Este artículo se publicó hace 13 años.
El G-7 ataca la especulación y frena la escalada del yen
El foro económico de la Guerra Fría actúa por primera vez en 11 años para apoyar a uno de los suyos
Belén Carreño
El auténtico Comando G de la economía mundial, el G-7, se ha reivindicado así mismo ante las dificultades de uno de sus miembros, Japón, y por primera vez en 11 años ha pactado una acción coordinada con una intervención en el mercado de divisas. En una inusitada teleconferencia, los bancos centrales de los que tradicionalmente han sido las siete economías más ricas del planeta (EEUU, Japón, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Canadá) decidieron el jueves a medianoche (hora europea), actuar para bajar el precio del yen, que se había disparado hasta los niveles de la II Guerra Mundial.
El Banco Central Europeo (BCE), el Banco de Inglaterra, el Banco Central de Canadá y la Reserva Federal de EEUU comenzaron a vender yenes masivamente según iban abriendo sus respectivos mercados. En total, según fuentes del Gobierno nipón a las que tuvo acceso Bloomberg, ayer se vendieron alrededor de 17.800 millones de euros en yenes. Por su parte, el Banco Central de Japón (BoJ) compró miles de millones de dólares, para fortalecer el billete verde.
Ayer se vendieron 17.800 millones de
La apreciación del yen debilitaría la capacidad exportadora de la economía japonesa, lo que expondría al país a una recesión cuando más necesita estar en buena forma para reconstruir el país. El G-7 no había hecho una operación como esta desde que en septiembre de 2000 tuvo que salir al rescate del euro ya que la recién nacida divisa comunitaria no lograba apreciarse. En cualquier caso, ninguna de las últimas acciones del foro en materia monetaria había tenido como desencadenante un desastre natural.
La acción de los bancos centrales fue efectiva desde el primer momento. El yen cayó a plomo casi un 4% tras anunciarse la intervención, pero a lo largo de la jornada se fue recuperando hasta unas caídas próximas al 2,5%.
Lo cierto es que los mercados acogieron con auténtica sorpresa la decisión del G-7, ya que el Gobierno japonés había asegurado en las horas previas a la reunión virtual que lo único que pretendía de sus homólogos era "apoyo psicológico". Sin embargo, el resto de las naciones decidieron echar el resto y en "solidaridad" con la tragedia japonesa emplearse a fondo en la estabilización de la moneda.
Los bancos centrales dicen que volverána actuar contrala especulación
Con todo, la acción de ayer, así como las inyecciones de liquidez diarias que el BoJ está haciendo en los mercados, no son suficientes para mantener a raya el yen en los próximos meses. Aunque la subida de los últimos dos días había sido causada por la especulación, según denunciaron las autoridades japonesas, en las próximas semanas la necesaria repatriación de capitales para reconstruir el país hará que la divisa vuelva a apreciarse. Son sobre todo las aseguradoras japonesas, que tienen invertidas grandes cantidades en activos extranjeros, las que causarán un efecto más expansivo al repatriar dinero para pagar los siniestros.
Por eso, el G-7 ha dejado claro que está "preparado" para volver a intervenir si fuera necesario. Desde el Ministerio de Finanzas japonés advierten de que la acción "no implicará sólo un movimiento", y que los bancos centrales volverán a intervenir si aprecian nuevas acciones especulativas alrededor de la divisa nipona. El movimiento del G-7 ha sido casi en defensa propia, porque la caída de la Bolsa japonesa (que ayer subió un 2,72%) estaba comenzando a contagiarse al resto de los mercados.
La acción, además, vuelve a traer al primer plano un foro que para muchos había perdido cualquier sentido económico tras la eclosión del G-20. Sin embargo, el G-20 no puede reaccionar con la rapidez con la que ayer lo hicieron estos siete países, tanto por la dificultades físicas como por las resistencias que suelen poner Rusia o China en la toma de decisiones.
Precisamente, esta intervención sobre la moneda le da a China el argumento perfecto para seguir actuando sobre su divisa y hacer oídos sordos a las llamadas de flexibilización del resto.
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