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Globos espías, bases en el Pacífico y la tensión sobre Taiwán disparan la guerra fría entre EEUU y China

El incidente del globo aerostático chino localizado sobre Estados Unidos frustra el tibio acercamiento entre Pekín y Washington que abrió la histórica cumbre de noviembre entre Xi Jinping y Joe Biden, y constata el deslizamiento de ambos países hacia una guerra fría de consecuencias impredecibles.

Captura de vídeo del globo aerostático espía que sobrevolaba Estados Unidos.
Captura de vídeo del globo aerostático espía que sobrevolaba Estados Unidos. El Pentágono

El misterio del gigantesco globo chino divisado sobre territorio estadounidense –un artefacto espía, según Washington, o meteorológico, según Pekín- ha disparado la tensión entre Estados Unidos y China cuando parecía que iba a darse un necesario aproximamiento entre los dos países.

El incidente, "irresponsable" para la Casa Blanca y "sin mayor importancia" para Pekín, ha llevado al secretario de Estado Antony Blinken a suspender su visita a China prevista para este domingo y el lunes. Era el primer viaje a Pekín de un alto cargo estadounidense en cinco años y se iba a producir en un momento clave para las complicadas relaciones bilaterales, justo cuando arrecia la pugna en torno a la isla de Taiwán y escala la rivalidad sobre la influencia de ambas superpotencias en la cuenca del océano Pacífico.

Por lo menos, Blinken podrá respirar aliviado. No tendrá que responder a las incómodas preguntas de su homólogo chino, Qin Gang, sobre el importante pacto militar firmado esta semana por Estados Unidos y Filipinas, que ofrece una nueva perspectiva al realineamiento de fuerzas en la zona del Pacífico occidental y el Mar de China con vistas a un hipotético choque militar entre Washington y Pekín a causa de Taiwán.

Estados Unidos se ha erigido en protector de esta isla que China reclama como territorio propio y se ha comprometido a defenderla militarmente en caso de que Pekín decida invadirla.

¿Un globo meteorológico o un dispositivo del espionaje?

¿Globo meteorológico, espía o globo sonda para calibrar la eventual respuesta de Estados Unidos ante una eventual violación de su seguridad espacial? Cada parte ofrece su versión sobre este dispositivo del tamaño de tres autobuses, pertrechado de cámaras, radares y paneles solares, y dirigido a distancia desde alguna base "meteorológica" de China. El aparato, divisado el pasado jueves, había entrado en territorio estadounidense procedente de Canadá y sobrevoló el estado de Montana, donde el Pentágono dispone de silos de misiles nucleares.

El Pentágono ha indicado que otro globo similar, "de vigilancia", estaría en estos momentos sobrevolando Latinoamérica.

Durante la guerra fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos y sus aliados este tipo de artefactos eran comunes para el espionaje aeroespacial. Aunque los modernos satélites pueden tomar imágenes de mucha mayor resolución, los globos espía siguen siendo muy importantes para determinados cometidos, dada la menor altura a la que pueden obtener sus fotografías y la menor velocidad para acometer esa tarea. También por su capacidad para detectar emisiones electromagnéticas y de radio que no pueden ser percibidas por los satélites o por aviones "invisibles".

En este caso, el globo podría además ser una "sonda" para tantear la velocidad de reacción del Pentágono ante una amenaza desconocida, así como para encontrar una brecha en el sistema defensivo estadounidense.

"Estamos ante un acto irresponsable y una clara violación de la soberanía estadounidense y el derecho internacional que socava el propósito del viaje" de Blinken, indicó el Departamento de Estado de EE.UU. en un comunicado que no dudó de la aviesa intención china al despachar al aerostato sobre su territorio.

China se ha disculpado y ha insistido en que el globo tiene una función científica, para recabar datos meteorológicos y que fue desplazado por el viento en esa curiosa ruta aérea por lugares muy interesantes, casualmente, para el espionaje chino. El globo, insistió Pekín, "nunca violó el territorio ni el espacio aéreo de ninguna nación soberana", al contrario de lo que denuncia Estados Unidos.

El Ministerio chino de Asuntos Exteriores aprovechó el incidente para arremeter contra la Casa Blanca y los medios de información estadounidenses por utilizar el incidente como "un pretexto para atacar y difamar a China", en unos momentos en los que quizá no le sea tan conveniente a Washington mostrar buena voluntad hacia Pekín.

Un oportuno aplazamiento del viaje de Blinken a China

Pocas horas antes de que el jueves se denunciara la presencia del inquietante globo a 18 kilómetros de altura sobre Estados Unidos, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, anunciaba en Manila un acuerdo para que los militares estadounidenses puedan "acceder" a cuatro bases del Ejército filipino. Este paso se encuadra en el llamado Pacto Mejorado de Cooperación en Defensa que Estados Unidos firmó en 2014 con Filipinas para el uso de otras cinco bases en este país asiático.

El acuerdo militar suscrito con Filipinas, que sin duda habría figurado inconvenientemente en las conversaciones entre Blinken y Qin en Pekín, sigue a la decisión de Estados Unidos de reubicar en unas nuevas instalaciones de la isla de Guam, en el Pacífico Occidental, de parte de las fuerzas estadounidenses estacionadas en el archipiélago japonés de Okinawa.

Este traslado de 4.000 marines desde Okinawa a Guam así como el uso de las bases filipinas forman parte de un plan más amplio para redistribuir las fuerzas estadounidenses en el Pacífico occidental y reformular la estrategia de seguridad frente a China ante la eventualidad de una crisis en torno a Taiwán.

El pasado mes de noviembre los presidentes chino y estadounidense se reunieron en la isla de Bali, Indonesia, en el marco de la cumbre del G20, y rebajaron un poco la tensión entre los dos países, agravada tras la visita en agosto de 2022 a Taiwán de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos, Nancy Pelosi.

Este viaje fue considerado por Pekín como una afrenta. Sobre todo después de que dos meses antes, en la Cumbre de la OTAN en Madrid, Washington arrastrara a sus aliados europeos a considerar a China como uno de los principales desafíos afrontados por el nuevo concepto estratégico de la Alianza Atlántica.

Realineamiento de las fuerzas estadounidenses en Asia

Los movimientos militares en Filipinas y Guam son solo dos ejemplos de esa nueva estrategia de seguridad estadounidense en Asia y el Pacífico.

El pasado mes de enero, Biden se reunió en Washington con el primer ministro nipón, Fumio Kishida. Biden respaldó la apuesta de rearme por parte de ese país de Extremo Oriente, que, junto con Corea del Sur, es uno de los pilares de la estrategia militar del Pentágono para la región de Asia Pacífico.

El Gobierno japonés ya ha anunciado que duplicará sus gastos en defensa en los próximos cinco años, hasta los 314.000 millones de dólares, alcanzando así un 2% del PIB.

En las reuniones paralelas a la cumbre entre Biden y Kishida se abordó la imparable carrera de las fuerzas navales chinas para modernizarse, uno de los principales motivos de preocupación del Pentágono. Se espera que en los próximos cinco años, China se convierta en una amenaza naval muy considerable para los intereses estadounidenses en la región.

De hecho, en los planes militares de Washington se da por seguro que un hipotético enfrentamiento bélico con Pekín tendría como escenario principal el estrecho de Taiwán y el Mar de China y que tal confrontación sería decidida por el poder de sus fuerzas navales.

Filipinas y Okinawa, el doble escudo de Taiwán

De ahí la importancia del acuerdo firmado esta semana con Filipinas. Apuesta por reforzar esa dispersión del potencial bélico estadounidense a fin de no ser barrido en un hipotético primer choque con la armada china que deje expuestos a los miles de soldados estadounidenses estacionados en Okinawa.

Filipinas, al sur de Taiwán, y Okinawa, al norte. El movimiento de fichas en este Gran Juego por el dominio del Pacífico occidental está claro. Estados Unidos está realineando sus fuerzas para un futuro e inevitable choque con China, como sus generales creen que se producirá en una fecha no muy lejana. El propio jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, general Mark Milley, ha reconocido que todos los informes de inteligencia apuntan a que China tendrá en 2027 el potencial suficiente para atacar Taiwán y apoderarse de la isla.

De la misma opinión es el almirante Philip Davidson, quien en marzo de 2021, cuando dirigía el Comando estadounidense en la región Indo Pacífica, señaló a un grupo de congresistas que China podría suponer una amenaza directa y creíble para Taiwán ya en 2027.

Otros militares estadounidenses, como el general de las Fuerzas Aéreas Michael Minihan, adelantan el choque por Taiwán al año 2025.

La planificación militar del Pentágono es diáfana: Okinawa sería un elemento crucial en caso de una conflagración en el Mar de China. En Okinawa hay estacionados unos 25.000 soldados estadounidenses en 31 instalaciones, es decir, aproximadamente el 70 por ciento de las bases que Estados Unidos tiene en Japón y casi la mitad del contingente armado desplegado en territorio nipón, unos 54.000 militares.

Una chispa para calentar la guerra fría en Asia

El incidente del globo chino es, en todo caso, un ejemplo de la guerra fría que existe entre China y Estados Unidos. Los pasos en pos de la distensión son relegados por la flexión de los respectivos músculos militares. Está en juego no solo la supervivencia de Taiwán. Sobre todo, Pekín y Washington se juegan la hegemonía militar y económica en la región más poderosa económicamente del planeta.

Los chinos pueden haber enviado el globo "para demostrarnos que pueden hacerlo y la próxima vez podría portar un arma. Por ello, tenemos que gastar dinero y tiempo en ello, en el desarrollo de las defensas adecuadas", ha señalado el general retirado estadounidense e investigador de temas geopolíticos John Ferrari, citado por la agencia AP.

En este sentido, la supuesta provocación china lo único que habría logrado es dar la razón a quienes en Estados Unidos apuestan por una carrera de armas en el este de Asia liderada por el Pentágono y la industria armamentística estadounidense.

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