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Golpe de Estado Sudán Sudán se hunde en una situación de caos y con escasas perspectivas de salida

El ejército es en estos momentos la única fuerza vertebrada, pero los partidos políticos y los manifestantes exigen que se restablezca inmediatamente un gobierno civil y no tutelado por los militares.

Manifestantes protestan en Jartum contra el golpe de Estado en Sudán.
Manifestantes protestan en Jartum contra el golpe de Estado en Sudán. EFE

Las protestas siguen su curso por todo Sudán protagonizadas principalmente por jóvenes que no están dispuestos a aceptar la prevalencia del ejército en el gobierno del país, donde se han creado fuertes tensiones que cada día son más agudas y dificultan la salida de la crisis que comenzó con el golpe de estado del 25 de octubre.

Al menos 18 ciudades presenciaron las protestas de los jóvenes el jueves, cuando los servicios médicos comunicaron la muerte de tres personas víctimas de fuego real disparado por las fuerzas de seguridad. A lo largo de la jornada el ejército y la policía cortaron al tráfico varios puentes de la capital impidiendo que los manifestantes llegaran al palacio presidencial.

Los manifestantes quieren derribar al general Abdel Fattah al Burhan, máxima autoridad del país en estos momentos, a quien acusan de haber desvirtuado la revolución de 2019 y de violar el documento constitucional que marcaba los principios de una transición a la democracia que en principio debería concluir con la celebración de elecciones libres en 2023.

Las fuerzas de seguridad quieren evitar que los manifestantes se acerquen al palacio presidencial

El área de Jartum está tomada por cientos de vehículos militares y cuenta con el imponente despliegue de millares de soldados y policías provistos de medios antidisturbios. Un despliegue similar aunque de menores dimensiones se observa en los accesos a otras ciudades.

Ocho de los diez puentes que unen Jartum con el resto del área metropolitana han sido cerrados por el ejército. Las fuerzas de seguridad han desplegado alambradas de púas y barricadas con las que quieren evitar que los manifestantes se acerquen al palacio presidencial, y se han cortado internet y los teléfonos para dificultar las comunicaciones entre los manifestantes.

Desde el golpe del 25 de octubre han muerto al menos 61 manifestantes y más de 300 han resultado heridos. El palacio presidencial se ha convertido en el objetivo de los jóvenes liderados por los "comités de resistencia" que exigen no solo la dimisión de las autoridades militares sino también la entrega del poder a los civiles y el castigo de quienes han causado la muerte de manifestantes.

En las protestas del jueves, que concentraron a cientos de miles de jóvenes por todo el país, algunos grupos procedentes del sur de Jartum lograron llegar hasta las proximidades del palacio presidencial antes de que la concentración se disolviera debido a que entre el sur de la capital y el palacio no hay puentes y por lo tanto la circulación es más fácil.

Las fuerzas de seguridad usaron drones para seguir el movimiento de los jóvenes y arrojaron bombas de sonido para repelerlos y dispersarlos. También usaron mangueras de agua a presión, lo que no impidió que en algunos casos las multitudinarias fuerzas de seguridad se vieran obligadas a replegarse por momentos.

El corte de internet y la telefonía hace que las informaciones procedentes de las zonas en conflicto sean escasas. En los puntos conflictivos se escucharon disparos y explosiones, aunque es evidente que las fuerzas de seguridad están tratando de causar el menor número de bajas posible porque temen hasta cierto punto la condena internacional.

Una de las consignas más coreadas exigía que las fuerzas políticas no negocien con los militares pues consideran que estos han perdido toda la legitimidad que tenían a raíz del golpe. La situación política está enrarecida y no está claro si el general Burhan conseguirá convencer a algún político con credibilidad para hacerse cargo del país bajo la tutela de los militares.

Abdalla Hamdok, que dimitió del cargo de primer ministro hace cinco días, advirtió que Sudán se halla al borde de un punto de no retorno que amenaza la integridad del país, y cada día que pasa parece más difícil que pueda concretarse una transición hacia la democracia.

La intención de los manifestantes es apartar a los militares del poder

La intención de los manifestantes es apartar a los militares del poder, pero se trata de un objetivo bastante complicado puesto que Sudán es en buena parte un país desvertebrado y el ejército constituye una de las pocas instituciones sólidas. La injerencia extranjera ha sido importante desde 2019 y varios países de la zona han demostrado que no tienen ningún interés de propiciar en Sudán un proceso democrático.

Estados Unidos y otros países occidentales han pedido a sus ciudadanos que eviten los movimientos innecesarios y que no participen en las concentraciones de protesta para evitar males mayores, mientras que la oficina ejecutiva de las Fuerzas para la Declaración de la Libertad y el Cambio (FDLC) han desmentido las informaciones que señalaban que han entrado en negociaciones con los militares.

Las FDLC insisten en que su objetivo es formar el frente más amplio posible "para derrotar el golpe de estado y establecer una autoridad transitoria y civil que complete las tareas de la gloriosa revolución de diciembre".

Pero la dimisión el domingo de Abdalla Hamdok ha hundido al país en una situación muy difícil de resolverse y el consenso político que exigen algunos líderes políticos aparece en un horizonte muy lejano. De hecho, el caos cobra cada día más fuerza y dificulta una solución racional.

La Unión Europea y la troica encargada de Sudán (EEUU, el Reino Unido y Noruega) han advertido a los militares que no formen un gobierno que no cuente con un amplio respaldo. "No vamos a apoyar a un primer ministro o a un gobierno designado que un cuente con el respaldo de un amplio espectro de fuerzas políticas", han dicho esos países.

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