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Fin de una época

 

 

MARIO AMORÓS

La victoria de Sebastián Piñera clausura una época en Chile. Muy lejanas quedan ya la fundación de la Concertación en 1988 y la emocionante derrota del general Pinochet en el plebiscito del 5 de octubre de aquel año, los amplios triunfos de Patricio Aylwin y del propio Eduardo Frei en 1989 y 1993, y el papel de estadista de talla internacional que quiso proyectar Ricardo Lagos entre 2000 y 2006.

La fuerza que apoya a Piñera defiende tenaz «la obra del gobierno militar»

El 11 de marzo, Michelle Bachelet traspasará la banda presidencial tricolor a este empresario multimillonario que, a siete semanas de asumir la primera magistratura de la nación, aún no ha prescindido de sus negocios. Este lunes, las acciones en bolsa de una de sus empresas, Axxion, registraron un crecimiento del 13,8% tras el resultado electoral.

La derecha, pues, se apresta a regir los destinos de Chile durante los próximos cuatro años. Se trata de una derecha muy peculiar, cuya identidad se forjó en la lucha sediciosa contra el socialismo democrático de Salvador Allende y la Unidad Popular, cuando supo movilizar a las clases medias para preparar las condiciones del golpe de Estado.

Desde el 11 de septiembre de 1973, dotó a la dictadura militar de los ideólogos fascistas (principalmente, Jaime Guzmán) que diseñaron su proyecto político ('la democracia protegida' del marxismo, claro) y de los economistas que, a partir de abril de 1975, pusieron en práctica el programa neoliberal.

La principal fuerza que sustentará al Gobierno de Piñera será la Unión Demócrata Independiente, fundada precisamente por Guzmán hace un cuarto de siglo, defensora tenaz de 'la obra del gobierno militar', orgullosa de su identidad neoliberal, opuesta a cualquier reforma del legado institucional pinochetista (principalmente, la ley electoral binominal que tanto le ha beneficiado) e impregnada de un severo integrismo católico. Sus dirigentes exigen a Piñera que les entregue ministerios del núcleo duro de su próximo gabinete, principalmente en las áreas política y social.

Ya han empezado a afilarse los cuchillos en el seno de la Concertación

Por otra parte, ya han empezado a afilarse los cuchillos en el seno de la Concertación. Mientras militantes de la Juventud Demócrata Cristiana mantienen ocupada desde el domingo por la noche la sede de su partido para exigir la dimisión del presidente del PDC, Juan Carlos Latorre, este responsabilizó ayer a la dirección del Partido Socialista de ser una de las principales responsables de la derrota debido a sus profundas divisiones internas.

Alejada del sentir de la mayor parte de la ciudadanía desde hace años, incapaz de desarrollar las reformas democráticas que prometió al país en 1989 y de superar el modelo neoliberal impuesto por el pinochetismo, el corazón de la Concertación empieza a detenerse. Es el fin de toda una época en Chile.

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