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Entrevista a Andrés Ramírez "El número de personas que solicita refugio en México es mayor cuando va fuera de la caravana"

Andrés Ramírez dirige la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado desde la llegada al Gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Se ha encontrado una institución “colapsada” y un incremento en el tránsito, tanto de quienes piden refugio en México como quienes se dirigen hacia Estados Unidos. La gran mayoría no va en caravana, advierte.

Alberto Ramírez, director de la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado.

alberto pradilla

Andrés Ramírez está al frente de la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado, la institución encargada de gestionar el registro de los miles de centroamericanos que, cada año, piden asilo en México. Ramírez conoce el terreno. Previamente ejerció en el Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados y llega de la mano del nuevo Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que promete una perspectiva basada en los derechos humanos. Después de menos de cuatro meses en el cargo, asegura haberse encontrado una institución "colapsada".

Cada vez más centroamericanos piden refugio o cruzan a través de México para llegar a Estados Unidos. Además, el ejecutivo tiene que lidiar con la beligerancia de Donald Trump en Estados Unidos. Un dato relevante: Ramírez quita importancia al impacto de las caravanas. En su opinión, con datos en la mano, la mayor parte de centroamericanos que piden asilo en México o siguen de camino hacia Estados Unidos lo hacen por la vía tradicional, sin caravana, en flujos más pequeños pero constantes.

"Las caravanas son mediáticas y eso llama la atención, parece un impacto grande, fuerte, porque es lo que se ve. Pero la verdad es que el número de personas que llegan a solicitar la condición de refugiados son mayores cuando van fuera de la caravana que cuando van en caravana. En términos reales, la caravana, en lo que atañe a la Comar, no es lo más significativo", afirma. Este año, por ejemplo, en los dos primeros meses se tramitaron 8,000 solicitudes de refugio en México. De ellos, solo 400 llegaron en la caravana que salió el 15 de enero de San Pedro Sula, en Honduras. Es decir, que únicamente el 5% de los centroamericanos que pidieron asilo en México en los dos primeros meses de 2019 llegaron en caravana.

"El 5% es un número muy pequeño. El 95% no llegó en Caravana. Pero si tú le preguntas a la gente te dice que ya no hay problema porque no hay caravana. Y cuando hay caravana, dicen qué bárbaro. Llama la atención lo mediático", asegura.
En las últimas semanas se ha incrementado la polémica sobre el movimiento migratorio en romería. La ministra de Gobernación mexicana, Olga Sánchez Cordero, habló de una "caravana madre" en la que participarían más de 20,000 personas y que debía salir desde San Pedro Sula, en Honduras, el 30 de marzo. Estas declaraciones las realizó tras mantener un encuentro con la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kirstjen Nielsen. No hubo tal marcha y el flujo migratorio se mantuvo como siempre, masivo pero clandestino. Sin embargo, Sánchez Cordero ponía énfasis en aquellos que optan por realizar el tránsito protegiéndose junto a otros compañeros.

La entrevista con Ramírez tuvo lugar un mes antes de las declaraciones de Sánchez Cordero. No se trata de una enmienda. Menos aún si se toma en cuenta que la Comar es una institución dependiente de Gobernación. Sin embargo, sirve para contextualizar un debate muy presente en México a la hora de abordar el fenómeno migratorio: el impacto de las caravanas en la percepción de que cada vez hay más centroamericanos que piden refugio en México o que atraviesan el país en ruta hacia Estados Unidos.

"Todo está aumentando, tanto los que cruzan como los que están tomando México como lugar de destino", dice. El incremento de las peticiones de asilo en los últimos seis años es muy notable. En 2013, México recibió 1296 solicitudes de asilo. Para este año, Ramírez calcula que podrían llegar hasta los 48,000.

A pesar de todo, el coordinador general de la Comar cree que la crisis humanitaria se está produciendo en los países del Triángulo Norte de Centroamérica (Honduras, Guatemala, El Salvador), que son los lugares de origen de los migrantes. "En los países del Triángulo Norte existe una crisis humanitaria. La situación es terrible, muchos de esos países sufren desplazamiento interno antes de llegar a México", afirma. Cree que México puede hacer frente a este incremento de la población y absorber a los que deseen quedarse sin problemas. Según explica, el Alto Comisionado de la ONU para los refugiados valora la capacidad para gestionar llegadas de refugiados en base a dos valores: la población del receptor y su economía, en concreto la correlación del PIB y la renta per cápita. México, con 125 millones de habitantes, es el undécimo país del mundo en términos de población y su economía es la decimotercera del mundo. Así que, en palabras de Ramírez, los 26,000 solicitantes de asilo que llegaron en 2018, "ni cosquillas".

Otra cosa es el impacto que estas migraciones puedan tener en poblaciones pequeñas donde se concentran todos los recién llegados. El coordinador de la Comar pone como ejemplo Tapachula, en el estado de Chiapas. Tiene 320,000 habitantes según el censo de 2010 pero se trata de un punto de tránsito casi ineludible para los migrantes que llegan desde Centroamérica y cruzan a México a través del río Suchiate, que separa el país norteamericano de Guatemala. Ahí si pueden generarse problemas. Otro caso es Tijuana, donde ya se registraron brotes xenófobos cuando la caravana de octubre chocó con la barrera fronteriza que separa México de Estados Unidos.

"México como país, la gente ni cuenta se da", asegura. En su opinión, la atención mediática a fenómenos como el de la Caravana es la que modifica la sensación general de la población hacia la llegada de migrantes. "Los flujos pequeños salen, pero eso no le importa a los medios". dice. En realidad, habla de "flujos pequeños" porque no van en grupo, aunque la mayoría de centroamericanos que piden asilo en México o cruzan hacia Estados Unidos forman parte de este tránsito y no del de las caravanas.

Ramírez es muy crítico con la administración anterior, que dirigía Enrique Peña Nieto, y su gestión de la caravana migrante, que llegó a México el 18 de octubre del pasado año. "Hay muchos cambios respecto a la política anterior. A las caravanas se les recibió con gases lacrimógenos, a la gente se les engañó, se les dijo que el único mecanismo de regularización migratoria era el refugio. Solicitaron muchos, muchísimos, llegaron a ser mas de 4,000, personas que no necesariamente querían pedir el refugio en México", afirma.

"Estuvieron encerrados, no se les dieron las tarjetas de visitantes, hubo engaños, deportaciones, malos tratos. Ahora hay una actitud completamente distinta", asegura. Hace referencia a la política de reclusión del anterior gobierno hacia la caravana de octubre: la única oferta de regularización fue pedir asilo y eso implicó ser encerrados durante más de un mes en la Feria Mesoamericana, un palenque (lugar habilitado para las peleas de gallos) que se cerró sin previo aviso dejando a cientos de personas a la intemperie y sin saber qué documentos habían firmado.
Pone como ejemplo la recepción que tuvo la caravana que salió de San Pedro Sula en enero. Todos los que la solicitaron recibieron tarjetas de visitante humanitario. Ese trámite se cortó, pero Ramírez asegura que el Gobierno de López Obrador va a ofrecer dos alternativas: la tarjeta de trabajador fronterizo y la de visitante por motivos humanitarios. La primera será una ampliación, ya que hasta ahora solo se entregaba a los habitantes de Guatemala y Belice. Ahora se extenderá también a Honduras y El Salvador y servirá para los estados sureños de Oaxaca, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Campeche. La otra se ofrecerá en los consulados de Guatemala, Tegucigalpa y San Salvador.

Además, existe la opción de pedir refugio, que es lo que gestiona la institución que dirige Ramírez. El coordinador de la Comar niega también que México pueda convertirse en "tercer país seguro" para aquellos que quieren llegar a Estados Unidos. Es decir, que México no va a jugar el papel de alternativa. Sin embargo, existen dos fenómenos que apuntan a esta dirección. Por un lado, el interés del Gobierno de López Obrador en que los migrantes centroamericanos se queden en el sur de México trabajando en grandes infraestructuras como el Tren Maya. Por otra, la decisión de aceptar, aunque sea a regañadientes, a los solicitantes de asilo en Estados Unidos que Washington devuelva a la espera de que su caso sea visto por un juez norteamericano. Ramírez dice que la figura del "tercer país seguro" obligaría a que todos los demandantes de asilo en Estados Unidos fuesen dirigidos directamente a México. Concretamente, a la institución que él dirige. Una posibilidad que, en su opinión, no está sobre la mesa.

Si algo tiene claro el coordinador de la Comar es que el flujo migratorio desde Centroamérica va a continuar. Da igual las amenazas de Donald Trump, que se incremente el número de policías en la frontera o cualquier advertencia que haga cualquier presidente: existe una crisis humanitaria en Guatemala, Honduras y El Salvador.

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