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Comisión Europea La fuerte oposición de Italia y los conservadores del este retrasan el acuerdo por los sillones de Bruselas

18 horas de negociación no han sido suficientes para que los líderes europeos lleguen a un acuerdo sobre quién ocupará los altos cargos comunitarios. Nuevo intento este martes. Timmermans parece cada vez más cerca de presidir la Comisión Europea.

El vicepresidente de la Comsiión Europea, Frans Timmermans. EFE/EPA/Ronald Wittek

Ivo Alho Cabral

Se prometía pelea y vaya si la ha habido. Después de pasarse la noche en vela y toda la mañana negociando, y tras otra cumbre fallida hace dos semanas, los Veintiocho han sido incapaces este lunes de acordar los nombres de los altos cargos de la UE para los próximos cinco años y volverán a verse este martes. Es la cumbre más larga de la historia, superando incluso a las reuniones maratonianas durante la crisis de la deuda griega, cuando los plazos de vencimiento de los préstamos apremiaban.

Una cantidad desconocida de los ocho líderes conservadores se han rebelado contra la canciller alemana, Angela Merkel, que había aceptado un paquete para los cuatro altos cargos, que llevaría al socialista Frans Timmermans a la presidencia del Ejecutivo, y ofrecería al candidato popular, Manfred Weber, la presidencia del Parlamento Europeo. Para los otros dos puestos, y el del BCE, fuentes comunitarias explican que se han lanzado muchos nombres durante las 18 horas de reunión pero ninguno ha llevado a consenso.

En los últimos días, se había especulado con que los líderes de Alemania, Francia, España y Países Bajos, presentes en la cumbre del G-20 de Osaka (Japón) de la semana pasada, habrían acordado un reparto de cargos, que garantizaría la Comisión para Timmermans y la Eurocámara para Weber, e incluiría además a un popular como jefe de la diplomacia y a un liberal como presidente del Consejo Europeo.

Con la voz desgastada por las largas horas de insomnio, el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, afirmaba que no era una propuesta de los líderes, sino que, tras el fracaso de la cumbre de hace dos semanas, que terminó a las dos de la madrugada sin resultados, los dos principales cabezas de lista se pusieron de acuerdo: el popular Manfred Weber ocuparía la presidencia de la Eurocámara, y el socialista Frans Timmermans, la de la Comisión, con el objetivo de preservar el sistema del spitzenkandidaten y evitar el bloqueo institucional, ya que el Parlamento tiene que aceptar las nominaciones de los líderes.

Fuentes comunitarias habían omitido previamente este posible acuerdo entre Weber y Timmermans, y acusaron a los cuatro países de haber forjado una propuesta que habían consultado con otros países, pero no con todos. Dicen estas fuentes que, dado que los mandatarios tuvieron que volar de vuelta a Bruselas el sábado por la noche, no hubo tiempo para que el actual presidente del Consejo, Donald Tusk, consultara el acuerdo con todos los demás países este paquete, lo que provocó que algunos Estados recibieran esta propuesta de nuevas cuando llegaron anoche a Bruselas, retrasando así el inicio de la reunión, previsto para las 6 de la tarde del domingo, en más de tres horas, según relatan estas fuentes.

Las dos historias parecen convivir, depende de la fuente. Al parecer, a los líderes conservadores les sentó mal que Merkel llegara a un acuerdo con representantes de otras familias políticas sin haberles consultado antes. La precumbre del PPE, que empezó a las 4 de la tarde, fue una mini revolución. “No ha sido una reunión muy positiva, por decirlo suave”, reconocían fuentes comunitarias.

“La gran mayoría del Partido Popular Europeo no está de acuerdo en que debamos renunciar a la presidencia de la Comisión tan fácilmente, sin pelear”, avisaba Leo Varadkar, primer ministro irlandés, a su llegada a la cumbre alrededor de las 6 de la tarde.

El líder italiano, Giuseppe Conte, abandonaba la reunión de este lunes por la mañana diciendo que el paquete de Osaka le había dejado “perplejo”, y que era algo que su país no podía aceptar porque se había negociado fuera del mandato de Tusk.

Al final de la mañana, se consiguió poner una propuesta encima de la mesa, que incluía una variación del acuerdo que presentaron los cuatro países de Osaka, según fuentes: además de Timmermans al frente de la Comisión y Weber en la Eurocámara, la conservadora búlgara Kristalina Georgieva habría sido la presidenta del Consejo, y los liberales Charles Michel y Margrethe Vestager se habrían repartido los puestos de jefe de la diplomacia europea y de vicepresidente primero de la Comisión.

Para llegar ahí, hicieron falta más de 18 horas de reunión, con múltiples encuentros en petit comité: reuniones entre miembros de partido, entre los líderes negociadores de las diferentes familias, entre el grupo de Osaka, y en todas las combinaciones imaginables entre 28. Mientras tanto, durante toda la noche el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, iba llamando uno a uno a su despacho a los 28 líderes europeos en sucesivas consultas.

A pesar del esfuerzo y de que según fuentes diplomáticas las posiciones de los países conservadores sí se iban acercando al consenso, no lo hicieron de manera suficiente y no hubo acuerdo hoy. "Hemos estado muy cerca", decía Sánchez a su salida de la reunión, que se dio por terminada sobre las 12:30 del mediodía.

Tanto Sánchez como el primer ministro portugués, António Costa, también socialista, se han mostrado frustrados con el resultado de la reunión. Costa ha señalado a algunos países que se han encerrado especialmente en sus posiciones. “Algunos se dejaron capturar por aquellas fuerzas que quieren dividir Europa como Salvini y Visegrado”, decía el portugués.

Sánchez, que advertía del potencial riesgo de abrir una crisis interinstitucional si este martes no hay acuerdo, se encomendaba a que el descanso oxigenara las ideas y abra la posibilidad de un acuerdo, tras más 24 horas ininterrumpidas de negociaciones, contando con las reuniones preliminares a la cumbre.

Si este martes no hay acuerdo unánime, ya se adelanta que habrá voto, que funciona por mayoría cualificada: 16 estados, que representen un mínimo del 65% de la población de la UE tendrían que aceptar. Si los únicos países que votan en contra son Italia y los cuatro del Visegrado, la moción pasaría, pero el coste político podría ser demasiado grande. En Bruselas, todos preferirían un consenso. El martes será el tercer asalto (y quizá último) de la negociación, y la última posibilidad del Consejo de llegar a un acuerdo antes que el Parlamento Europeo elija a su propio presidente el miércoles, lo que trastocaría todo el encaje de bolillos de los últimos días.

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