Este artículo se publicó hace 2 años.
El desencanto se apodera de la periferia parisina donde triunfó Mélenchon
Las ciudades de la periferia de la capital representan la región más poblada y más densa de Francia, conocidas históricamente como el "cinturón rojo" por la abundancia de alcaldes comunistas. Sus vecinos dejan para el último momento una decisión que podría cambiar el destino del país: ¿votar por Macron o no?
María D. Valderrama / José Manzaneque (EFE)
Vitry-Sur-Seine/Aubervilliers-Actualizado a
En Vitry-sur-Seine, ciudad de 90.000 habitantes a las afueras de París, reina la decepción después de que la izquierda no consiguiera pasar a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Sus vecinos dejan para el último momento una decisión que podría cambiar el destino del país: ¿votar por Macron o no?
A los márgenes del glamour y la estampa parisina, las ciudades de la periferia de la capital francesa representan la región más poblada y más densa de Francia, conocidas históricamente como el "cinturón rojo" por la abundancia de alcaldes comunistas.
Con el 30,24% de los votos, ligeramente por delante del liberal Emmanuel Macron, el izquierdista Jean-Luc Mélenchon quedó en cabeza en la primera vuelta de las elecciones y ha dejado claro a los dos candidatos a la presidencia, Macron y Marine Le Pen, que cortejar a sus electores es imprescindible para llegar al Elíseo.
"Hay algunos ciudadanos para los que es muy difícil decidir lo que harán el domingo. Durante cinco años ha habido una política que les ha perjudicado mucho, por eso no pueden poner un voto para Macron, y eso podría hacer ganar a Le Pen", alerta el alcalde de la localidad, el comunista Pierre Bell-Lloch, en una entrevista con EFE.
Desde su luminoso despacho, en un ayuntamiento que ahora ha quedado a las puertas de la capital gracias a un nuevo tranvía que lleva a París en menos de quince minutos, este alcalde de origen catalán se ha visto en la necesidad de reconocer que votará a Macron para tratar de impedir una victoria de Le Pen.
"Si no escuchas al pueblo durante cinco años no puedes ir luego a pedir su voto cuando estás en peligro", zanja Bell-Lloch, inquieto por las conversaciones entre vecinos, escépticos de participar en una elección en la que deben elegir "entre el campo de la xenofobia o el de las grandes empresas y bancos".
El fin del cordón sanitario
Así se encuentra Hervé Bouhnik, que dio su voto al ruralista Jean Lassalle y ahora ha decidido abstenerse.
"Me sentía muy desamparado ante los candidatos. Ahora me voy a abstener. Elegir entre Marine y Macron me parece complicado"
"Me sentía muy desamparado ante las propuestas de los candidatos. Ahora me voy a abstener. Elegir entre Marine y Macron me parece complicado", dice este francés, judío de origen tunecino, para quien el cordón sanitario que históricamente servía para frenar a los ultras ya no tiene sentido: "Le Pen hija es distinta al padre".
Tampoco se ha decidido a seguir el frente republicano Josette, auxiliar en un hospital de la región, que promete votar en blanco y reclama políticos más cercanos a las preocupaciones de la gente; ni Amira, una funcionaria que duda de su elección.
Frente a ella, Gonzalo Guzmán, un elector franco-mexicano de Mélenchon, ha decidido junto a su mujer y su hijo que finalmente no se abstendrán, como pensaban, sino que votarán por Macron.
"Me había dicho que si volvía a ser un enfrentamiento entre ellos votaría en blanco, pero a la vista de la situación votaré a Macron", defiende.
Los sondeos dan a Macron unos diez puntos de ventaja sobre Le Pen, pero los analistas coinciden en que una fuerte desmovilización podría favorecer a la ultraderecha.
Desafección política
En otra localidad popular del norte de París, Aubervilliers, Mélenchon obtuvo el 60% de los votos en la primera vuelta.
Los transeúntes de esta localidad parecen vivir al margen de la segunda vuelta, lo que coincide con las cifras: el 10 de abril hubo un 36,51 % de abstención.
En la plaza del ayuntamiento, los carteles electorales de Macron y Le Pen, que obtuvieron un 16,37 % y Le Pen (9,09%), han sido vandalizados.
Pese al exiguo resultado que la extrema derecha tuvo en estos territorios, hay quien ha pasado a ver Le Pen como opción
Observa las imágenes con humor un funcionario del ayuntamiento de la ciudad que prefiere no dar su nombre. Cuenta a EFE que votó a Mélénchon en la primera vuelta, pero no ha decidido aún si se acercará a las urnas el próximo domingo.
A pesar de no saber si votará, tiene claro que jamás lo haría por "el enemigo", dice señalando el cartel de Le Pen.
Pese al exiguo resultado que la extrema derecha tuvo en estos territorios (en Aubervilliers Le Pen sacó 1.728 apoyos en la primera vuelta y Éric Zemmour 700 votos; y en Vitry-sur-Seine unos 5.000 votos, en torno al 16 %), hay quien ha pasado a ver Le Pen como la única opción.
"He votado a comunistas, socialistas y en las últimas a Macron, pero esta vez he votado a Le Pen y volveré a hacerlo. Sé que es un partido de extrema derecha y yo no lo soy, pero estoy harto", dice un jefe de obra que llegó de Argelia con 24 años, mientras termina su plato de ternera con pasta en Vitry.
En Aubervilliers, un joven treintañero se enfada al ser interrogado sobre si debe haber un cordón sanitario que bloquee a la extrema derecha. Este domingo, asegura, votará a la misma persona a la que votó en la primera vuelta.
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