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Golpe de Estado en Myanmar Aung San Suu Kyi: las luces y sombras del icono de la democracia en Myanmar

La Nobel de la Paz, criticada internacionalmente por las políticas contra la minoría rohinyá, vuelve más de una década después a ser detenida por los militares cuando estaba a punto de iniciar un segundo mandato como líder de facto del país.

Fotografía de archivo de la líder de Myanmar, Aung San Suu Kyi, durante una visita en junio de 2019 a República Checa.
Fotografía de archivo de la líder de Myanmar, Aung San Suu Kyi, durante una visita en junio de 2019 a República Checa. EFE

Cuando ya quedaban lejos sus largos años de arresto domiciliario y estaba a punto de iniciar un segundo mandato como líder de facto del Gobierno de Myanmar, Aung San Suu Kyi, icono de la lucha por la democracia en el país, ha sido defenestrada y detenida de nuevo por los militares en un golpe de Estado.

La carismática Suu Kyi, considerada durante décadas por los militares como una de sus peores enemigos, volvió a arrasar de la mano de su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND) el pasado noviembre en las segundas elecciones consideradas libres del país. Unos comicios que el Ejército ha tildado de fraudulentos.

Su llegada al poder no ha afectado a su popularidad en Myanmar, donde es vista por muchos como "madre de la nación", pero su prestigió en el extranjero, que le llevó a ganar el premio Nobel de la Paz en 1991 por su lucha pacífica contra el régimen castrense, se empañó por la persecución de los rohinyá.

Nacida en 1945 en Rangún, entonces capital del país, la vida de "la Dama", como se conoce popularmente a Suu Kyi, estuvo marcada desde el principio por su padre ausente: el héroe de la nación, Aung San, asesinado por rivales políticos pocos meses antes de que Myanmar obtuviese en enero de 1948 una independencia que él había negociado con los británicos.

Militares se trasladan en un camión para acceder al Ayuntamiento de Rangún, la principal ciudad del país.
Militares se trasladan en un camión para acceder al Ayuntamiento de Rangún, la principal ciudad del país. EFE

A los 15 años, Suu Kyi se fue a vivir con su hermano Aung San Oo y su madre, la antigua enfermera Khin Kyi, a la India, donde ésta había sido nombrada embajadora, con lo que la futura líder inició un periplo internacional y pasaría la mayor parte de las siguientes décadas en el extranjero.

En los años 60, se mudó a Gran Bretaña para estudiar Filosofía, Economía y Política en la Universidad de Oxford, y allí conoció a su futuro marido, el especialista en estudios tibetanos Michael Aris, con el que tuvo dos hijos, Alexander y Kim. "Sólo te pido una cosa: si mi pueblo me necesita, debes ayudarme a cumplir mi deber con él", le dijo Suu Kyi a Aris antes de casarse e iniciar una vida juntos en Oxford.

La rebelión de 1988

En 1988, Suu Kyi viajó a Myanmar para cuidar de su madre enferma, que moriría a finales de ese mismo año, y su llegada a Rangún coincidió con un levantamiento popular que exigía el fin de la dictadura del general Ne Win, quien había instaurado una dictadura militar bajo el nombre de "la vía birmana al socialismo" tras tomar el poder en 1962.

Varios disidentes convencieron a Suu Kyi para que participase en las protestas aprovechando el prestigio heredado de su padre y "la Dama" pronto se convirtió en la líder del movimiento prodemocrático junto a su partido, el más representativo, la Liga Nacional para la Democracia (LND). Las protestas precipitaron la dimisión del general Ne Win, pero el Ejército sofocó la movilización a costa de unos 3.000 muertos e instauró una Junta militar que gobernó el país durante 23 años.

Protesta en Bangkok, Tailandia, contra el golpe de Estado.
Protesta en Bangkok, Tailandia, contra el golpe de Estado. EFE

En 1990, la Junta convocó unas elecciones en las que la LND ganó por mayoría absoluta, a pesar de que Suu Kyi estaba bajo arresto domiciliario y otros líderes del partido en la cárcel, pero cuyos resultados los militares nunca aceptaron.

La líder birmana pasó un total de 15 años de arresto domiciliario en su residencia de Rangún entre 1989 y 2010, lo que no impidió el crecimiento imparable de su popularidad, tanto dentro del país como en el extranjero.

A finales de los noventa tuvo que afrontar un duro dilema cuando su marido enfermó de cáncer en Reino Unido y los generales ofrecieron a Suu Kyi la posibilidad de salir de Myanmar para acompañarle, pero ella se negó, convencida de que no podría volver al país, y no pudo estar con Michael Aris cuando falleció en Oxford en 1999.

La transición democrática

Suu Kyi recuperó la libertad en noviembre de 2010, días después de unos comicios controlados por los militares en los que la LND no concurrió y que supusieron el pistoletazo de salida de una transición a lo que los generales denominaron una "democracia disciplinada". Dos años después, "la Dama" obtuvo un escaño parlamentario en unas elecciones parciales y, en 2016, asumió al fin el poder tras la aplastante victoria de la LND en las elecciones de noviembre de 2015.

Un cordón militar bloquea la carretera que lleva al Parlamento.
Un cordón militar bloquea la carretera que lleva al Parlamento. EFE

Aquellas elecciones supusieron la culminación del proceso democrático, pero el Ejército mantiene el control de tres ministerios, una autonomía casi total y el 25% de los escaños del parlamento, por lo que el margen de maniobra del Gobierno civil es limitado.

La líder gobernó con el cargo de consejera de Estado, diseñado para sortear el artículo de la Constitución --aprobada en 2008 por los uniformados--, que veta la presidencia a quienes tengan parientes inmediatos extranjeros, lo que es su caso, ya que sus dos hijos tienen la nacionalidad británica.

Desde que accedió al gobierno, Suu Kyi dio prioridad al proceso de paz con las decenas de guerrillas etnonacionalistas que llevan luchando por la autonomía desde la independencia, pero sus esfuerzos resultaron en vano.

Mientras tanto, numerosos observadores criticaron su estilo autoritario; también el hecho de que el proceso democratizador se estancara durante su mandato, así como su tibieza ante las atrocidades cometidas contra la minoría rohinyá, que carece en su mayoría de un estatus de ciudadanía en el país.

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