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Las fuerzas gadafistas resisten el primer asalto a Beni Walid

La OTAN bombardea uno de los últimos bastiones del dictador

 

JAVIER MARTÍN

Consumida la tregua, fuerzas de élite rebeldes libias asaltaron el oasis de Bani Walid, donde se toparon con una dura y bien organizada resistencia gadafista que hace prever una operación larga y sangrienta. Poco después del amanecer y escoltados por cañones antiaéreos y municiones de mortero, pelotones armados con fusiles de asalto penetraron rápidamente desde posiciones del extrarradio con dos objetivos precisos. Los aviones de la OTAN bombardearon blancos en Bani Walid, según contaron testigos a la agencia Reuters.

El primero, garantizar el control de los barrios periféricos, limpiar el paso de francotiradores y hacer retroceder a los leales del antiguo régimen hacia el zoco, donde parece que los rebeldes pretenden librar la batalla definitiva. El segundo, bloquear cualquier vía que permita a los líderes gadafistas huir hacia el secarral y atravesar el desierto rumbo a los otros dos grandes bastiones meridionales en su poder: los oasis de Sebha y Jufrah.

Los insurgentes aseguran que los atrincherados se han rearmado

Los rebeldes creen que el mando de la resistencia está en poder de Seif al Islam y Saidi dos de los vástagos más belicosos del coronel Muamar Gadafi y del jefe de la inteligencia militar. 'No sé si en el interior está el propio Gadafi, pero lo que sí le garantizo es que están sus hijos y Musa Ibrahim. Fueron vistos hace dos días y están localizados', aseguró Abdala Kensil, uno de los jefes negociadores que tratan de lograr una capitulación pacífica. Kensil aventuró que la batalla por el control de Bani Walid (a 150 kilómetros de Trípoli) será complicada, ya que los atrincherados han aprovechado para armarse y recibir refuerzos.

'Calculamos que hay apostados unos 600 hombres armados con fusiles de asalto, lanzaderas de misiles y lanzagranadas. Entre ellos, un centenar de francotiradores', señaló. 'Creíamos que eran menos, pero han llegado más refuerzos de lugares como Sebha y Sirte', agregó Kensil, cuyas palabras sugieren que el combate que se libra 'puerta por puerta, tejado a tejado' es desigual e imprevisible.

Al parecer, los hombres que están atrincherados en el interior forman parte de las tropas de élite, 'extremadamente bien preparadas y disciplinadas'. Frente a ellos, las fuerzas rebeldes son más numerosas y están igualmente bien armadas, pero carecen de experiencia en la guerra urbana. Aún así, el general insurgente Daw Dejek aseguró, optimista, que la liberación de la ciudad 'está muy próxima' e instó a la población a perder el miedo y rebelarse.

Sin agua, gas ni medicinas, el drama humanitario amenaza la ciudad

'Quiero decirle a los habitantes de Bani Walid que los abandonen y los aislen. Todavía queda tiempo para que se rindan. Quienes hayan estado con el régimen pero no tengan las manos manchadas de sangre pueden estar seguros de que la rebelión los respetará y cuidará de su seguridad', afirmó el oficial, quien cree que la hostilidad de la población se debe a que los gadafistas les han contado un relato que no se ajusta a la realidad. 'Matan a gente y dicen que han sido los rebeldes. Y achacan la guerra a un complot de la OTAN y Occidente. Han cortado las comunicaciones y la electricidad, la gente no sabe lo que ocurre' en el resto de Libia.

Los alzados temen un drama humanitario en la ciudad, necesitada de medicinas y alimentos y sin servicios básicos como agua o gas. 'La situación es mala. Por eso hemos comenzado a enviar leche para los bebés, medicinas y agua embotellada. Hemos trabajado mucho para evitar esto y, aunque los notables de la ciudad aceptaron, la otra parte no ha querido bajar las armas', se quejó Kensil.

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