Este artículo se publicó hace 14 años.
Los ‘gangsters’ de Puerto Príncipe reorganizan sus bandas
Aumentan los heridos por bala desde la fuga masiva de presos tras el terremoto
Junior Saint convocó a los líderes de las bandas de Mattisant. El jefe había vuelto. Mientras Puerto Príncipe lloraba a sus 300.000 muertos tras el terremoto que pareció el ensayo del fin del mundo, el famoso Tibabu, así le apodan, dejaba las cosas claras en su gueto. Una de las bandas más duras de la ciudad recuperaba a su líder gracias a la fuga de La Pénitentiaire, pocos minutos después del seísmo del 12 de enero.
Las paredes semiderruidas permitieron a los 5.100 presos recuperar la libertad. Sólo siete murieron aplastados. Tres o cuatro más, por los disparos de la policía. El trabajo realizado durante cinco años por los cascos azules de la ONU se difuminaba en unos pocos minutos. Individuos inculpados de crímenes espantosos regresaban a sus barrios. Las bandas volvían a imponer la ley de la calle.
Los más buscados son 18 y se les ve alineados en un mural cochambroso de la nueva comisaría de Mattisant. Una carpa, dos catres, varios policías haitianos aburridos y los incompetentes cascos azules de Sri Lanka comparten espacio con las fotos de los prófugos. Tibabu no figura entre los fichados. No hace falta, todo el mundo le conoce. El que sí está es su lugarteniente, Jean Rénold.
En Haití hay un dicho para los tipos como Tibabu: si te lo encuentras, no te da ni la suerte. Como a los cuatro policías que fulminó a balazo limpio. Cité Soleil, Bel Air, Camerum... Cada gueto tiene su propio Tibabu. Ahora, una vez recobrada la libertad, vuelven a controlar las calles. Y, en aguas revueltas, ganancia no de pescadores, sino de alimañas.
Sólo 50 de los 5.000 presos que se escaparon ha sido atrapados
El presidente de la Comisión Nacional de Desarme, Alix Fils-Aime, ha confesado su inquietud tras reconocer que los grupos armados se recomponen a marchas forzadas. Y la Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos (RNDDH) ha ido más allá al revelar que las bandas de gangsters se benefician de la debilidad de la policía: 143 agentes murieron o están desaparecidos, 253 resultaron heridos y 42 edificios de las fuerzas del orden sufrieron destrozos.
"Hemos constatado el aumento de los robos en varios guetos, incluyendo el centro de la ciudad", aseguró a Público una fuente policial española desplegada en la capital. "Los grandes jefes de la prisión están recuperando sus zonas. ¿Consecuencias? Una pequeña guerra entre bandas, más baleados, más heridos a machetazos... La violencia sube y seguirá subiendo". Ya hay cifras: 38 muertos por heridas de bala entre el 27 de enero y el 24 de febrero, según la RNDDH.
Estas bandas se hicieron mundialmente famosas en 2004 durante el derrocamiento del presidente Jean Bertrand Aristide. Los capos, sobre todo los de Cité Soleil, apoyaron al líder populista y se enfrentaron a las tropas americanas. Ellos constituían el brazo armado de las mafias de las drogas, que han convertido a Haití en otra de las grandes plataformas de la cocaína que va camino de Estados Unidos.
Mafias de drogasLa corrupción del Estado ha dado vía libre a los traficantes. Ya con el dictador François Duvalier, los cárteles colombianos extendieron sus redes. Y las profundizaron a principios de los noventa con el general golpista Raoul Cedrás y sus brigadas ultraderechistas, financiadas desde Medellín y Cali.
"No hay cárcel, hay comisarías destruidas, no hay dónde llevarlos…"En los primeros días de caos y anarquía en la ciudad tras el terremoto se produjeron diversos enfrentamientos entre policías y los rattpack, los duros del barrio. Varios fueron ejecutados. "No hay cárcel, varias comisarías están destruidas, no hay dónde llevarlos... Lo mejor es acabar con ellos", confesó un agente de Pétionville. La mazmorra improvisada junto al cuartel de bomberos alberga a decenas de ellos. Antes era un cuarto con rejas.
Medio centenar de fugados ya han sido atrapados. Otros, los que no pertenecen a bandas, han huido a Santo Domingo. Pero la mayoría ha reforzado los ejércitos de los guetos. Puerto Príncipe lucha por recuperar la imposible normalidad. A otros no les cuesta tanto: las bandas han vuelto a la calle.
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