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Entrevista Francesco PasseriniFrancesco Passerini: "Leí mil veces, antes de firmarla, la ordenanza que dio vía libre al primer confinamiento de Europa"
El alcalde de Codogno (Italia), el primer pueblo de Europa confinado debido al coronavirus, admite haber tenido "miedo" antes de firmar la primera ordenanza que marcaría el inicio de la pandemia en Italia y Europa. Passerini recuerda haberse imaginad
Roma-
Hace un año parecía impensable que el coronavirus pudiera llegar a Europa. Para la percepción de la mayoría, la covid era un fenómeno aislado en China, demasiado alejado como para poder cambiar nuestra vida, nuestra cotidianidad, nuestra normalidad. Pero un viernes cualquiera de hace un año, Italia y Europa se dieron cuenta, sin embargo, de que el virus ya no estaba solo en Wuhan. Un pequeño pueblo norteño transalpino, de tan sólo 15.000 habitantes, empezó a ser el escenario de una historia –literalmente– terrorífica. A las puertas del primer aniversario del confinamiento en España; Francesco Passerini, alcalde de Codogno (Italia) entrevistado por Público, recuerda sus vivencias como la autoridad que decretó, por primera vez, un confinamiento en Occidente.
"Por un lado parece que fue hace dos días, por el otro es como si hubieran transcurrido 20 años", confiesa el alcalde de Codogno. "Son sensaciones que recuerdo perfectamente. Espero de verdad no tener que vivirlas otra vez. Pero tampoco podré olvidarlas jamás", admite Passerini. Todo empezó un jueves por la noche, poco después de las 12, cuando al alcalde de Codogno recibió una llamada del delegado del Gobierno de su provincia: "Lo primero que pensé, cuando miré el móvil, fue que se trataba de una llamada vinculada a un descarrilamiento que había tenido lugar un par de semanas antes". Lo último que podía estar pensando Passerini es que, desgraciadamente, el coronavirus ya llevaba tiempo circulando por Europa.
"Parecía algo imposible de abarcar. Que estaba fuera de la historia"
"Mi interlocutor, con un sosiego muy institucional, me comunicó oficialmente la existencia del primer caso de coronavirus en Italia en el hospital de Codogno. En esos segundos, pasé del calor al frío constantemente. Me quedé petrificado y mi mente empezó a razonar sin descanso", cuenta hoy el alcalde de la localidad norteña, recordando los eventos de hace un año. Él, de hecho, ha sido el primer europeo que llegó a pensar que "estábamos frente a algo inimaginable e impensable". Enseguida pensó en "lo peor", visualizando "las imágenes que llegaban de China, con las personas muertas en la calle y donde nadie las ayudaba". La primera sensación que tuvo, comenta hoy, fue de "miedo y angustia": "Parecía algo imposible de abarcar. Que estaba fuera de la historia".
Francesco Passerini, reconoce que al principio todo era nuevo, inédito: "Nunca antes se había visto algo parecido desde la Segunda Guerra Mundial". "Esos días, al principio, no sabíamos si estábamos actuando correctamente, si las mascarillas nos habrían protegido, si las distancias nos habrían resguardado", confiesa el alcalde de Codogno, resumiendo las sensaciones de todos los europeos entre finales de febrero y principios de marzo de 2020. El problema es que Passerini tuvo el cometido de ser la primera autoridad del Viejo Continente en tener que afrontar el virus, pero "era como ponerle puertas al campo", explica el político local empleando otra fórmula equivalente en italiano.
Esa primera madrugada, donde la opinión pública italiana todavía no tenía conocimiento del inicio de la pandemia en su país, fue muy difícil para el alcalde: "Desde que tuve conocimiento del primer caso de coronavirus en Italia, tuve que retirarme a hablar constantemente por teléfono con todas las autoridades involucradas". Entre otras cosas, porque había personal médico del hospital de Codogno que ya se había aislado en cuarentena: "La situación de nuestro hospital, a las 5:00 de la mañana, empezó a parecerse a la de un bombardeo", volviendo siempre al símil bélico.
Las primeras 48 horas fueron cruciales, antes de que todo el mando de la emergencia sanitaria pasara a ser nacional: "No sabíamos qué hacer, no teníamos un protocolo para algo nunca ocurrido antes. El deseo era, al menos, acertar en las decisiones que tomábamos". La mañana del día después, viernes 21 de febrero, el alcalde de Codogno empezó a tener la sensación de que se estaba gestando una situación muy grave: "Por eso a las 7:30 convoqué al Pleno del Ayuntamiento para exponer la situación hasta ese momento y presentar la que iba a ser mi nueva ordenanza municipal, en la que habría cerrado toda Codogno a partir de las 08:00 de la mañana". El Pleno del Ayuntamiento, por unanimidad, no tuvo ninguna duda a la hora de apoyar dicha ordenanza: "La leí mil veces antes de firmarla, porque nunca querrías firmar un texto de ese tipo. Sabía que mi decisión iba a afectar, de forma determinante, a la vida de mis vecinos. Estaba a punto de detener sus vidas".
"Sabía que mi decisión iba a afectar (...) a la vida de mis vecinos. Estaba a punto de detener sus vidas"
Con el pasar de las horas, hubo que improvisar los esquemas de intervención sobre el terreno: "La Cruz Roja local, al principio, aplicó el protocolo del ébola", dado que no había precedentes en Italia acerca de cómo actuar, a menos que se tratase de misiones en el extranjero. Passerini añade: "Esto permitió, de alguna manera, que en Codogno apenas se registraran casos de positividad entre el personal de emergencia".
El pueblo de Passerini, igualmente, fue uno de los primeros en ver de cerca los estragos del coronavirus: "En marzo de 2020 se registraron 156 fallecidos, mientras que en el año anterior, 46. Hoy en día, afortunadamente, tenemos muy pocos casos. A menudo incluso tenemos días sin nuevos contagios". Pero advierte: "Esto no significa que todo ha acabado, pero sí tenemos la sensación de que lo peor ha quedado atrás".
Cuando la situación empezó a ser un poco más manejable, sobre todo para las personas de a pie, la población de Codogno empezó, en palabras de su alcalde, a reaccionar "en favor de su comunidad": "Sobre la marcha, pusimos en pie una radio para informar, sobre todo, a nuestros mayores. Nos ayudó a conseguirlo uno de los curas de Codogno, quien reactivó una vieja estación radiofónica en FM que hacía años que no estaba en funcionamiento. La comunicación que se llevó a cabo esos días, era lo más parecida a la que se hace en época de guerra". Aquella primavera "los vecinos de Codogno se volcaron muchísimo, poniendo en riesgo incluso su propia salud: el 8 de marzo se repartieron mimosas a las mujeres y el día de Pascua se regalaron huevos de chocolate a los niños".
"La victoria contra esta pandemia se encuentra en el comportamiento y la responsabilidad de todos"
¿Hemos aprendido algo sobre el coronavirus, como ciudadanos, un año después? "Hemos observado que ha cambiado el mundo por completo", admite el alcalde de Codogno: "En lo bueno, hemos sabido cómo afrontar esta pandemia. En lo malo, hemos aprendido a luchar una guerra sin armas, donde no sabíamos prácticamente nada acerca de nuestro enemigo". Y añade: "Pero con el tiempo hemos demostrado que este enemigo, aunque sea invisible, se puede contener y derrotar. La victoria contra esta pandemia se encuentra en el comportamiento y la responsabilidad de todos".
Un año después de los primeros confinamientos en Europa debido al coronavirus, el pequeño pueblo de Codogno sigue siendo el símbolo del inicio de la pandemia: un pueblo "normal", como asegura su alcalde, de "ciudadanos normales" que fueron los primeros en ver de cerca las consecuencias de la covid en Europa. Aun así, su alcalde Francesco Passerini, tiene un deseo: "Me gustaría que Codogno no solo fuera el símbolo del comienzo de la pandemia, sino de la victoria sobre ella y del nuevo inicio de nuestras vidas". De este modo, podríamos recuperar "la libertad total, aquella que disfrutábamos desde el final de la Segunda Guerra Mundial". Y que dábamos totalmente por descontada.
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