportó como un halcón más. Su posible sustituto,

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Hace casi veinte años, cuando era jefe del Ejército, el general Ehud Barak provocó una de las muchas polémicas que luego adornarían su carrera política. 'Si fuera palestino, sería de Hamas', espetó públicamente para escándalo de la clase política y de buena parte de la población judía de Israel. En esa época todavía era un hombre ampliamente respetado y admirado, el soldado que más condecoraciones recibió durante una impecable y prolongada trayectoria militar de 35 años, el héroe que unos años antes había asesinado sin que le temblara el pulso a líderes políticos y personalidades culturales palestinas en Beirut disfrazado de mujer árabe y protegido por un niqab o velo que le cubría la cara.

Pero este modelo y espejo de soldados, que había participado en varias de las operaciones más celebradas del Ejército, fracasó estrepitosamente cuando entró en política de la mano del partido laborista poco después de que su valedor, Yitzhak Rabin, fuera abatido en una céntrica plaza de Tel Aviv por los disparos de un joven ortodoxo y nacionalista en noviembre de 1995.

Como político cometió dos errores graves: pecó de indecisión en los momentos decisivos y pecó de soberbia y de considerar innecesarios a los hombres que le rodeaban, que contaban con mayor experiencia en el complejo teatro político de Oriente Próximo. Ahora, cuando ha decidido abandonar definitivamente la carrera política (ya la abandonó temporalmente en la pasada década), Barak deja para la historia un legado agridulce, excelente desde el punto de vista militar y muy limitado y controvertido desde el punto de vista político.

Ehud Barak nació en el kibutz Mishmar ha-Sharon en 1942, cuando Palestina todavía estaba bajo mandato británico. Sus padres se las apañaron para sobrevivir en la época del Holocausto en Europa de este, aunque perdieron a varios miembros de la familia. Su apellido original, Brog, lo trocó en Barak, que significa ‘rayo', a principios de los setenta, cuando era imprescindible hebraizar los apellidos para realizar carrera en la administración.

A los 17 años se enroló en el Ejército. Estudió Física y Matemáticas en la Universidad Hebrea de Jerusalén y posteriormente cursó estudios de Economía en Estados Unidos. Su pasión más conocida es la música y se le considera un notable pianista.

El abandono de la carrera política dejará a Binyamín Netanyahu sin uno de los pilares del Gobierno, uno de los militares más experimentados y reconocidos, aunque el primer ministro no tendrá problemas a la hora de hallarle un sustituto.

Barak deja un legado excelente desde el punto de vista militar y muy limitado desde el político Quien cuenta con más posibilidades es Moshe Yaalon, que también ha sido jefe del Ejército y que en la actualidad es viceprimer ministro. A Yaalon se le cuenta entre los miembros más radicales del Ejecutivo, defensor si cuartel de la expansión colonial y de mano dura con los palestinos, aunque en los últimos años ha mantenido un perfil bajo.

La partida de Barak no supondrá cambios significativos en el Gobierno puesto que aunque el todavía ministro de Defensa ha hecho a menudo declaraciones pacifistas, en la práctica se ha comportado como un halcón más. En las pasadas elecciones, cuando todavía militaba en el partido laborista, antes de que lo dejara, o mejor dicho antes de que lo echaran, Barak pactó con el Likud por mera ambición personal con la promesa de que presionaría a Netanyahu para que negociara con los palestinos, pero en los pasados cuatro años no ha hecho nada en ese sentido.

Beneficiándose de la aureola militar que lo rodeaba, ganó las elecciones de 1999. Al año siguiente sacó al Ejército del sur de Líbano donde el goteo de soldados muertos se había vuelto insoportable para Israel. Dialogó con Yaser Arafat pero en septiembre de 2000 sintió miedo escénico y no se atrevió a dar ningún paso en la dirección de la paz.

El fracaso de las negociaciones suscitó inmediatamente la segunda intifada y Barak se vio obligado a convocar unas elecciones que perdió de manera abrumadora ante Ariel Sharon.

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